Pedaleando cuesta arriba

Sergio Dávila 

Los ciclistas deben superar en su trayecto tres fuerzas principales: la resistencia de rodamiento, la resistencia del aire y la fuerza de la gravedad. La combinación de éstas, dependiendo de las condiciones del camino, exige del competidor una estrategia diferente para conducirse en terrenos irregulares, días ventosos o empinadas cuestas. 

Cuando se va en ascenso la fuerza de gravedad debe superarse disminuyendo la velocidad y la cadencia de pedaleo. Es en las cuestas donde se definen muchas carreras gracias a la estrategia implementada por los competidores. Aquellos que por neófitos o imprudentes pretenden continuar pedaleando de la misma forma que en una planicie, pueden agotarse en el intento, perder el equilibrio y hasta caer con dolorosas consecuencias. 

La docencia en su no deseada, pero irremediable modalidad a distancia se parece a una larga vuelta ciclista en la que los docentes también han de enfrentar dificultades: 

  • La resistencia de rodamiento está relacionada con la dificultad natural de aquello que se pretende enseñar. Existe también en modalidad presencial y tiene que ver con la materia y las tareas encargadas. Es común que los estudiantes rechacen aquello que no consideran valioso o útil. A la mayoría no les gusta memorizar datos, llenar fichas de investigación o realizar mapas conceptuales. 
  • La resistencia del aire que de manera un tanto aleatoria hace que por tramos el pedalear sea más difícil, puede compararse con las dificultades técnicas que experimentan docentes y estudiantes para la educación a distancia. De pronto falla el internet, se congelan las imágenes, falla el audio, no se termina de descargar un archivo o se acaban los datos del celular. Ráfagas de obstáculos que provocan que los menos motivados o comprometidos, abandonen la competencia.
  • La fuerza de gravedad que en una pendiente se añade a las dos fuerzas anteriores, puede compararse con una amenaza a la motivación de docentes y estudiantes. Cuando la carrera empieza, todos estamos motivados, nos sentimos acompañados y apoyados por el público presente. Todo es novedad y con el conteo de salida, se liberan dopamina, endorfina y adrenalina que nos permiten ir hacia adelante. Pero después de tiempo, y cuando el camino presenta planos inclinados por ascender, se requiere de determinación y estrategia para superar esta fuerza que parece empeñada en dificultar nuestro avance. Es necesaria estrategia, esfuerzo y compromiso para seguir pedaleando. Para echar el cuerpo adelante y tratar de contrarrestar con ello nuestro peso y el de la bicicleta. 

El día de hoy regresan a clase para iniciar un nuevo semestre la mayoría de los 5 millones de estudiantes de educación media superior en nuestro país. Son muchachos de entre 15 y 17 años que también iniciaron esta inesperada vuelta ciclista en marzo de 2020 y que dieran cualquier cosa porque terminara para regresar a la escuela a reencontrarse con sus compañeros. Ya vivieron un semestre en el que tuvieron clase con profesores a los que aún no conocen en persona, y han aprendido formas de resistencia para aprobar con el mínimo esfuerzo. 

El doctor Roberto Rosler propone tres elementos que afectan la motivación de los estudiantes:

  • La tarea. Es decir, aquello que los docentes les pedimos aprender o hacer. Evidentemente es la resistencia de rodamiento. ¿Cómo hacer atractivo el estudio de los productos notables o de los géneros literarios? Por supuesto que hay profesores que logran transmitir su pasión y gusto por la física, la historia o la ética, relacionando los temas con los intereses reales de los estudiantes o encargando trabajos en los que involucren su creatividad.
  • El docente. La relación personal del docente con los estudiantes es otro pilar de la motivación. Existen los que en su relación con los estudiantes saben trascender las barreras de la distancia y comunicarse de manera efectiva y afectiva con ellos. Saben despertar el interés por los temas de estudio, por la lectura de un buen libro o por la adopción de actitudes y valores. Esta relación, a distancia o presencial, es capaz de despertar vocaciones o de inhibir el deseo de estudiar y continuar en la escuela. 
  • Las calificaciones. La aprobación o reprobación es también un elemento que incide en que los estudiantes se motiven. Es claro que en nuestro sistema educativo les damos todos, autoridades, padres de familia, maestros y estudiantes; más importancia que la que deberían tener, pero precisamente por ello, sabemos que muchos estudiantes sólo estudian y hacen aquello que incide en sus calificaciones. 

La combinación de estos elementos dará como resultado diversos tipos de alumnos. Ofrezco de antemano disculpa por las etiquetas, que son de mi autoría y no del Dr. Rosler. Deben entenderse como caricaturas de las actitudes y nunca de las personas. 

  • Los Zombies que han abandonado las clases porque no les motiva ni la tarea, ni el docente y se sienten incapaces de aprobar. No se dan de baja, quizás para mantener la beca o para no tener un problema con sus padres, pero no participan de las actividades y acumulan materias reprobadas. Lamentablemente es un número significativo y creciente de estudiantes los que pueden clasificarse en este grupo.
  • Los Godínez que por tener una buena relación con los docentes o por cultura familiar, harán lo estrictamente necesario para aprobar. Dócilmente memorizarán los conocimientos en forma temporal para contestarlos en un examen, pero no les interesan los contenidos de las clases. Jamás leerán un libro completo, y en un trabajo de equipo se limitan a investigar y exponer “su parte”. Es un grupo tan numeroso como el anterior. A veces da satisfacciones en la relación personal y en el ambiente de clases ya que no se enfrentan a los profesores, pero es muy frustrante revisar sus trabajos o exámenes. 
  • Los Nerds que tienen un interés genuino en los temas del curso, sobresalir en calificaciones y que, quizás por lo anterior, no tienen problema alguno en su relación con los docentes. Y sí, adivinaron, son una minoría en peligro de extinción, amenazada por la educación a distancia. 

 

Iniciar un nuevo semestre a distancia es como subir una cuesta en bicicleta. A las ya existentes resistencias de rodamiento y del aire, se añade la fuerza de gravedad que es la pesada desmotivación de los estudiantes. 

Lo mismo que un ciclista competitivo que estudia las condiciones del trayecto en cada etapa para definir su estrategia, los docentes podemos tomar en cuenta los elementos que definí anteriormente para incidir en la motivación. ¿Cómo hacerlo?

  • Asignando tareas y trabajos que resulten atractivas para los estudiantes. Tareas que les gusten y en las que sepan que pueden tener éxito durante su elaboración. Es tiempo de dejar menos tareas y seleccionar aquellas que les sean significativas, que les permitan explorar sus capacidades siendo prosumidores de tecnología. 
  • Privilegiando la relación personal por sobre cualquier contenido. ¿Nos hicimos docentes para incidir en el desarrollo de nuestros estudiantes y hacer de ellos mejores personas o sólo para transmitir conocimientos y dictaminar su incorporación en la memoria de largo plazo?
  • Pasando de una cultura de la evaluación del aprendizaje que de manera bancaria mide hasta con centésimas el cumplimiento de tareas y calificación de exámenes a una de evaluación para el aprendizaje donde las actividades encargadas al tiempo de promover aprendizajes y desarrollo de competencias sirven como evidencia de estos. 

Es tiempo de redoblar y administrar los esfuerzos. La cuesta no puede ser eterna y los cambios que incorporemos ahora en nuestra técnica de pedaleo docente, redundarán en ahorro de energía para cuando iniciemos el anhelado descenso. 

 

Sergio Dávila Espinosa

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