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La disputa por la plaza pública

 

En la batalla por la opinión pública —territorios simbólicos—, la oposición a la Reforma Educativa consiguió aliados. Analistas y académicos aceptaron, sin mucho pensamiento de por medio, la consigna de que tal propuesta era nada más laboral, un artefacto del gobierno para castigar a los maestros, en especial a los rebeldes.

gordilloLa defensa del gobierno fue débil, rutinaria, discursos que no calaban en la prensa ni en los medios. Deduzco —siguiendo a Max Weber— que el fiasco en la comunicación se debió a que la racionalidad burocrática fue irracional. Piezas de oratoria incendiarias, incluidas algunas del presidente Peña Nieto —recuérdese su exposición en cadena nacional el 27 de febrero de 2013, tras la detención de Elba Esther Gordillo—, pero se refutaban en la acción política, por las concesiones que la Secretaría de Gobernación otorgaba a la Sección 22 (S22) del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, de Oaxaca. La opinión pública le cobró al gobierno en términos de credibilidad.

La irrupción en la contienda de actores no invitados —de hecho, ignorados durante décadas por el duopolio SEP-SNTE en el hacer educativo— se enriqueció con su participación activa. Me refiero a organizaciones de la sociedad civil.

Si bien muchas asociaciones ya actuaban en la plaza pública, representaban un papel de extras, ni siquiera de reparto. Pero las escaramuzas de 2013 las lanzaron al primer plano. Mexicanos Primero se había hecho escuchar gracias a sus trabajos de investigación y capacidad de comunicación. Su documental, De panzazo, enojó a los dueños del duopolio en la educación, también a investigadores y docentes. Pero le abrió más ventanas a la discusión abierta.

La SEP y la Segob sintieron la presión a dos fuegos. La CNTE no se conformaba con las concesiones que le hacía el gobierno y éste expiaba críticas de organizaciones civiles, académicos y periodistas por ofrendar canonjías a los maestros disidentes. El pleito dejó de ser polar. Los extras se rebelaron, los medios de comunicación y la prensa los catapultaron a la plaza pública, los siguen apoyando.

Para nadie es un secreto que el panorama de 2018 ya está en la mente de muchos actores políticos, las ambiciones de poder se agitan, surgen precandidatos a granel para buscar la Presidencia de la República. La Reforma Educativa es otra de las piezas en disputa en el terreno simbólico y práctico.

Andrés Manuel López Obrador entró a la arena —ya estaba, pero lo hizo de lleno cuando, en marzo pasado, firmó un acuerdo con maestros de la S22, en Oaxaca— para oponerse a la Reforma Educativa.

La firma del convenio brincó a la palestra. En el nombre de Morena, su candidato a gobernador, Salomón Jara, se comprometió a “regresar la rectoría de la educación estatal a la Sección 22, al abrogar el decreto de julio de 2015, con la figura del nuevo Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca… (Excélsior, 23 de marzo).

morena-s22De nuevo, AMLO subió a la tribuna como un opositor implacable. En el acuerdo con los docentes de Oaxaca plasmó su consigna: “El gobierno democrático promoverá ante los tres poderes de la Unión la cancelación de la mal llamada Reforma Educativa”. Además, “se pagarán los sueldos que les fueron retenidos injustamente a los maestros y demás trabajadores de la educación”.

Esta vez, AMLO tuvo respuesta del gobierno. La cabeza de la nota en Excélsior resume el punto: “Truena Aurelio Nuño contra López Obrador; acusa al líder de Morena de sólo buscar votos: Junto con la CNTE, está en la lógica de la venta de plazas y de dejar a los niños sin clases”.

López Obrador lo ignoró, sólo respondió a Nuño con un Twitter. Dos conjeturas florecieron en comentarios de prensa. Una, AMLO no quiere hacerle el caldo gordo al secretario de Educación Pública. Dos, su respuesta fueron los paros en el Instituto Politécnico Nacional.

Las dos presunciones tal vez tengan apoyo empírico, pero a fe mía que Nuño respondió —y provocó— a AMLO para no dejarle el espacio público simbólico sólo a él. Nuño no quiere abandonar la plaza. Acaso en su actuar se encierre la idea de que, si deja pasar el pregón de AMLO, será otra trama de sentido común.

Presupongo que la Reforma Educativa seguirá siendo un asunto público, con actores —incluidos los civiles— protagónicos. Qué bueno que haya debates —y hasta diatribas— entre muchos querellantes. Al menos en el territorio de la opinión pública, el duopolio SEP-SNTE es cosa del pasado. ¡Para bien! ¡Espero que así siga!

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