Nuevas disposiciones de evaluación y acreditación en educación básica

Octavio Pérez Cabrera*

A propósito de la polémica surgida a partir del acuerdo 11/03/19 (vale la pena leer el texto amplio), que establece las normas generales de evaluación del aprendizaje, acreditación y promoción de los educandos en educación básica. En cuyo artículo 11, numerales I y II, incisos a y b, que a la letra dicen: “La educación preescolar y la educación primaria en sus grados de primero y segundo, se acreditarán con el solo hecho de haber cursado el grado correspondiente” (DOF: 29/03/19).

La crítica que se ha hecho a esta nueva disposición, radica en que se entiende que, en el nivel y grados mencionados no habrá reprobación de alumnos, pero se ha mal entendido, confundiendo el pase automático como sinónimo de no aprendizaje, pues carece del sustento numérico llamado calificación, previo a un examen denominado evaluación de aprendizajes.

Sin embargo, cabe señalar que, la evaluación es un proceso complejo, que no se limita a poner una calificación, en dado caso, el número es resultado del camino recorrido por los alumnos, es una simple y subjetiva manera de decir que el alumno cuenta con los aprendizajes esperados para estar en un determinado nivel.

Lo planteado en el nuevo acuerdo sobre “no reprobación” en los grados inferiores, radica en reconocer que en ese nivel, los alumnos aprenden de diversas formas y en distintos niveles cognitivos, hay alumnos más avanzados que otros y, la tarea del docente está puesta en articular una flexibilidad curricular para implementar las estrategias necesarias para que todos los alumnos alcancen los aprendizajes esperados, de acuerdo a cada proceso individualizado, en este sentido, sería incoherente evaluar a todos por igual y no por ello un alumno no merezca avanzar a un siguiente nivel, sino que, debe ser en función del esfuerzo y los logros individualizados.

No sólo es el hecho de que al niño o niña les sea afectado su estado emocional, como lo plantea el Secretario de Educación Esteban Moctezuma en sus entrevistas, al estigmatizarlos a tan temprana edad como seres incapaces de lograr o adquirir aprendizajes, en función de una evaluación simbolizada a través de un número y, que esto repercuta en lo futuro para su estabilidad socioemocional, sino que, el problema más bien está en limitar a esa evaluación en la aplicación de exámenes para saber si los alumnos tienen o no los conocimientos para cursar un siguiente nivel y catalogarlos como idóneos. Ante tal situación y, como Pedagogo y profesor de educación primaria, una evaluación así pensada no necesariamente mejora los aprendizajes, que es la preocupación de muchos ante esta nueva normativa de acreditación y promoción, la experiencia me ha evidenciado que, un examen y un número no siempre reflejan los aprendizajes adquiridos y mucho menos las habilidades socioemocionales que se espera desarrollen los alumnos.

En virtud de lo anterior, es necesario enfatizar que una evaluación se debe de entender como un proceso que nos proporciona los elementos suficientes para tomar una decisión responsable y fundamentada, así pues, es imperante la apuesta por una evaluación formativa en el Sistema Educativo Nacional, en la que “docentes y educandos compartan metas de aprendizaje y evalúen de manera permanente sus avances a través de la obtención variada de evidencias y, que dicha evaluación formativa considere todo el trabajo cotidiano como útil para orientar el proceso y, así poder tomar las decisiones más oportunas para obtener el máximo logro de aprendizaje” (DOF: 29/03/19).

Para finalizar, ante todo esto sólo queda una pregunta: ¿Cuál y cómo debe ser la mejor manera de evaluar y, así saber que alguien ha adquirido los aprendizajes?

*Maestro en Gestión de la Convivencia en la Escuela. Violencia, Derechos Humanos y Cultura de Paz. Por la Universidad Pedagógica Nacional y la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal. Licenciado en Pedagogía por la Universidad Pedagógica Nacional y Profesor de Educación Primaria.

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