Precariedad laboral del magisterio

Gregorio Hernández Zamora

Asomarse a las condiciones laborales y salariales del magisterio mexicano, desde preescolar hasta universidad, da miedo. Si algo han hecho las políticas del Estado en los últimos 40 años es degradar y devaluar la profesión docente, llevando a un gremio que antes tuvo cierto estatus social y económico hacia una precarización continua y feroz. La caída en su estatus socioeconómico y profesional es patente y no hace falta una gran investigación científica para percatarse de esto. Lo sorprendente, es que mientras los discursos y reformas educativas pregonan el derecho a la educación y a la calidad educativa, la devaluación de los docentes parece más la acción de un país hostil cuyo objetivo fuese destruir nuestra capacidad para formar ciudadanos informados, críticos, capaces y educados en un sentido amplio. Sin embargo, la caída en los ingresos reales de los maestros es tan sólo un trazo en el sombrío y complicado cuadro de la educación en México. Para entender un poco los alcances de la precarización magisterial, haré enseguida una revisión del concepto de precariedad, presentaré algunos casos de maestras mexicanas, y cerraré con algunas reflexiones sobre la significación de todo esto.

Definición

Según el diccionario de la RAE, precario es aquello “de poca estabilidad o duración, y aquello que no posee los medios o recursos suficientes” (RAE 2022). Otras definiciones incluyen adjetivos como incierto, inestable e inseguro. Por su parte, los teóricos sociales profundizan en los sentidos de la precariedad. El sociólogo británico Anthony Giddens define la precariedad laboral como “inseguridad ontológica” (Giddens 1990), es decir, una forma de ser que nos ha sido impuesta y se ha naturalizado. Su colega, el sociólogo polaco Zygmunt Bauman señala que la precariedad, la inestabilidad y la vulnerabilidad son el rasgo más extendido y doloroso de las condiciones de vida contemporáneas (Bauman, 2003: 160–161). Por su parte, la filósofa estadounidense Judith Butler afirma que la precariedad se ha convertido en sí misma en “un nuevo régimen, un modo hegemónico de ser gobernados y de gobernarnos a nosotros mismos” (Butler, 2015, p. vii), idea que coincide con la del sociólogo francés Pierre Bourdieu, para quien la institucionalización del trabajo precario ha engendrado “un modo de dominación de nuevo tipo” (Bourdieu 1998: 85). En resumen, precariedad no sólo es una condición individual de inseguridad, incertidumbre, y vulnerabilidad económica, sino un orden social que implícitamente instituye un control político y social sobre los trabajadores.

Salarios

Veamos ahora el tema de los salarios y condiciones de trabajo del magisterio. Para tener puntos de referencia tomemos el salario mínimo general que este año 2022 subió en México a 172 pesos diarios, es decir $5,160 pesos mensuales. Por su parte, el salario mínimo en EU es de 7.25 USD por hora; así lo establece el gobierno federal, pero varía entre estados y ciudades, llegando en muchos casos a 15 o 16 dólares la hora. Si tomamos el más bajo, de 7.25 dólares, en una jornada de 8 horas un trabajador gana 58 USD/día, y en un mes 1,174 USD. Convertidos a pesos mexicanos da $34,887 al mes, al tipo de cambio de hoy. Considero indispensable tomar el referente de los salarios en EU, porque ahí viven más de 30 millones de mexicanos y su motivación principal para abandonar este país es justo el pánico que provocan los salarios generales y profesionales en México.

Resumiendo, el salario mínimo mensual en México es de 5,160 MXP, y en EU de casi 35,000 MXP. Sin embargo, he vivido 7 años en EU y debo decir que es rarísimo el trabajador mexicano, incluso indocumentado, que gane ese salario mínimo. Todos tienen ingresos mucho mayores. Ahora bien, el salario mínimo de maestro en los estados más bajos es de aprox 3,300 USD/mes, equivalentes a 66 mil MXP.

