Educación y salud: dos caras de la misma moneda ante la crisis del Covid19

Dr. David Manuel Arzola-Franco*

La pandemia Covid19 dejó al descubierto realidades que si bien han estado presentes en el debate durante décadas, ahora se manifiestan de manera más cruda y directa. No obstante los momentos de crisis son también una oportunidad de aprendizaje, son periodos para reflexionar acerca de nuestra responsabilidad como ciudadanos y acerca del papel del Estado y el bienestar social.

Aunque los problemas que aquejan a México en este momento son incontables, vale la pena detenerse un poco para analizar la manera en que los fenómenos de salud y educación se encuentran imbricados.

En términos generales la emergencia sanitaria ha puesto en evidencia:

  • La vulnerabilidad de los seres humanos frente a la naturaleza. El Covid19 nos recordó que somos seres biológicos, que formamos parte de un ecosistema, que nuestro mundo de asfalto y concreto no es garantía de aislamiento, seguridad y control. No somos dueños del mundo, pertenecemos a la tierra, formamos parte de la naturaleza y debemos ser respetuosos de ella.

  • Las limitaciones de la ciencia. El avance desmedido en los diversos campos del conocimiento ha creado la mitología del poder ilimitado de la ciencia, y con ello la ilusión de que podemos controlar nuestro destino como especie. Pero la arrogancia humana se desmorona frente a un microorganismo que ni siquiera puede ser considerado como un ser vivo. La medicina contemporánea tiene más preguntas que respuestas cuando se trata de desafíos de carácter global como el que estamos enfrentando.

  • La fragilidad de los sistemas político, económico y social. Como toda producción humana los sistemas formalmente establecidos reproducen también nuestras debilidades, somos víctimas de nuestro propio éxito, logramos colonizar hasta el último rincón del planeta, unir economías y regiones, multiplicarnos de manera inimaginable. Pero nuestro modo de vida está sostenido de forma precaria, el Covid19 no es únicamente un problema de salud, con su avance imparable las economías se tambalean y los sistemas políticos se ven amenazados, impotentes y en algunos casos desbordados.

  • Las enormes brechas de la desigualdad. Los momentos de crisis desnudan los vicios de la sociedad, no es que hayan sido invisibles, pero en tiempos de “normalidad” suele ser más sencillo mirar hacia otro lado. Cuando hay un estado de emergencia queda al descubierto de manera descarnada y curda la injusticia y la marginación, quienes tienen acceso a los servicios de salud son las personas que tienen los recursos y las posibilidades económicas; quedan en el olvido los socialmente vulnerados y marginados.

Un elemento que se destaca a lo largo de estos meses en que hemos enfrentado la pandemia, es la importancia de contar con sistemas de salud pública robustos, de pronto la vida de las personas depende de la capacidad del Estado para atender la demanda de servicios básicos.

Es paradójico que en tiempos de crisis se vuelva la mirada hacia modelos que desde el poder económico, nacional e internacional, habían sido desdeñados. Desde el modelo de libre mercado, durante más de treinta años se ha pugnado por el adelgazamiento del Estado, por limitar el gasto público y abrir los sistemas de salud a la libre competencia, es decir la primacía del lucro por encima del bienestar social.

Esta posición condujo en México al desmantelamiento del sistema hospitalario, los servicios de salud pública fueron despreciados, vilipendiados y finalmente dejados en el abandono, con la esperanza de que, frente a la competencia privada, murieran de muerte natural. Pero, resulta que el personal de esos hospitales, mal equipados y llenos de carencias, es el que ahora se encuentra en primera línea haciendo frente a la pandemia, remontando una situación precaria en cuanto a recursos e infraestructura.

Las lecciones en el caso de la salud nos obligan a mirar hacia la escuela, el fenómeno antes descrito se replica en el campo educativo, las presiones para terminar con lo que los representantes de los intereses económicos llaman “el monopolio de la educación pública” ha colocado al sistema educativo en una situación crítica:

  • Las escuelas fueron abandonadas por el Estado, poco a poco, a lo largo de las últimas décadas, se fue dejando bajo la responsabilidad de los colectivos escolares la gestión de los recursos para su subsistencia, en búsqueda de los ilusorios beneficios que traen consigo la autonomía. De tal manera que se puede observar una correspondencia entre el servicio educativo que reciben los estudiantes y sus condiciones de vida, el extraño fenómeno de escuelas públicas de primera, de segunda y de tercera ¿Si todas son escuelas públicas por qué se dan esas diferencias? Evidentemente no ha habido en la política educativa la intención de compensar las desigualdades sociales, brindando los mayores beneficios a quiénes más los necesitan.

  • La retribución económica para los docentes se convirtió en una carrera individual e individualista, en la que los beneficios se obtienen de manera diferencial a partir una dudosa evaluación del desempeño docente, en la que el que adquiere más credenciales recibe mayores beneficios. Pero, los 30 años de Carrera Magisterial en educación básica han demostrado que no hay diferencias sustanciales en los resultados educativos, a pesar del sistema de estímulos económicos.

  • La formación de docentes en servicio es un mercado donde el propio Estado prohijó el surgimiento de escuelas cuyo único propósito es obtener beneficios económicos y acreditar grados sin regulación de ninguna especie, es más sencillo abrir una institución de educación superior privada que poner un puesto de tacos en la esquina.

  • La educación pública ha sido atacada y desacreditada a través de campañas mediáticas en las que se invierten cantidades exorbitantes de dinero, obviamente hay intereses muy fuertes detrás de esta aversión hacia las escuelas que dependen del Estado.

El Covid19 ha puesto en relieve algo que se sabe desde hace mucho tiempo: la política educativa de los últimos años nos ha heredado un sistema educativo débil y con grandes limitaciones para dar respuesta a las necesidades de la población, principalmente a los más desfavorecidos.

Ante la contingencia resultó obvio que quienes cuentan con acceso a los medios electrónicos y a las herramientas digitales, de alguna manera han podido continuar con sus estudios y atemperar los estragos de una situación tan compleja, pero los marginados, los que no cuentan con los recursos mínimos, se han quedado como siempre a la zaga.

Ahora que se habla del mundo después del Covid19, es necesario dimensionar la impronta de esta situación, la historia nos ha enseñado que los seres humanos solemos repetir los mismos errores y que el olvido indolente es más cómodo que el aguijón crítico de la memoria.

Debemos luchar contra el olvido y mirar críticamente nuestra realidad. Mirar los problemas que nos ha heredado, no el Covid19 sino un sistema político-económico indolente e insensible ante las necesidades sociales, es imperativo luchar por fortalecer los servicios públicos de salud y de educación.

Tenemos el deber moral de luchar por la construcción de un sistema que garantice los servicios sociales básicos para toda la población, el deber de repensar nuestras opciones y trabajar por un mundo más humano y equitativo.

*Profesor-investigador del Centro de Investigación y Docencia de los Servicios Educativos del Estado de Chihuahua

 

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