¿Cooperación ficticia o conflicto real? La relación gobierno federal-SNTE en el sexenio de López Obrador

Rosalina Romero Gonzaga

rrgonzaga@comunidad.unam.mx

Twitter: @rrgonzaga23

Los años maravillosos: canonjías, beneficios y recompensas

Por muchos años la política educativa se construyó en el marco del presidencialismo autoritario y el corporativismo de Estado. La hechura de la política educativa giraba en torno a intereses de poder, corazonadas o por simple sentido común. En ese sentido, la formulación y el diseño de las políticas educativas habían sido un proceso vertical y cerrado, aunque no predecible en sus resultados, establecido entre dos actores: el ejecutivo federal y el SNTE.

El presidente, como eje central del sistema de decisiones del gobierno, era quien tenía la visión global de todo el sector y ordenaba la asignación de fondos, creía poseer la información y la capacidad técnica para interpretar las demandas educativas y ofrecer respuestas oportunas, aunque esto se oponía con la realidad.

El SNTE, como organización corporativa y grupo de interés, ha ejercido el monopolio y control de la representación de sus agremiados por la vía de presionar a los gobiernos en ámbitos de carácter no sólo sindical sino educativo y político-electoral; al amparo de la ley, logró negociar lo mismo demandas económico-laborales que posiciones de poder.

En el ámbito educativo, a cambio del control corporativo que ejerce sobre sus agremiados, el sindicato obtuvo prebendas y privilegios profesionales y administrativos. El SNTE devino en un soporte crucial de toma de decisiones y generación de política pública, a manera de arreglo político. Precisamente, la llegada y consolidación de los grupos hegemónicos de poder sindical desde los años cuarenta, constituyó una pieza clave de control corporativo que ejerció el SNTE sobre el magisterio y lo extendió al aparato educativo.

Desde el gobierno de Luis Echeverría, el sindicato se fortaleció con el surgimiento del grupo hegemónico, Vanguardia Revolucionaria, una estructura paralela y superpuesta, bajo la dirección de Carlos Jonguitud Barrios, profesor y cacique potosino, a la postre, gobernador de su estado.

Cada sexenio, el SNTE logró negociar cuotas de poder que el presidente de la República concedió al grupo hegemónico, a fin de contener las movilizaciones magisteriales por los temas que le representaron pérdida de poder, tales como la desconcentración, descentralización o federalización educativa. Era común que el gobierno cediera a las presiones del sindicato ante una crisis económica y política y negociara los términos de alguna política del Plan sexenal. Política y educación fueron dos caras de la misma moneda, susceptibles de negociación.

Desde entonces, se ejerció una redistribución del poder entre los grupos que compartieron proyectos y opiniones afines al régimen de gobierno en turno y que no afectó el programa nacional de desconcentración ni las prácticas de concentración de poder en la capital del país, estableciendo acuerdos entre el SNTE y el gobierno federal.

El SNTE ha logrado sobrevivir tanto a gobiernos nacionalistas como neoliberales. Lo mismo negoció con Carlos Salinas que con Vicente Fox y Felipe Calderón. La clave de este poder acumulado se ubicó en la gestión de prestaciones, promociones y plazas de un modo clientelar. La influencia y poder del sindicato fue tal, que no dudaron en reclamar mayor participación política de maestros en congresos locales y presidencias municipales, así como en el reparto de posiciones estratégicas en la SEP. Creció a tal punto, que no hubo decisión sobre la política educativa que no contara con el visto bueno de sus dirigentes.

Con la defenestración de Carlos Jonguitud y el arribo de Elba Esther Gordillo, en 1989, a la dirigencia nacional del SNTE, se revitalizan las fuentes de poder sindical. La primera acción que tomó la nueva dirigente magisterial fue sumarse a la estrategia de modernización educativa salinista, e incorporar tácticas de lucha para enfrentar las decisiones de la SEP, a fin de no perder el apoyo de las secciones sindicales, y formar su propia corriente sindical (la institucional). Para ello, creó en 1991 la Fundación SNTE para la Cultura del Maestro, brazo intelectual del sindicato, que la ayudó a posicionarse como interlocutora del gobierno federal. Desde entonces, la estrategia del sindicato fue mostrarse en el debate educativo, ajustarse a los requerimientos del régimen y suscribir pactos políticos. Su recompensa por apoyar la federalización educativa fueron los incrementos de salarios e incentivos por medio de la carrera magisterial, ofertas de actualización y la revaloración de la función magisterial, así como posiciones en la SEP y en las secretarias estatales.

