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La OCDE, de nuevo en la palestra

No tiene nada de insólito que el jueves se hayan reunido el secretario de Educación Pública,Otto Granados Roldán(OGR), y el secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos,José Ángel Gurría(JAG). México es socio de la OCDE desde 1994 y siempre toma en cuenta sus criterios, para bien y para mal.

Gurría entregó el día anterior al secretario de Hacienda, José Antonio González Anaya, las recomendaciones de la OCDE sobre Políticas de competencias, habilidades y destrezas de la fuerza de trabajo en México. El documento contiene un plan de acción de seis ejes, “en los cuales se reconoce que el desarrollo de capital humano es un componente fundamental para detonar la productividad y el crecimiento económico del país”.

La OCDE echa mano de un arsenal de estudios de casos de “éxito” y con base en ellos, y una visión de capacitación para el crecimiento económico, promueve una educación con habilidades básicas, como lectoescritura y matemáticas para la mayoría que asiste a las escuelas y, para una minoría, destrezas avanzadas en informática, tecnología y pensamiento abstracto. Elimina de los currículos la enseñanza de las artes y las humanidades. La mirada de la OCDE es reduccionista y responde al eslogan “habilidades para la vida”, pero para la vida económica, no para el gozo de una existencia plena ni para el fortalecimiento de la democracia.

En cambio, ciertas propuestas del Modelo Educativo para la educación obligatoria, que la SEP presentó el año pasado y cuyos nuevos libros de texto están en construcción, contienen un enfoque humanista. Estas propuestas sembraron optimismo entre educadores progresistas e investigadores que siempre han criticado los enfoques tecnocráticos.

Por ello me extrañó que: “En las oficinas de la Secretaría de Educación Pública conversaron (OGR y JAG) sobre la importancia de que la OCDE genere un análisis sobre los aspectos torales con los que se ha actuado en la transformación educativa” (SEP, Comunicado de prensa 9: “Se plantea la pertinencia de que la OCDE realice un reporte especial sobre la Reforma Educativa”).

¿Qué caso tiene contratar con la OCDE para que haga una valoración de la Reforma Educativa? Puedo pronosticar que no expondrá nada que las autoridades y la comunidad de investigadores no hayan examinado. Es más, la Oficina de Educación de la OCDE convocará a un equipo de expertos, participarán algunos mexicanos, otros de su staff permanente y contratará otros más, todos afines a la ideología de la OCDE. Los nacionales recuperarán información, harán diagnósticos y colaborarán en los análisis, pero la parte medular, las recomendaciones (empapadas con la perspectiva de la nueva gerencia pública) serán las mismas que sus peritos hacen siempre a todos los países que la consultan.

El informe de la OCDE dirá que sus recomendaciones se basan en las “mejores prácticas” de educación, donde los niños aprenden a responder los exámenes estandarizados, como PISA, son trabajadores competentes y contienden con éxito en la globalización. Indicarán: si esos países la hicieron bien, entonces México debe hacer lo mismo.

Otro paquete de recomendaciones insistirá que sebe avanzar en lo que la Reforma Educativa propone, en especial en el desarrollo profesional de los docentes y los mecanismos de evaluación. Ello, con el fin de “desarrollar competencias laborales con base en la identificación de las habilidades de los trabajadores que hoy requiere el sector productivo, y las que requerirá en el futuro”.

Reitero, el Modelo tiene elementos dignos de ponerse en práctica. No reniega de la teoría del capital humano, pero, al poner por delante enfoques humanistas, rebasa la visión estrecha de la OCDE. Hubiera sido mejor contratar con la Unesco.

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