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Algarrada AMLO-Nuño

Las peripecias de los personajes cuentan mucho en la política práctica. Las instituciones no se mueven en el vacío, sus conductores son personas de carne y hueso con intereses y pasiones.

En mis exploraciones de la Reforma Educativa, con frecuencia me enfrento con la declaración de un personaje y, más allá de lo explícito, trato de encontrar cuál es su propósito, qué tradición o causa defiende y el contexto institucional, a veces más amplio, en el que se enmarca la alocución. En piezas periodísticas —por supuesto— apenas se esbozan los ejes centrales de esas disquisiciones.

amloLas recientes proclamas y acciones de Andrés Manuel López Obrador defendiendo a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y asignando tareas a sus seguidores para que lo hagan, tiene como fin afianzar una alianza con un sector beligerante. Muchos de los integrantes de la CNTE sostienen posturas antisistema, incluyendo rechazo a los partidos políticos.

Para ganarlos a su causa, AMLO defiende la tradición corporativa priista y lo expone sin ambages. Su objetivo, pienso, es abonar a su campaña. Al hacerlo, se embarca en la salvaguardia de un litigio que, fuera de ciertos círculos, tiene pocos defensores, aun entre los opositores al gobierno.

AMLO es fiel a su estilo. Lanza admoniciones, condena, zahiere a sus adversarios y, aunque parezca extraño, recibe respuestas ralas. Pocos se atreven a enfadar al caudillo de Morena.

Pero cuando AMLO desacredita la Reforma Educativa del gobierno de Peña Nieto encuentra respuesta puntual —con firmeza, pero sin improperios— del secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño. No le deja pasar una. Le dice “reaccionario” y apunta que está en contra de la niñez mexicana.

nuño-becas5El propósito de Nuño, conjeturo, es doble: preconizar las mociones gubernamentales y apuntalar sus aspiraciones presidenciales, ya que tiene muchos competidores en su partido.

AMLO no contesta directo a las acusaciones de Nuño, lo ningunea, tal vez no quiera hacerle el caldo gordo; manda a seguidores de Morena que lo refuten u otros lo hacen motu propio. Por ejemplo, AMLO acusa a la mafia del poder de cinismo al promover la Reforma Educativa. Nuño recusa que el cínico es AMLO. Pero es la CNTE la que replica a Nuño que él es el cínico. El cinismo fue un sustantivo importante en esta escaramuza.

En el contexto político actual, supongo, Nuño obtiene ventajas de los debates. Pienso que AMLO, al defender el pasado, no gana más adeptos de los que ya tenía. Si hacemos caso a lo que expresan las encuestas —las que patrocinan los medios, no los partidos políticos— la herencia y venta de plazas en realidad enojaba a la ciudadanía. Frenarla, así como eliminar aviadores y evitar que difuntos continuaran cobrando quincenas, tuvo más aplausos que censuras; excepto, claro, por quienes resultaron afectados. Bueno, los muertos no protestaron.

Cuando el secretario Nuño se encarama en las declaraciones de AMLO, gana titulares y aumenta su presencia en los medios, cada vez más gente lo conoce. Se presenta como un paladín de la ley, un reformista que defiende la causa de los niños y la sociedad. Quiere verse como un contendiente de peso. Además, no permite que AMLO se quede sin respuesta.

La política educativa —y no es tautología— es política, está inmersa en la lucha por el poder. Los contendientes avanzan en pos de los puestos a los que aspiran. Ya sabemos desde hace décadas que AMLO se mueve con pasión y desenfreno. Va por lo que piensa que es la suya, pero cavilo que se equivoca al defender a la CNTE; eso no le da créditos, al revés.

Aunque todos los precandidatos del PRI tengan intereses y aspiraciones, ninguno le pone tanta pasión como Nuño. AMLO de seguro será candidato, Nuño no la tiene segura.

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