La disminución de la matrícula en las Normales. Un panorama

• Roberto Rodríguez
• 8 junio, 2018
• Opinión
• NORMALES, Roberto Rodríguez

La matrícula de licenciatura en educación Normal está disminuyendo aceleradamente. A inicios del sexenio la población escolar en las normales públicas ascendía a poco más de cien mil estudiantes (101,055 en el ciclo 2012-2013), y según estimaciones de la SEP, al término de la administración Peña Nieto habrá descendido a menos de setenta y cinco mil (74,688 en 2017-2018). La situación en las privadas es peor aún: de 33,365 en 2012-2013 a 12,353 estimados en el año que corre (Fuente: SEP, Sistema Interactivo de Consulta de Estadísticas Educativas)

Aunque tal disminución de matrícula tiene alcance nacional, sus dimensiones y tendencias varían entre las entidades federativas. En algunas de ellas la matrícula está cayendo en picada: Tlaxcala (-71.2%), Coahuila (-69.5%), Tamaulipas (-68.9%) y Tabasco (-62.1%). En otros, la matrícula actual representa aproximadamente la mitad de la registrada al inicio del sexenio: Oaxaca (-55.3%), Colima (-53.9%), Campeche (-49.6) y Nayarit (-47.3%). El resto tienen disminuciones menos acusadas y solo hay tres estados en que la población escolar se ha mantenido o repuntado: Hidalgo, Jalisco y Yucatán.

La estadística de solicitudes de ingreso a las normales públicas aporta evidencia desde el ángulo de la demanda: el interés de los jóvenes de ser formados para la carrera docente en educación básica ha disminuido en forma muy significativa. Antes de comentar los datos disponibles, conviene anotar que ni la estadística pública de la SEP, ni los datos publicados por la Dirección General de Educación Superior para Profesionales de la Educación, la DGSPE, reportan el número de solicitudes de primer ingreso a las normales. Pero el Anuario Estadístico de la Educación Superior elaborado por la ANUIES sí contiene esos datos, sistematizados a través del Formato 911. El más reciente anuario corresponde al ciclo 2016-2017 (véase).

Son datos que hay que tomar con un grano de sal, porque provienen del llenado del cuestionario requerido por SEP a los centros escolares, no garantizan el conteo de individuos en el reporte. Con esa salvedad, son ilustrativos de la tendencia a la que apuntan las estadísticas de matrícula general y los datos del primer ingreso.

Como se puede advertir en la tabla anexa, el decremento del número de solicitudes de primer ingreso a las licenciaturas de las normales públicas es un fenómeno nacional: en ninguna de las entidades federativas el número de solicitudes fue mayor en 2016-2017 que en 2012-2013. El promedio registra un descenso de casi sesenta por ciento (59.0%) y son mayoría las entidades en que la tendencia negativa es aún más acusada. Los casos de menor disminución son Ciudad de México (-19.5%), Puebla (-21.2%) y Quintana Roo (-22.5%).

Además, es interesante advertir que, a estas alturas, el volumen de solicitudes de primer ingreso está cerca de igualar al número de lugares disponibles: 36,547 solicitudes para 29,139 lugares en 2016-2017, según la fuente ANUIES. Aunque la capacidad instalada en las normales permite el acceso de casi treinta mil nuevos ingresos, en la práctica terminan el proceso de inscripción menos de veinticinco mil.

Si se consideran la tipología de escuelas normales, se advierte que en las rurales la proporción de solicitudes de nuevo ingreso está disminuyendo con un perfil todavía más acusado que la tendencia nacional. A la Normal Rural Prof. Isidro Burgos de Ayotzinapa solicitaban ingreso hasta mil estudiantes por año en la década pasada. En 2012-2013, antes de la desaparición de los 43, se registraron 606 solicitudes, el año pasado solo 74.

¿Por qué los egresados del bachillerato están huyendo de la opción de formarse como maestros de educación básica? Seguramente es un fenómeno de carácter multifactorial: la formación normalista no asegura inserción al sistema docente; la campaña de desprestigio contra la profesión docente; la apertura de los concursos a egresados de otras carreras; las condiciones de inseguridad en no pocas de las localidades en que se ubican estas instituciones; la posibilidad de acceder a otras opciones de formación superior, entre otros posibilidades.

Por ahora lo importante es conocer que hará el nuevo gobierno para revertir o modificar la tendencia ¿cuáles habrán de ser los incentivos para recuperar la matrícula? ¿cómo procederá el fortalecimiento de estas instituciones, que son clave para la formación de docentes en la enseñanza básica? ¿se administrará su extinción o se buscará recuperar, en una nueva etapa, la mejor tradición normalista?

Nota: Esta colaboración pretende aportar datos al artículo de Roberto Leonardo Sánchez Medina (“Fortalecimiento y transformación de las escuelas normales ¿sin jóvenes estudiantes?”) publicado en Educación Futra el 31 de mayo 2018 (véase)

Publicado en Campus Milenio, 7 de junio 2018