Ágnes Heller y la Filosofía de “lo Social”

Juan Carlos Miranda Arroyo

Ágnes Heller, filósofa húngara, quien murió el 19 de julio pasado a los 90 años, pensó y escribió textos interesantes e influyentes, que fueron publicados durante las últimas décadas, en el ámbito de la teoría social, como “Sociología de la vida cotidiana”; “Teoría de las necesidades en Marx”; “Teoría de la historia”; “Para cambiar la vida” y “La Revolución de la vida cotidiana”, entre otros libros y ensayos.

Para quienes leímos parte de la obra de Ágnes Heller, durante los años 80´s y 90´s del siglo anterior, podríamos afirmar que sus textos marcaron una época de ideas frescas y nuevas miradas sobre la construcción histórica de “lo Social” y, especialmente, en torno a la formación de la subjetividad. ¿Cómo incursionó en el terreno de la Filosofía postmarxista y qué la inspiró a escribir de esa manera? Dejo alguna hipótesis al respecto: Quizá porque provenía de una tradición antiautoritaria, de una lucha anti totalitaria, y por la práctica del autoexilio y la ruptura con las estructuras burocráticas y absurdas del poder político que adquirió la Hungría de la posguerra.

Ágnes Heller escribió pocos textos dedicados por completo a la educación, sin embargo, la matriz de análisis y disección de los problemas sociales, más allá del análisis de la vida cotidiana, de “lo histórico”, de la noción de conciencia social o de la dicotomía identidad-otredad, contribuyeron a alimentar, en su momento, a la Sociología crítica de la Educación.

Durante una entrevista realizada en 2013, Ágnes Heller reafirmó su actitud crítica: “El profesor es, por definición, un intelectual, y su tarea es permitir que el alumno desarrolle sus capacidades y naturalezas. Tenemos bastantes problemas con las universidades modernas, en el mundo en general hay una burocracia creciente, donde las autoridades controlan a los docentes y los docentes a los alumnos. Por otro lado, la movilidad ascendente a través de la universidad se ha visto muy afectada en los últimos años, los hijos de los más humildes, los más pobres, casi no pueden acceder a pagar las cuotas. Sé que en Argentina la universidad es gratuita, pero en muchas partes del mundo no es así…” (1)

Durante las décadas finales del siglo XX, las miradas sobre la vida cotidiana, la individualidad y la reproducción del particular en “lo social” que nos compartió Ágnes Heller, convocaron a las jóvenes comunidades académicas de las ciencias sociales, a pensar de manera distinta los problemas sobre los conceptos sociológicos, en momentos en que, en distintos regímenes políticos del mundo, se desataron las luchas libertarias y por la democracia. Así, sus concepciones sobre los procesos sociales significativos, a través de sus argumentos y análisis filosóficos profundos, atrajeron la atención de los especialistas, para enfocarse en los complejos procesos de construcción de las estructuras sociales en sus formas “objetivadas”, históricas y subjetivas.

Renato Tadeu Veroneze, estudioso de su obra, escribió: “Ágnes Heller, nombre de proyección internacional en la filosofía contemporánea, fue alumna y asistente de Georg Lukács en la Universidad Eötvös Loránd, en Budapest, Hungría, donde también estuvieron Mihály Vajda, György Márkus y Ferenc Fehér, juntos formaron un grupo de estudio y de producción intelectual que fue conocido como “Escuela de Budapest”. Estuvieron al lado de Lukács hasta 1971, año de su muerte. Este último es considerado uno de los principales exponentes del marxismo en Brasil, sobre todo, en los campos de la estética y de la ontología del ser social.” … “De descendencia judía, Heller enfrentó y vivió los horrores del nazismo alemán, las persecuciones del nazi-fascismo estalinista y las principales revoluciones posteriores a la Segunda Guerra Mundial en el continente europeo, entre ellas, se destaca la Revolución húngara de 1956.”

En otra parte de un ensayo sobre su producción intelectual, Veroneze afirma: “En los años posteriores, Heller se ocupó de la subjetividad de la personalidad del ser social en la búsqueda de respuestas a los interrogantes: ¿dónde podemos encontrar un apoyo para nuestras acciones morales? ¿Cómo es posible una ética de la personalidad en un mundo de valores contradictorios, en el que no hay una nueva comunidad con anticipación moral por un sentido histórico?” … “La existencia humana implica necesariamente la existencia de la vida cotidiana. No hay como desunir existencia y cotidianidad, ni cómo vivir totalmente inmerso en la no cotidianidad. Lo cotidiano —o mundo de la vida— es el conjunto de actividades que caracterizan la reproducción de los individuos sociales particulares, que crean posibilidad para la vida social…”El sábado pasado, Claudio Lomnitz, con motivo de la triste noticia de su deceso, escribió lo siguiente sobre Ágnes, a quien conoció personalmente: “… le importaba la mirada del niño. Creía en la importancia de las percepciones y del individuo, y esa cualidad hacía contagiosa su pasión por la filosofía. Era una persona que filosofaba sobre lo que le fuera importando personal y políticamente: la vida cotidiana, la estética, el hombre del renacimiento, los dramas políticos de Shakespeare… era además una lectora realmente voraz. Sabía de todo. Conocía mucho mejor la literatura latinoamericana que yo, por ejemplo. Eso quizá no signifique mucho en sí mismo, pero no deja de ser notable en una filósofa húngara, que no hablaba el español…” (3)

La contribución por parte de la Dra. Ágnes Heller a la literatura de las ciencias sociales, radica en el hecho de haber creado una tradición de pensamiento sobre la vida cotidiana como campo de estudio y fenómeno social a considerar seriamente. Para ella: “La vida cotidiana es el conjunto de actividades que realizamos en situaciones concretas para satisfacer nuestras necesidades y, en consecuencia, para seguir viviendo. Es lo común, lo habitual, lo que hacemos todos los días, y por hacerlo todos los días no lo registramos verdaderamente. La realidad que aparece como autoevidente, compartida con otros semejantes que la experimentan como yo y que constituye el basamento fundamental en el que se crea y se re-crea la sociedad como un mundo intersubjetivo.”. Aunque también de ella aprendimos que los hechos de la vida cotidiana están constituidos por aquellas actividades que no necesariamente suceden todos los días, que no se repiten en nuestra experiencia cercana, pero que son socialmente significativas, como un nacimiento o una muerte.

Quizá una de las tareas que toca a los pedagogos, sociólogos, psicólogos o antropólogos de la educación, así como a otros especialistas de las ciencias sociales, es abordar estos complejos procesos microsociales (como la conciencia social, ética y política o la identidad-otredad) en contextos educativos, sin embargo, estos procesos tendrían que analizarse a través de marcos interpretativos amplios, consistentes y flexibles. En ese plano la obra de Ágnes Heller ofrece amplias posibilidades.

Fuentes consultadas:

(1) https://www.pagina12.com.ar/71276-las-autoridades-controlan-a-los-docentes

(2)  Veroneze, Renato Tadeu. (2015) “Ágnes Heller, cotidianidad e individualidad: fundamentos para la conciencia ética y política del ser social”. Trabajo Social 17: 131-144. Bogotá: Departamento de Trabajo Social, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de Colombia.

(3) Claudio Lomnitz “Ágnes Heller (1929-2019)”, La Jornada, 20 de julio, 2019.

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