La cooperación ficticia

De igual manera, los gobiernos emanados del PAN negocian directamente con el SNTE. Vicente Fox tejió una alianza con el SNTE con el propósito de impulsar un proyecto educativo transexenal, en el compromiso de mejorar la educación en todos sus niveles, lo que a la postre no tuvo éxito. La alianza fue premiada con concesiones por partida doble: fue secretaria general del PRI y coordinadora parlamentaria en la Cámara de Diputados; colaboró tanto con el presidente para apoyar la propuesta de imponer el IVA a alimentos y medicinas, como con la esposa del presidente, en la elaboración de la Guía de Padres por la Fundación Vamos México.

Con Felipe Calderón, el SNTE condicionó su apoyo político a cambio de recompensas y concesiones excesivas: la subsecretaría de educación básica para su yerno, la dirección de la Lotería Nacional, la dirección general de ISSSTE y secretaría ejecutiva del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Esto le dio poder suficiente para negociar el segundo piso de Carrera Magisterial e intervenir en los asuntos educativos. Se mantuvo como dirigente vitalicia porque consiguió excelentes condiciones de trabajo, prestaciones y mejores ingresos para los docentes.

Una estrategia adicional para incidir en los gobiernos entrantes ha sido convocar a reuniones para crear un programa educativo y establecer comisiones paritarias (SEP-SNTE) para la mejora educativa, aunque en realidad se trata de un señuelo para negociar posiciones y cederla a sus allegados y clientelas. Así lo hizo hasta la llegada de Enrique Peña Nieto, quien tomó la decisión de encarcelarla, acusada de enriquecimiento ilícito y manejo de recursos de procedencia ilícita, cobrándole de este modo las viejas rencillas con el PRI y antiguos correligionarios.

Hacia una cooperación auténtica

Con el ascenso a la presidencia de un gobierno respaldado por más de 30 millones de votantes, Andrés Manuel López Obrador, tiene la oportunidad de recomponer la relación con el SNTE. Rodeado de una alta legitimidad política y social, López Obrador tiene que abrirse a la sociedad y liquidar la política de pactos, que se pueden convertir en complicidad letal. Transitar de un esquema corporativo y autoritario, de supeditación y alianza perversa con el gobierno a otro de cooperación real donde el cambio se coloque en la democracia interna, la rendición de cuentas y la afiliación libre de los profesores. Asimismo, los maestros de educación básica tienen la oportunidad histórica de recuperar su organización gremial y trabajar colectivamente en un proyecto educativo alternativo que les permita alternar la gestión sindical y el trabajo docente, pues tienen la experiencia con tres comités ejecutivos seccionales de la sección IX en la CdMx. Como sujetos de transformación, los profesores deben estar dispuestas y dispuestos a construir y formar parte de un proyecto que oriente la educación básica y redefina el actual sindicalismo magisterial, a partir de la transformación de su propia labor docente. Como sujetos de cambio real, los maestros conocen las deficiencias del sistema educativo, han explorado alternativas para mejorar el trabajo docente, esto los coloca como actores principales para replantear los términos de una reforma que no ha sido educativa. Ese es el mejor antídoto para el regreso de viejos y remozados cacicazgos.

*Rosalina Romero Gonzaga es profesora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM y posdoctorante adscrita al Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación. Líneas de investigación: Diseño y Capacidad Institucional de Instituciones Públicas, Políticas Educativas, Políticas de Educación Secundaria, Sistema Educativo Mexicano, Políticas de Participación Social en la Educación Básica.

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