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Mi complicidad con Latapí

Ornelas- LatapíLa vida académica implica muchas cosas más aparte de la docencia, la investigación y la difusión de la cultura. Los profesionales de diversas áreas se agrupan en ligas, academias, asociaciones, clubes u otro tipo de organizaciones con el fin de reproducir su hacer y la profesión misma. También persiguen crecer el interés de la sociedad en las labores de sus integrantes y, en consecuencia, aumentar el prestigio social de la organización y sus miembros.

Pablo Latapí Sarre, el patriarca de la investigación educativa institucionalizada en México, lanzó la iniciativa de formar la asociación que representará los intereses académicos de los investigadores y ofreciera una opinión calificada sobre todos los campos de la educación. La primera convocatoria la lanzó en la clausura del Primer Congreso Nacional de Investigación Educativa, en 1981. Vinieron años de crisis y dispersión, de desánimo social y de lucha por la supervivencia individual. Mas él porfió y bajo su elegía nació el Consejo Mexicano de Investigación Educativa, el Comie, en septiembre de 1993.

El fin principal del Comie es promover la investigación educativa dentro de los estándares científicos de calidad. Al igual que todas las asociaciones serias y consolidadas, tiene sus publicaciones y reuniones periódicas (congreso nacionales bienales y asambleas al menos una vez al año). En éstos, además de discutir asuntos de la profesión y opinar sobre cuestiones de coyuntura de la política educativa, se crean rituales y se realizan ceremonias  con el fin de fortalecer sus símbolos.

Al igual que en otras organizaciones académicas del mundo, los integrantes del Comie decidieron en 2008, ofrecer cierto tipo de laurel especial para sus miembros que, a juicio de sus pares, merecieran una distinción, una especie de emeritazgo, mas sin tanta parafernalia. En la Asamblea de Cuernavaca de aquel año, los socios decidieron entregar el Reconocimiento COMIE al Mérito cada dos años a colegas sobresalientes. Un símbolo de distinción.

Un punto crucial en las discusiones que se llevaron a cabo para otorgar este reconocimiento, es que no sería un premio; no sería un concurso para otorgar un galardón cada determinado tiempo, sería la consideración a la trayectoria académica de largo plazo, a la dedicación de toda la vida. Se otorgaría a una o más personas que a juicio de un comité especial y del Comité Directivo reúnan ciertos atributos que se mencionan en la convocatoria respectiva. Incluye ser un investigador en activo, producción constante, prestigio académico y ser conocido en varios ambientes.

Acaso el primer y más destacado candidato para recibir el primer Reconocimiento COMIE al Mérito en 2009, hubiera sido Pablo Latapí, mas falleció el 3 de agosto de ese año. La Asamblea decidió nombrar el Reconocimiento como “Pablo Latapí”, en honor a su trascendente labor y también como homenaje a su memoria.

Desde entonces, tras un mecanismo de selección que excluye la auto propuesta, ha habido cuatro promociones de recipiendarios del Reconocimiento COMIE al Mérito Pablo Latapí. La ceremonia de entrega, a pesar de ser ritual, no es de una formalidad abrumadora; es sencilla y, como se da al final de un Congreso, los asistentes ya están cansados y hay poca asistencia a la entrega. Sin embargo, es emotivo para quienes asisten y más para quienes la reciben; la estampa del reconocimiento es perenne, no se agota en un protocolo.

En la Asamblea de socios de 2009 se entregó a tres discípulos directos de Pablo Latapí: Felipe Martínez Rizo, Sylvia Schmelkes y Carlos Muñoz Izquierdo; en la Asamblea de 2011 a María de Ibarrola y Ángel Díaz Barriga; en la Asamblea de 2013 a Alfredo Furlán y Eduardo Weiss. Todos ellos investigadores con credenciales de grueso calibre y una producción demostrada en décadas de trabajo académico consecuente.

Aunque todavía no se realiza la Asamblea de 2015 —será durante la celebración del XIII Congreso Nacional de Investigación Educativa en la ciudad de Chihuahua, en noviembre próximo— el Comité directivo ya dio a conocer a quienes se hicieron acreedores a dicho reconocimiento. El anuncio fue el 3 de agosto, el mismo día en que se cumplieron seis años del deceso de Pablo Latapí.

Este año, como ya lo publicó Educación Futura, los homenajeados seremos Teresa Yurén, Romualdo López, Rosa Nidia Buenfil y yo.

Considero que este es uno de los mayores honores que he recibido en mi carrera. Agradezco al Comité Directivo que me haya seleccionado y a quienes apoyaron con su firma la carta que elaboró mi amiga y ex alumna del doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco, Lucila Parga Romero. No oculto mi contento y recibiré con orgullo el diploma y la medalla conmemorativas.

Será otro acto de complicidad entre Pablo Latapí y yo.

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