El Banco Mundial y los maestros

PROFESORES EXCELENTES. DESTACADA

Hace algunos días apareció el reporte, “Docentes excelentes. Cómo mejorar el aprendizaje en América Latina y el Caribe” de los economistas Bárbara Bruns y Javier Luque. Tal documento fue auspiciado por el Banco Mundial (BM) y consta de seis capítulos, a saber: (1) ¿Cuán buenos son los profesores de América Latina, (2) Dentro de las aulas de América Latina y el Caribe, (3) Reclutar mejores profesores, (4) Desarrollar profesores de excelencia, (5) Motivar a los profesores para que mejores su desempeño, y (6) Gestionar el aspecto político de la reforma docente.

Después del ampliamente citado “Reporte McKinsey” de 2007 —que en realidad lo escribieron Mona Mourshed, Chinezi Chijioke y Michael Barber— sobre cómo mejoraban los sistemas educativos y del informe: “Mejorar las escuelas: Estrategias para la Acción en México que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) dio a conocer en 2010, ¿qué presenta de nuevo el documento del Banco Mundial? ¿Es valioso para México en donde hemos debatido la reforma educativa y uno de sus componentes centrales: el Servicio Profesional Docente (SPD)? Trataré de dar respuesta a estos cuestionamientos con base en el resumen del documento del Banco.

En primer lugar es importante aclarar que el informe toma como base de análisis a los profesores de la educación básica (preescolar, primaria y secundaria) que se encuentran laborando en el sector público. ¿Qué es entonces valioso del reporte del Banco Mundial? Al igual que el Reporte McKinsey, se trata de un estudio comparativo a nivel internacional pero éste se refiere, de manera exclusiva, a los docentes de la región latinoamericana. ¿Son mejores o peores los maestros de México en comparación con sus contrapartes latinoamericanos y caribeños? Según Bruns y Luque, a pesar de que ha aumentado la educación formal de los profesores latinoamericanos, aún se presentan graves rezagos en términos de capacidades cognitivas. En las pruebas para medir el dominio sobre los contenidos de algunos cursos, sólo 3 por ciento de los maestros de Colombia, Ecuador y Chile obtuvieron puntajes considerados “excelentes”.

Otra similitud entre la región y México que señala el reporte es que a pesar de que hay una “oferta excesiva” de maestros, por un lado, por el otro, hay “dificultades para encontrar la cantidad suficiente de profesores de materias especializadas, como matemáticas y ciencias a nivel secundario, o para las escuelas bilingües de las zonas rurales”. Es verdad entonces que “tanto sobran como faltan maestros”, como diría un ex funcionario de la Secretaría de Educación Pública (SEP).

Pero más que las similitudes, sorprenden algunas diferencias. Según este informe, en México los profesores ganan entre 20 y 30 por ciento más que los trabajadores profesionales y técnicos comparables, pese a que trabajan “significativamente” menos horas (frente a grupo). Esto corrobora dos cosas: Primero, los hallazgos previos de investigadores mexicanos como Lucrecia Santibáñez y segundo, la capacidad del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) para asegurar niveles salariales por arriba de lo que ganaban otros licenciados. Ésta es la función de un sindicato y aunque sea políticamente incorrecto decirlo, los líderes sindicales hicieron bien su chamba para mejorar el ingreso salarial del magisterio. Ahora entiende usted porque la “maestra” se volvió tan poderosa.

Las secciones sobre la selección, promoción y reconocimiento de los docentes (capítulos 3, 4 y 5) del reporte de Bruns y Luque guardan muchas coincidencias con el Reporte McKinsey y con el Informe de la OCDE, aunque este último no es citado; al menos no en el resumen. Incluso, el apartado seis sobre lo “político” de las reformas recuerda lo que la OCDE establecía para implementar una reforma educativa centrada en la profesionalización docente. Para los especialistas adscritos al Banco Mundial, el más grande desafío para tratar de “elevar la calidad de los profesores no es fiscal ni técnico, sino político” debido a que los sindicatos de “todos los países de América Latina” son grandes y políticamente activos. Ven como en donde quiera se cuecen habas.

Quizás la parte más atractiva del reporte del Banco Mundial sea la que está relacionada con el uso del tiempo de los docentes dentro del aula. Durante cuatro años se observaron “más de 15,00 clases en más de 3000 escuelas de 7 países” para obtener lo siguiente: 65 por ciento del tiempo de los profesores está dedicado a la “instrucción”, lo cual, según los economistas está por abajo del estándar (85 por ciento). Además, tristemente para los adoradores de la tecnología, el pizarrón se utiliza más que los adelantos informáticos. Otro interesante punto que sugiere el reporte del Banco es que se observó que entre mejores sean las clases, mayor atención se capta de los estudiantes y por consecuencia, la disciplina dentro del salón de clases no se relaja. Esto nos pone a pensar a todos aquéllos que nos dedicamos a la docencia. ¿Qué pensaría si un maestro se la pasa quejando y diciendo que sus estudiantes son muy inquietos e indisciplinados?

El estudio sobre el uso y organización del tiempo dentro del aula abre una “caja negra” (Razo) para el análisis de la política educativa y, por lo tanto, un mayor número de estos trabajos son necesarios.

Publicado en Campus milenio

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