Veamos ahora los salarios del magisterio mexicano. Este año 2022 el salario de maestro de primaria pública está entre 10 y 12 mil pesos mensuales, es decir casi 2 salarios mínimos mexicanos, y menos de un tercio del salario mínimo de EU. Así lo confirmaron maestras de Oaxaca, Estado de México, y Ciudad de México que consulté, lo mismo que los tabuladores oficiales de la SEP.

Por su parte, en secundarias públicas el salario es de aproximadamente 275 pesos por “hora-semana-mes”, concepto raro, inventado por la burocracia para ocultar que en realidad se paga la mitad de eso. Es decir, si un maestro tiene, por ejemplo, 10 horas a la semana, multiplicadas por $275, debería ganar $2,750 a la semana, pero no es así. Los $2,750 son a la quincena, por lo que realmente el pago por hora es de $137 aprox. Para vivir o sobrevivir con esa cifra, un maestro de secundaria necesita conseguir horas a como dé lugar, y generalmente esas horas no son en la misma escuela, ni en la misma materia, ni en el mismo turno, ni en el mismo barrio.

Dos ejemplos reales. Un maestro de Ciudad Neza logró conseguir 48 horas, 24 en la mañana y 24 en la tarde. Eso ya es raro y violatorio de derechos laborales, pues trabaja más de 40 horas. Pero bueno, con esas 48 horas gana $13,200 quincenales, es decir, $26,400 mensuales. Suena mucho, pero le descuentan aproximadamente $2000 entre servicio médico, ahorro de retiro, sindicato e ISR, así que le quedan unos 24 mil al mes, equivalentes a unos 4 salarios mínimos de México, 2 tercios de salario mínimo general de EU, y un tercio de salario mínimo de maestro de EU.

Ejemplo 2. Una maestra de secundaria en Iztapalapa, Ciudad de México, con 26 años de antigüedad, tiene en total 39 horas repartidas en 9 distintas “claves”, lo que le da un ingreso de $9,510 /quincena, es decir $19,020 al mes. Podría pensarse que es “privilegiada”, pues su ingreso equivale a casi 4 salarios mínimos de México y casi medio salario mínimo de EU. 19 mil pesos parecen mucho, comparado con los precarios sueldos de la gran mayoría de maestros de primaria y secundaria. Pero esta maestra atiende 12 grupos de 40 alumnos cada uno, es decir, tiene ¡480 alumnos!

¿Quién en su sano juicio podría pensar que un maestro que da 48 horas de clase a la semana, o una maestra que tiene casi 500 alumnos, son maestros “privilegiados”? ¿Y qué calidad de enseñanza-aprendizaje imaginan que pueden ofrecer maestras y maestros que viven eternamente exhaustos, estresados y abrumados por una carga de trabajo verdaderamente inhumana?

No por nada, entre el magisterio de secundaria se han acuñado y popularizado expresiones como “maestro hora-taxi” (aquellos que corren de escuela en escuela), “correr tras la chuleta” (necesidad urgente de comer) o “domingos de pancita y birria” (para referirse a los maestros que literalmente venden pancita y birria los fines de semana para completar el gasto).

Como lo dijo una de mis informantes, hay precariedad porque lo que pagan no equivale al tiempo y esfuerzo que en realidad se hace. Los maestros tienen dos horarios: el horario presencial de dar clase, y el horario no presencial del trabajo extra que se realiza en casa. Un trabajo extra horario que no se ve ni se paga: calificar tareas y trabajos, hacer planeaciones, reportes, comisiones y demás. Lejos de la idea mediática de que si un maestro tiene 20 hrs sólo trabaja 4 hrs diarias, en realidad trabaja muchas horas extra en casa. Por cierto, esta sobrecarga de trabajo extra-aula está impidiendo a muchos poner su puesto de pancita y birria los fines de semana. Así que, doble precariedad.

