Abelardo-Carro-Nava

La reforma a las Normales: el circo educativo

Nuevamente en días pasados, fuimos testigos del show mediático que el Secretario de Educación, Aurelio Nuño, construyó para llamar los reflectores de propios y extraños. Es obvio, la nominación rumbo al 2018, cual entrega de los “Óscares” se aproxima, y el “presidente” habrá de ungir a su candidato y, como parece obvio, a su sustituto. En fin, como decía, la parafernalia se construyó y en esta ocasión habló del mejoramiento y fortalecimiento de las escuelas normales del país, como si el título de un supuesto programa y los reflectores de las cámaras, fueran suficientes para atender a las instituciones que por más de 60 años – más no 30 como afirmó el Subsecretario de Educación Superior – estuvieron en el olvido.

Muy a su estilo, tan flamante paladín de la educación en mi México querido, acompañado de su fiel escudero, Díaz de la Torre, dio a conocer la estrategia que habrá de posicionar a la normales, en el lugar que siempre debieron haber ocupado: piedra angular del Sistema Educativo Mexicano (SEM). El Reglamento de Ingreso, Promoción y Permanencia (RIPPA); la transformación pedagógica en línea con el “nuevo” modelo educativo; la educación Indígena e Intercultural; el aprendizaje del Inglés; el fomento a la Investigación Aplicada y Prácticas Pedagógicas Innovadoras; los intercambios Académicos en México y en el extranjero; y los apoyos a la excelencia académica; fueron los puntos a través de los cuales, según Nuño, se “mejorarían” las condiciones de vida de las normales y, por supuesto, la enseñanza y el aprendizaje en estos centros escolares.

Estos planteamientos, como decía, fueron expuestos, sólo que en medio de todo este asunto, algo se le olvidó mencionar a quien despacha con soberbia desde la Calle de República de Argentina en la Ciudad de México: su estrategia no es estrategia y, mucho menos, es innovadora. Me explico.

Si usted revisa o solicita a las instancias de transparencia y acceso a la información pública, algunos de los acuerdos que emanaron de las reuniones del Consejo Nacional de Autoridades Educativas (CONAEDU), específicamente, los que se derivaron de la 5ª reunión celebrada en 2009; podrá observar que en ese entonces, las autoridades presentes, acordaron trabajar el famoso “RIPPA” para mejorar los procesos de ingreso, promoción y permanencia en las normales. A la Mtra. Marcela Santillán, ex directora de la Dirección General de Educación Superior para Profesionales de la Educación (DGESPE), le correspondió coordinar esa ardua tarea; sin embargo, y como es de suponerse, la líder del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), y sus respectivos Secretarios Generales en cada una de las entidades, se opusieron rotundamente a tal propuesta. ¿Qué cree usted que pasó? Sí, adivinó, nada pasó y la revisión al reglamento se vino abajo y, con seguridad, así seguirá. ¿Por qué afirmo esto? Porque éste ha sido uno de los puntos  más sensibles y delicados que puede abordarse en el medio normalista, dados los intereses y los conflictos que se desprenderían por la injerencia de varios “actores educativos” en el medio pero, además, porque en vísperas de la carrera presidencial hacia el 2018, dudo mucho que se haga llegar esa propuesta ante las instancias correspondientes para su aprobación. Ante tal situación, ¿quién en su sano juicio político querría entrarle al toro por los cuernos? Así de simple, así de complejo.

Por lo que concierne a algunos de los otros rubros que fueron mencionados, tengo mis serias dudas al respecto. Por ejemplo, se habló de alinear el trabajo que realizan las normales con lo que acontece en la educación básica pero, a fuerza de ser sincero, tal actividad, la realizan las escuelas normales, sus profesores y alumnos desde hace mucho tiempo. ¿Acaso nadie le dijo a tan flamante Secretario que los estudiantes normalistas realizan sus jornadas de observación y práctica docente en los preescolares, primarias y secundarias que son parte de esa educación básica que refiero? Caramba, hace falta que alguien le asesore y le asesore bien, porque independientemente de la curricula – bastante desfasada – plasmada en el Plan de Estudios para la educación normal que se ofrece en México, los normalistas, realizan esa vinculación para favorecer el proceso de enseñanza y de aprendizaje.

Por lo que se refiere al idioma inglés y la movilidad académica – tanto a nivel nacional y en el extranjero – que se propone, habría revisar cómo es que los estudiantes han realizado estancias en otras escuelas normales del país o bien, cómo es que han salido a otros países con el propósito de analizar la práctica docente en otros contextos. En este sentido es menester decir, que muchos de estos jóvenes, sobre todo los que han visitado Estados Unidos o Francia, han logrado certificarse en el idioma (la certificación es un requisito indispensable que debe cubrir el alumno normalista) para que puedan acceder a esa beca de movilidad que ofrece la Coordinación Nacional de Becas. ¿Quién eroga el recurso para esa certificación? Habría que preguntarle, a muchos padres de familia sobre ello. Ciertamente dicha coordinación ofrece un recurso para que los estudiantes solventen sus gastos en el extranjero, pero en las normales, aún se adolece de un efectivo programa de “certificación” para el logro de tal propósito.

En cuanto a los apoyos a la excelencia académica y los programas de investigación que se propusieron, podría decir mucho; sin embargo, me limitaré en esta ocasión – más por falta de espacio que de ganas –, que actualmente existe un programa denominado Estímulo al Desempeño Docente, pero que en los hechos, no estimula lo que debería estimular, y si beneficia a quien no debería beneficiar, y de eso saben muchos de los allegados al SNTE. Por lo que se refiere a la investigación, ésta comienza a tener forma y fondo, derivado del trabajo que ha impulsado el Mtro. Abraham Sánchez Contreras (de la DGESPE), no obstante que desde hace varios años se venía trabajando este rubro en las escuelas normales.

Sí, no me equivoco en afirmar que en días pasados presenciamos un circo educativo, donde el principal protagonista, cual maestro de ceremonias con sorbete, látigo y levita, presentó lo que desde su perspectiva, podría mejorar la educación normal en mi México querido. Cosa más lamentable fue ésta, porque si en verdad se pretende mejorar la educación que se brinda en esos centros escolares, lo primero que debió haber hecho, es sacar de en medio al SNTE y la corrupción que éste representa.

De lo demás, si no me equivoco, se trata de impulsar cada una de las acciones – y otras que requieren su atención –, a través de inyectarle mayores recursos económicos, una efectiva profesionalización del magisterio normalista pero, sobre todo, de revalorar la función sustantiva que éstas realizan.

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