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Imposible alcanzar la meta de cobertura del sexenio

Roberto Rodríguez Gómez

 

Cuando el secretario de Educación Pública, Emilio Chuayffet, dio a conocer tal meta en la reunión ordinaria de la ANUIES del pasado 8 de junio, varios de los rectores manifestaron a la prensa su insatisfacción por el “corto alcance” del objetivo (Excélsior, 8 de junio, nota de Lilian Hernández). En ese momento, lo indicado por el secretario Chuayffet contrastaba con la propuesta que el propio Peña Nieto había manifestado cuando, en calidad de candidato presidencial, se reunió con las autoridades de la Asociación en mayo de 2012. En aquella ocasión, el abanderado de la Coalición Compromiso por México (PRI y PVEM), refrendó el compromiso de alcanzar un 45 por ciento de cobertura de educación superior.
¿Por qué la disminución? Seguramente los encargados de la planeación gubernamental se percataron del impacto sobre las metas de los programas sociales que tendrían las proyecciones de población elaboradas por el CONAPO. Para el caso que nos ocupa, la proyección del grupo de edad entre 19 y 23 años —el que se usa para calcular la cobertura de la educación superior—, pasó de una estimación de 9.83 millones de jóvenes en 2018, cifra presente en las proyecciones difundidas en 2007, a 10.90 millones para el mismo año, según el último ajuste demográfico del organismo gubernamental. La diferencia es muy grande y hubiera sido irresponsable evadir la corrección de las metas programáticas.
Así las cosas, la expectativa del grupo de edad de 19 a 23 años en 2018 es ahora de 10 millones 898 mil 978 individuos. El cuarenta por ciento de esa cifra son 4 millones 359 mil 591 personas, tal tendría que ser la matrícula de educación superior (técnico superior universitario, licenciatura y educación normal) del ciclo 2018-2019. El último dato de matrícula escolarizada en el nivel es de 3 millones, 70 mil 454 estudiantes (ciclo 2012-2013), lo que significa que, durante este sexenio, tendrían que agregarse un millón, 289 mil 137 alumnos. Esta cantidad, dividida entre seis años, equivale a 214 mil 856 lugares adicionales en cada ciclo escolar. Con eso se llega a la meta de cobertura.
De alcanzarse tal pauta de crecimiento sería un hecho inédito en la historia educativa del país. Comparemos: en el sexenio de Ernesto Zedillo Ponce de León la matrícula aumentó 464 mil estudiantes, de los cuales prácticamente la mitad en instituciones privadas. La cobertura pasó entonces de 14.9 por ciento a 19.5 por ciento, esto es un crecimiento anual de 0.7 puntos por año. En el periodo de Vicente Fox Quezada, el incremento total de matrícula fue de 350 mil estudiantes, 60 por ciento de los cuales en el sistema público. La cobertura en el primer gobierno federal del PAN transitó de 20.5 por ciento a 24.0 por ciento, no obstante que el gobierno había fijado una meta de 28 por ciento. Con Fox el crecimiento anual de la cobertura fue de 0.4 por ciento anual. En el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa, se tuvo un incremento de matrícula importante, 621 mil estudiantes. Casi tres cuartas partes del crecimiento ocurrió en el sector público. En el sexenio la cobertura pasó de 24.7 por ciento a 29.1 por ciento en virtud de un incremento anual superior a cien mil lugares por año en los sistemas público y privado.
Las actuales autoridades se proponen, ni más ni menos, duplicar el ritmo de crecimiento del sexenio previo. En lugar de cien mil lugares cada año, más del doble. En contraste con los gobiernos del PAN, en que sumadas las realizaciones de los dos periodos se consiguió aumentar en diez puntos la tasa de cobertura, se pretende ahora hacer exactamente lo mismo en sólo seis. Está difícil, yo diría imposible.
Porque, con ser relevante, el crecimiento de la oferta no es el único factor. Se requiere que la educación media superior, incremente sustancialmente la matrícula, y en particular el número de egresados por año. Al día de hoy la denominada “tasa de absorción” de la media superior supera el 85 por ciento, es decir que, con la infraestructura existente, el sistema de educación superior tiene capacidad para atender a la mayor parte del egreso de bachillerato, desde luego sin subestimar los obstáculos que deben sortear una cantidad importante de egresados para acceder a las universidades o programas de su preferencia.
El gobierno no puede confiar en que una porción importante de la demanda será cubierta por el sector privado. Eso no va a ocurrir porque la nueva demanda habrá de corresponder a los sectores económicos más vulnerables. Ello quiere decir que el sector público, casi exclusivamente, tiene que brindar las oportunidades de acceso y permanencia que requiere la meta de cobertura. La educación superior virtual tampoco podría tener un impacto cuantitativo suficiente, en términos de cobertura, si se pretende que los programas correspondientes alcancen, al menos, los mismos niveles de calidad que los tradicionales, por lo que el crecimiento de esta modalidad reclama una cuidadosa supervisión.
Aparte está el tema financiero ¿Contará la administración pública con recursos suficientes para incrementar, simultáneamente, los sistemas de media superior y superior a la altura de las metas de crecimiento planteadas?

Publicado en Campus Milenio.

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