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La reforma en retirada

 

Académicos que estudiaron las reformas educativas más importantes del siglo XX, como Hans Weiler y Torsten Husén destacaron por qué unas tuvieron éxito y otras fracasaron. Esos investigadores pusieron en juego muchos elementos conceptuales y políticos. Rescato uno de cada uno.

Husén arguye que las reformas que han tenido brillo se debe a que los dirigentes políticos que las concibieron (o apoyaron a sus diseñadores) eran conscientes de que la apuesta era al futuro y actuaron a la vez con cautela y contundencia. Lo más importante, mostraron un compromiso sólido con la reforma y, como diría Renato Leduc, le dieron tiempo al tiempo.

Para Weiler, uno de los principales factores, que explican el fracaso de las reformas, es que los dirigentes la ostentan con oratoria, pero cuidan más el capital político de corto plazo. Si una reforma beneficia sus afanes políticos apuestan por ella, pero si afecta intereses de grupos o partidos poderosos, tratan de disminuir los riesgos y abandonan el espíritu reformista.

En el primer caso los líderes políticos tienen al Estado en la cabeza, miran al porvenir. En el segundo, los dirigentes son prisioneros del plazo breve, no ven más allá del costo-beneficio inmediato.

peña nieto-nuñoPienso que estamos al comienzo de la retirada. Tengo la impresión de que el presidente Peña Nieto y sus allegados llegaron a la conclusión de que la reforma ya produjo lo que podía producir. Se quedarán con los cambios legales —trascendentes, no lo niego— incluso, disfrutarán la “gloria” de que la Suprema Corte les haya dado la razón en las controversias que impulsaron contra los estados que no alinearon sus leyes a los preceptos de la Ley General del Servicio Profesional Docente. Mas dejarán que el siguiente gobierno intente llegar al fondo.

Pero en este país los gobiernos siguientes arriban echando lodo sobre los precedentes y tratan de construir todo de nuevo; sólo mantienen lo que beneficie sus intereses.

Atención, no digo que el sistema educativo mexicano se paralizará. Los programas y proyectos en marcha que no impliquen conflictos graves continuarán: habrá más escuelas de tiempo completo, seguirá la aplicación del Fone, las evaluaciones de alumnos y docentes mejorarán en los siguientes ejercicios, se aplicarán fondos a la infraestructura escolar y se rendirán cuentas alegres de los números; además, el secretario Nuño tendrá una mayor exposición en los medios con visitas cada lunes a las escuelas —que se convertirán en ceremonias preparadas y rutinarias—, pero en lo sustantivo no habrá progreso.

Para que una reforma llegue al sanctum del sistema, el salón de clases, dicen los estudiosos, tiene que moverse por un camino que nadie dijo que fuera fácil; al contrario, está sembrado de riesgos. Pero no debe detenerse. Sospecho que a ésta el gobierno ya la está frenando.

La razón de mi recelo proviene de la declaración del subsecretario de Educación Básica, Alberto Curi Naime, de que no hay fecha definida para dar a conocer el nuevo modelo educativo para la educación básica (Excélsior, 26 de septiembre). Ahí están el freno y la falta de compromiso. Se suponía que la Secretaría de Educación Pública lo daría a conocer justo después del informe del Presidente para ponerlo a discusión de los maestros y la sociedad.

cambio-chuayffet2Pero si se hubiese hecho, llevaría el sello del exsecretario Chuayffet y no el del secretario Nuño. Así, de golpe, la SEP echa al cesto de la basura los 21 foros que en 2014 movieron a docentes, directores, supervisores, investigadores y organizaciones civiles a hacer propuestas. Los resúmenes de esos foros —elaborados por académicos independientes— ofrecen líneas claras de acción y proyecto. Además, en un lenguaje asequible a los maestros de base.

Hace más de un año que se entregaron las conclusiones y el subsecretario sólo dice: “Hay un gran avance en los trabajos que se están realizando, pero es un trabajo que queremos hacer con gran cuidado, a efecto de garantizar pertinencia, contenidos indispensables y calidad”.

Mi intuición me dicta que la instrucción en la SEP es “paren todo”. Hay que irnos con cautela y encontrar un sello propio a lo que se haga.

La reforma pedagógica, la que tiene el potencial de tocar a maestros, mejorar el aprendizaje de alumnos y convidar a padres de familia a participar en la educación de sus hijos ya se aquietó. En el mejor de los casos habrá un documento que deje testimonio de lo que se debe hacer, pero será al final del sexenio. Ya sin futuro.

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