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Oaxaca, CNTE y Murat: panorama embrollado

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Alejandro Murat Hinojosa tomó posesión del cargo de gobernador de Oaxaca en un contexto que presagia borrascas. En el ámbito nacional, la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos nos trae de cabeza; en la trama local, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación mostró sus garras.

Destaco dos elementos del discurso del nuevo gobernante: 1) recibe un estado colapsado, 2) convoca a la CNTE a un diálogo por Oaxaca. Del primer punto no hay mucho que decir, excepto que el mandatario saliente, Gabino Cué, podría expresar que él lo recibió en la misma situación que el gobernador José Murat, padre del actual. El colapso parece ser el síndrome oaxaqueño desde los años 90.

El segundo punto causa espanto, aunque la CNTE pueda estar contenta, le dio al gobernador una “caladita” de su tecnología del poder. Ya le tomó ventaja, es un augurio de que los maestros disidentes obtendrán, como en el pasado, beneficios concretos.

Las rutinas, reglas y símbolos de la tecnología del poder de la sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, la cabeza de la CNTE, conjugan dos elementos. El primero de naturaleza política (negociación) y, el segundo, de orden instrumental, con el fin de fortalecer su estrategia de componenda con cualquier gobierno.

La S22 siempre declara estar dispuesta a negociar, litiga que tiene propuestas para la educación de Oaxaca. Tiene dos instrumentos, uno práctico, el otro alegórico. El primero es la presión vía movilizaciones, paros en escuelas y bloqueo de instalaciones. Hoy, del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca desde hace cinco meses o el cerco que impuso a la sede del Congreso local. La S22 quería impedir —y lo logró— la toma de protesta del gobernador conforme a la norma, lo hizo en un sitial ajeno.

La herramienta simbólica de los líderes de la S22 encierra en una retórica que apela a la corrección política. Se declaran protectores de la escuela pública, atacan al gobierno “neoliberal” y, en sus alusiones, se ponen en un estrado de superioridad moral. Dicen representar la esencia de los atributos del magisterio: dedicación, honradez, diligencia y amor por los niños y su trabajo.

Esa oratoria es para consumo externo. Una vez que logran sentar a alguna autoridad a negociar, se manifiestan los dispositivos más eficaces de su tecnología del poder: amenaza, chantaje y extorsión. Éstos son los elementos que configuran las prácticas clientelares que encarna la CNTE.

La S22 amagó al nuevo titular del ejecutivo estatal: levantó el paro de 48 horas, pero advirtió que puede ir a la huelga si no se efectúa pronto el diálogo al que se refirió el gobernador. La amenaza es patente. Vamos, primero, por la regularización de seis mil docentes que ingresaron por encima de la norma; después, por la abrogación de la enmienda constitucional.

La segunda postura es una balandronada. Los líderes saben que no pueden echar abajo las reformas a la constitución ni derogar las nuevas leyes. No obstante, con ella —y su retruécano de proteger a la escuela pública del designio privatizador— chantajean a las autoridades porque, aunque parezca increíble, hay quien todavía confía en esa oratoria.

La mecánica de la movilización, la amenaza y el chantaje asegura un punto de apoyo a los líderes de la S22 para comenzar cualquier negociación desde una posición de fuerza. Por lo pronto, parece que desafiar a Alejandro Murat les rindió frutos. Están listos para la extorsión.

RETAZOS

No es que fuera santo de mi devoción, mas estoy convencido de que Ulises Lara López es quien ha realizado una mejor —o menos desastrosa— labor al frente del Instituto de Educación Media Superior de la Ciudad de México. Lo corrieron de fea manera. Moraleja: sigue en la mediocridad y la harás.

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