La elección de la licenciatura en la Escuela Normal

Juan Rubén Compañ García*

Hace unos días Medrano, Ángeles y Morales presentaron una investigación, cuyo título es: La Educación Normal en México. Elementos para su análisis.  El texto responde a 4 preguntas: 1) ¿Cuáles han sido las principales acciones para la consolidación de la educación normal en México a partir de 1984?, 2) ¿Cuáles son las principales características de los planes de estudios para la formación de docentes de educación básica y de sus normas de control escolar?, 3) ¿Cuál es la dimensión de la educación normal y cómo ha sido su evolución de 2000-2001 a 2015-2016?, y 4) ¿Cuáles son las características de los alumnos y docentes adscritos a estas instituciones? El contenido del texto muestra alcances y limitaciones que transita la educación normal a partir de 1984, cuestión importante, pues identifica elementos fundamentales que se tendrían que repensar si de verdad la intención es fortalecer a las escuelas normales del país.

En ese tenor, en el de contribuir con algunas pistas que coadyuven a la compresión de lo que pasa en las escuelas formadoras de docentes, se identificarán algunos aspectos que permitan mirar desde otro ángulo la cuestión de la dimensión de la educación normal y cómo ha sido su evolución, desde un punto en particular: la cantidad de alumnos matriculados en las distintas licenciaturas.

¿Por qué reflexionar sobre el hecho de que un alumno opte por una u otra opción en relación a la licenciatura a cursar en las escuelas normales que forman para el nivel de secundaria? Acá se plantean algunos aspectos:

  1. Por problemas en relación a la oferta y la demanda. Parece que las escuelas normales ofertan sin el criterio de demanda, es decir, ofertan y distribuyen sus licenciaturas sin considerar la demanda del servicio educativo, menos aún, de los estudiantes. En cuanto a lo que requiere el servicio educativo, por ejemplo, en lo relativo, al caso del Estado de México, no hay una valorización de la suficiencia de los docentes. El Sistema de Información y Gestión Educativa (SIGED) no cuenta todavía con una información seria y precisa de la trayectoria de los docentes, de su formación, de las asignaturas que imparten; no es cuestión menor, pues ello nos posibilita tener una idea más clara de qué tipo de docentes se requieren, qué tipo de licenciatura es la que se demanda. El acceso a la información es elemental, es necesario monitorear las plazas. Sin el conocimiento preciso de ello, es imposible ofertar de manera seria y responsable las licenciaturas en las normales. Probablemente, lo que pasa es que se ofertan un mayor o menor número de espacios que no consideran las necesidades del servicio educativo. No se puede seguir con la práctica de ofertar espacios, sin el conocimiento de nuestra realidad. No se puede ofertar con base a las prácticas y costumbres, se necesita una política clara que coadyuve a captar a los docentes de forma pertinente.

En cuanto a los alumnos, no se puede soslayar el hecho de que pueden elegir una licenciatura en relación a dos aspectos: el gusto por estudiarla y por la cercanía de la escuela, según una investigación que realizó Aguilar y Castillo (2010) acerca del seguimiento de egresados y evaluación de los servicios de las escuelas normales públicas del Estado de México. Las dos situaciones llevan a repensar la política de la distribución de las licenciaturas. Por ejemplo, si es por elección, la distribución es un poco injusta, pues el estudiante puede tener deseos de estudiar matemáticas, la cuestión es, que él puede querer estudiar química, pero la licenciatura se ofrece en la zona centro del Estado de México y él vive en la zona sur. Es complicado, si partimos de la idea de que muchos de los estudiantes normalistas son de escasos recursos económicos. Aunque hay una rotación de las licenciaturas en las normales del Estado de México, parece que esta no se lleva a cabo de manera sistemática y clara. Y lo mismo pasa con lo de la cercanía de la institución, el alumno escoge lo que tiene al alcance, aunque probablemente no le convenza del todo, lo anterior es de considerar, pues seguramente ello tendrá efectos importantes en la práctica docente. Hay que pensar la distribución que se hace de la oferta de las licenciaturas con criterios de demanda.      

  1. La licenciatura en un área en específico, determina las condiciones laborales del docente. A partir de la reforma educativa vigente, la Ley General del Servicio Profesional Docente (LGSPD) estableció los requisitos y mecanismos para ingresar al servicio educativo, entre ellos, el hecho de que habría que existir una alineación entre los perfiles, es decir, una relación entre la formación inicial y la asignatura a impartir. En el caso del estado de México, esta situación es emblemática, pues la mayoría de los alumnos que egresaban de sus normales no impartían la asignatura que estudiaron (Aguilar y Castillo, 2010). Con la LGSPD los egresados solo pueden impartir horas de acuerdo a su formación inicial, no de otra asignatura, como comúnmente pasaba (Sandoval, 2001; Santibáñez, 2007; Compañ, 2016), lo que nos puede ayudar a comprender; quizá, es que el hecho de que exista una matrícula significativamente menor en ciertas áreas con respecto a otras, pueda obedecer a: el impacto y la valorización que la asignatura tenga en el servicio educativo y, al número de horas que se le puedan otorgar y al salario que el docente pueda percibir. Por ejemplo, en el estudio de Medrano y colaboradores, se señala que existe una matrícula de 616 en física y 659 en geografía y una matrícula de 5474 en el área de español y 4281 en matemáticas a nivel nacional. El que estudia para español y matemáticas tiene mayor posibilidad de tener un mayor número de horas, pues español y matemáticas se imparten en tres grados de educación secundaria. En física y geografía, no es así, pues los egresados tienen menores posibilidades de que se les otorgue un mayor número de horas, pues estas asignaturas solo se imparten en segundo y primer grado, respectivamente. Lo que lleva a una degradación social de la práctica docente y de la asignatura en particular, que se traduce en un precario salario, situación no menor. La otra cuestión es, que, a partir de las evaluaciones a gran escala, ciertas asignaturas juegan un papel importante, en la rendición de cuentas y en el impacto y la valoración que se tiene de los profesores y las asignaturas (Compañ, 2016), pues no es el mismo reconocimiento social y el prestigio que te puede otorgar estudiar español que geografía. En suma, tener que estudiar una u otra licenciatura, puede determinar de forma importante las condiciones laborales del docente, básicamente, en términos sociales y económicos. Sólo eso. Incluso, la licenciatura de lengua extranjera, con una matrícula de 4473 puede ilustrar la tendencia de la valoración social y económica. El hecho de que tenga una matrícula mayor en comparación con otras áreas, puede obedecer al impulso que en términos de política educativa le dio la presente administración. Hace unos días se refirió que las condiciones de salario para los nuevos docentes de inglés serían atractivas. Lo cierto es, que se tiene que repensar lo dicho.

Es necesario hacer un seguimiento puntual de la evolución de la matrícula de los alumnos normalistas, no solo es importante mostrar el decremento de alumnos en estos recintos escolares. Es necesario entender de manera más clara cómo se da la distribución de la oferta de licenciaturas y mirar las condiciones laborales bajo las cuales trabajan los docentes en las distintas asignaturas. El fortalecimiento de las escuelas normales es fundamental, la situación es quererlo hacer de la mejor manera. Se necesita una transformación de las escuelas normales, no una simulación.

*Profesor de educación secundaria en el Estado de México. Interesado en temas de política, educación y sociedad.

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