Aprendizaje de inglés como proyecto social

Jennifer O’Donoghue

Desde hace años, la comunidad maya que se encarga de la reserva del mono araña en Punta Laguna, Quintana Roo, formó un colectivo para aprender inglés para recibir turistas de todo el mundo.

La estrategia que tienen es que juntan su dinero, envían a un miembro de su comunidad a un curso de inglés en Cancún, y esta persona regresa a la comunidad a compartir sus aprendizajes.

Y así, van rotando quien asiste al curso, pero la idea es clara: utilizar sus recursos para que todos puedan aprender algo identificado como una necesidad en su comunidad.

Esta historia visibiliza consideraciones centrales para el diseño de una política orientada a garantizar el derecho a aprender en y con el inglés en México: se debe basar en la equidad; las estrategias más efectivas se desarrollan en lo local con diversos actores; las soluciones son diversas y simultáneas; y necesitamos una visión integral. Debemos aprovechar todos los recursos para que este aprendizaje llegue a cada niñ@, escuela y comunidad.

Lograrlo implicará resolver por lo menos tres tensiones.

¿Enseñanza o aprendizaje? Un enfoque en la enseñanza puede ser una limitante; todavía falta traducir ese compromiso en cambios que den resultados de aprendizaje.

Después de formar a más maestros, diseñar nuevas propuestas pedagógicas y estrategias tecnológicas, ¿qué pasa?

Cambiar los resultados es el gran reto y nuestra obligación frente a las niñas, niños y jóvenes en México.

¿Prácticas innovadoras o política de Estado? Impulsar el aprendizaje del inglés es un proyecto educativo de largo plazo, pero tenemos pocos ejemplos de prácticas efectivas que transiten de una administración a otra.

El plurilingüismo tiene que transformarse en un proyecto social, no del gobierno en turno.

¿El inglés o el sistema educativo? El aprendizaje del inglés no está exento del contexto de educación en México.

Muchos de los retos para el aprendizaje del inglés son desafíos para la educación en general: condiciones precarias para la mayoría de los docentes; deficiente formación; falta de liderazgo escolar; currículum inflexible; autonomía escolar limitada; acompañamiento escaso; falta de transparencia y evaluación; toma de decisiones y diseño de programas sin evidencia.

Padecemos de una tradición política de simulación en la cual poco se dedica a la labor ardua de la implementación.

Una de las promesas de campaña del presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, fue garantizar el bilingüismo en todas las escuelas, pero esto es sólo una parte de todo lo que debe resolverse; si queremos garantizar el derecho de las niñas, niños y jóvenes a aprender en y con inglés, tendremos que garantizar su derecho a aprender en general, y eso requerirá que ampliemos nuestra visión al mismo tiempo que focalizamos nuestros esfuerzos.

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