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En la semana que terminó, el presidente López Obrador se reunió por separado con los líderes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y de la facción mayoritaria del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación. Para la CNTE fue un hecho histórico, AMLO les obsequió lo que ningún otro gobernante les había concedido: tres horas de su tiempo. Para el SNTE fue la oportunidad de un acercamiento con el jefe del Estado.

En estas conversaciones, los negociadores obtuvieron algo, pero dudo que haya sido para bien de la educación. De acuerdo, la apertura del Presidente es una muestra de que busca tranquilidad en el sector educativo, que está dispuesto a negociar con grupos opuestos —hasta el grado del odio— con el fin de alcanzar grados de gobernabilidad. Este es un requisito previo para administrar el sistema escolar.

Sin embargo, también puede ser el comienzo de un nuevo arreglo corporativo donde, a cambio de concesiones, el primer mandatario se convierta en el árbitro supremo de los asuntos sindicales, aunque se antoja imposible que los jefes de esas facciones se pongan de acuerdo en algo sustantivo. Ellos sí tienen claras sus metas.

Las declaraciones de líderes de la CNTE fueron festivas y a la vez de amenaza: “Nos vamos satisfechos porque seguimos teniendo la mesa de trabajo con la más alta investidura de este país”, dijo Enrique Enríquez, secretario general se la sección 9 (Excélsior, 21/05/19).

En un documento le dejaron sus demandas al gobierno y por escrito se las responderá mañana. La exigencia: abrogación total de la “mal llamada” Reforma Educativa. Pedro Gómez, dirigente de la sección 7, de Chiapas, fue diáfano: “Hemos dejado bien claro la exigencia de la reparación de todos los daños y consecuencias”. Luego el reto: “Vamos a mantener nuestra resistencia y desobediencia ante la aplicación de una ley que afecte a los trabajadores de la educación”. Y si el Congreso de la Unión no la abroga, “lo haremos en las calles”.

Alfonso Cepeda Salas, jefe del SNTE, festejó que el jefe del Estado los haya agraciado con tres horas de su tiempo. Ya había celebrado el incremento de salarios anunciado el Día del Maestro. Dijo que le planteó a López Obrador revisar de manera conjunta procesos transparentes para premiar al mérito académico y escoger a los mejores maestros; claro, dando prioridad a egresados de las normales. Lo central: basificar a miles de maestros (es decir, retornar a las irregularidades). También le expresó una reivindicación sentida y legitima al 100 por ciento: “… más protección ante la inseguridad y extorsión a manos del crimen organizado”.

La oferta del Presidente es que ambos grupos participarán en la discusión de la futura ley para el Sistema para la Carrera de las Maestras y los Maestros. Y es por allí donde pueden colarse las prácticas corporativas, ya que la reforma de este gobierno prometió que los maestros se rijan por el apartado B del artículo 123: la raíz del acto corporativo.

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