Llevar al aula el modelo educativo en tiempos de cambio. El quid de la cuestión

Sergio Martínez Dunstan

El año pasado, escribí sobre el Modelo Educativo para la educación obligatoria frente a la llegada de un nuevo partido político al poder. Titulé mi texto “¡Va caer, va caer, el Modelo Educativo va caer!” (https://goo.gl/SBduqB) porque echar abajo el Modelo representaba la voluntad o el rechazo del magisterio dadas sus implicaciones laborales y pedagógicas para el ejercicio de la profesión docente. Dicen que “para muestra basta un botón” y respecto a estas implicaciones aludiré a un ramillete: por ejemplo, en cuanto a lo laboral, habría que considerar lo que trae consigo la implementación del programa de escuelas de tiempo completo, el ejercicio de la autonomía curricular para la gestión escolar y el trabajo docente así como el impacto que tienen en la relación contractual de los profesores ya ni se diga la evaluación de su desempeño sea cual fuera el modelo que se proponga. Con relación a lo pedagógico, lo que supone poner en práctica la propuesta de los clubes escolares o la operatividad de los lineamentos para la evaluación de los aprendizajes esperados, acreditación, regularización, promoción y certificación de los egresados de la educación básica, en concordancia con el Acuerdo Secretarial número 12/05/18 por el que se establecen las normas generales, sólo por mencionar dos aspectos los más relevantes según mi propio juicio.

Al parecer, el Estado Mexicano continuará con la rectoría de la educación en lo que respecta a la facultad de definir el currículo nacional. Y, también parece, que el planteamiento curricular se enriquecerá, de aprobarse el decreto de reforma al artículo tercero constitucional, aunque sus alcances aún son poco claros o bien a bien no se conocen todavía las posibles modificaciones curriculares. En el sexto párrafo de esta iniciativa enviada a la Cámara de Diputados (http://gaceta.diputados.gob.mx/PDF/64/2018/dic/20181213-II.pdf) señala textualmente que “la educación que se imparta en el país, deberá incluir en sus planes de estudio la promoción de valores, el conocimiento de la historia, la geografía, la cultura y las lenguas originarias de nuestro país, así como la activación física, el deporte, las artes, en esencial la música, las diversas manifestaciones culturales, y el respeto al medio ambiente”. De acuerdo con lo anterior me surge la pregunta ¿el Modelo Educativo para la educación obligatoria cubre estas expectativas? Si la respuesta fuera afirmativa entonces dicho modelo no sufrirá mayores cambios; de lo contrario, si no se cumplen, habrá que  realizar las correspondientes adecuaciones a los libros de texto y materiales educativos y/o emprender otra reforma a los planes y programas de estudio, al menos.

En lo que respecta al planteamiento curricular y al enfoque pedagógico, el currículo orientado al desarrollo de competencias continuará pues no detecto, por el momento, intenciones de modificarlo. De hecho, no percibo propósito alguno de cambiar el enfoque pedagógico del planteamiento curricular para ser más preciso. Si acaso, se le haría algún barnizado ligero o se incorporarían algunos contenidos temáticos sin alterar su estructura, sus componentes. Así lo creo porque de acuerdo a lo que observo, el desarrollo de competencias sigue siendo sigue siendo una tendencia mundial, basta traer a nuestra mente el pronunciamiento de la  Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura plasmada en el documento “Replantear la Educación. ¿Hacia un bien común mundial?” (2015).

Siendo así, a los profesores en servicio les viene bien, les conviene profundizar en el conocimiento y manejo del plan y los programas de estudio del Modelo Educativo. Ir más allá significa, toda vez comprendido el planteamiento curricular, dominar el enfoque pedagógico, la educación orientada hacia el desarrollo de competencias, aplicar con maestría la metodología pertinente para que la enseñanza detone el aprendizaje desde esta perspectiva. Que los alumnos se desarrollen plenamente conforme al tipo de mexicano que se quiere formar, como lo refiere el propio modelo educativo, que se desarrolle el perfil de egreso de la educación obligatoria. Pero, las competencias ¿se enseñan o se desarrollan? ¿cómo? ¿cuál es el rol de los docentes y cómo aterrizarlo consecuentemente en el salón de clases? ¿cómo trabajar en el aula con el modelo educativo en tiempos de cambio e incertidumbre? Son preguntas que los maestros frente a grupo se están formulando hoy en día. Además, para ellos, hay una dificultad adicional que radica en la etapa de transición entre dos modelos educativos. La Reforma Integral a la Educación Básica (RIEB) coloquialmente referida como “el 592” en alusión al número de Acuerdo Secretarial con el que se dio a conocer, y  el Modelo Educativo para la educación obligatoria sin contar la anunciada reforma al artículo tercero constitucional o la consecuente propuesta de un modelo totalmente nuevo.

El quid del asunto radica en la planeación de los aprendizajes esperados en congruencia con los fundamentos, el enfoque y los principios pedagógicos del Modelo Educativo. La planeación de aprendizajes tendientes hacia el desarrollo de competencias entendidas curricularmente como aprendizajes clave y reflejadas en rasgos propios del perfil de egreso. ¿Cómo trabajar entonces  en el aula con el modelo educativo en tiempos de cambio e incertidumbre? Ese es, desde mi punto de vista, el quid de la cuestión. Dicho de otra manera, sugiero a los maestros dejar de lado la improvisación, pensar y repensar el trabajo docente, prepararlo con antelación como producto de las prescripciones curriculares y la reflexión tomando como base su formación profesional, conocimientos y experiencia. Intercambiar ideas entre sus colegas a fin de ampliar sus horizontes, corresponsabilizarse de su formación, descubrir opciones formativas que les ayuden a resolver sus necesidades específicas a fin de cumplir con la atribución encomendada al margen o a la par de las capacitaciones oficiales o formales que recibe. Planear minuciosamente el aprendizaje por lograr en los alumnos y lo que el maestro va a realizar en el aula es fundamental para desarrollar el perfil de egreso prescrito en el Modelo Educativo.

Desafortunadamente, observo que los maestros reciben muchas sugerencias didácticas encontradas. Unas asociadas al modelo que este ciclo escolar dejará de aplicarse, otras encaminadas hacia la interpretación particular del modelo educativo en ciernes, algunas más cuestionando el modelo pasado y ponderando el actual o a la inversa y unas esperando lo que está por venir porque se coincide ideológicamente con la política actual o al contrario rechazándola porque su forma de pensar es divergente. Los maestros están saturados de información, y de exceso de indicaciones oficiales teóricamente infundadas en muchos casos, sobre enfoques pedagógicos y didácticos, recursos metodológicos y materiales educativos. Esta diversidad de puntos de vista y de propuestas provocan confusión y se alimenta de la ausencia de posicionamientos oficiales de las autoridades educativas. Curricularmente hablando ¿en qué nos quedamos? ¿en dónde estamos? ¿hacia dónde vamos? Propongo la didáctica al rescate de las indefiniciones y confusiones curriculares y pedagógicas. Así, el quid de la cuestión, independientemente del modelo, está en realizar una planeación didáctica pertinente que detone los aprendizajes con la romántica esperanza de la formación integral de los estudiantes.

Carpe diem quam minimun credula postero

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