Hasta aquí he dado datos sólo de sueldos en primarias y secundarias públicas. Pero la precariedad salarial y laboral se extiende desde el preescolar hasta el posgrado. Me consta porque la mayor parte de mis 30 y tantos años de antigüedad fui profe de asignatura en la UNAM y renuncié porque francamente no me alcanzaban los mil pesos mensuales que me daban, incluso cuando fui profe de posgrado. Asimismo, en mi sondeo recibí mensajes de profes de escuelas y universidades privadas y aunque superficialmente podría parecer que no están peor que en las públicas, es sólo una ilusión. Una de ellas cuenta: “Estuve como maestra de clase especial (lectura) y bibliotecaria de primaria y secundaria en una escuela particular. Tenía 9 grados distintos y 18 grupos de 30 alumnos cada uno, aprox. Me pagaban 12 mil al mes y sentía que no era suficiente para todo lo que hacía”. Y otra colega, profesora de la prepa de una prestigiosa universidad del Norte, gana $22,000 mensuales, atendiendo a 4 grupos de 28 alumnos cada uno. Pero explica: “Todo parece maravilloso hasta ahí; pero la precariedad se enfrenta en el tipo de contrato: firmas contrato en enero y termina en mayo. Los meses siguientes todos tus derechos quedan suspendidos (IMSS, Infonavit, etc.); se abre nuevamente contrato en agosto, pero eso depende de la evaluación que te hacen los alumnos de manera bimestral, si no sacas 9, ¡pum!, te dan cuello. Ese es el gran elemento de sometimiento que vivimos en las privadas: acá hay una mayor solvencia, pero siempre hay miedo”.

Podríamos dar datos de los maestros normalistas, o de los de la UPN, o de los de cualquier otro nivel o subsistema. Pero una cosa es clara: si para ser maestro hay que estudiar tanto, incluso tener posgrados, y acabas subsistiendo bajo estas condiciones, lo más sabio es desertar y enrolarte en otro tipo de actividades o de plano irte de mojado al Norte. No por nada 34 millones de paisanos viven allá y, como lo acepta el actual presidente AMLO, sus remesas siguen siendo el principal aporte al gasto de las familias mexicanas. Qué bonito país, ¿no creen?

Precariedad y dominación

Para cerrar, volvamos a la idea de los teóricos de que la precariedad laboral es un nuevo modo de dominación. ¿Por qué dirán esto? Por límites de espacio, esbozaré apenas una hipótesis. Ser pobre es igual que vivir en una cárcel: no quieres pasar ahí el resto de tu vida. Eso te obliga a usar tu cuerpo y tu mente para encontrar maneras de escapar de esa prisión invisible. Vivir en la precariedad es vivir al día, luchando desesperadamente para llevar el pan a tu mesa, pagar la renta, capotear las deudas, etc. En esas condiciones es muy difícil pensar en otra cosa, especialmente en ideas elevadas, creativas y sofisticadas. La CIA gringa, que todo lo sabe, tiene estudios científicos que demuestran que el pensamiento autónomo y creativo se desactiva en una persona sometida a la esclavitud de la sobrevivencia inmediata. Y Paulo Freire, nuestro filósofo y pedagogo crítico latinoamericano, también entendía bien esto, cuando escribió: “El tipo de criaturas que son los seres humanos depende del tipo de trabajo que hacen, del control que tienen sobre éste, y de su habilidad para actuar creativamente de acuerdo con sus propias elecciones y decisiones…” (Freire 1970: 225-226). Si recordamos los testimonios arriba expuestos, cabe preguntarnos: ¿Qué capacidad de pensar creativamente y de acuerdo con sus propias elecciones y decisiones tiene un maestro que trabaja mañana, tarde, noche y fines de semana; o una maestra que tiene 500 alumnos? Reducir a la precariedad económica es un método perfecto de esclavizar mentalmente a la población. Pero cuando esa población son los educadores de un país, el golpe es doble. Se anula la libertad de profesionistas cuyo trabajo es justo enseñar a ser libres, creativos y autónomos a los demás. ¿Puede hacer esto alguien cuya libertad, creatividad y autonomía son casi nulas?

Referencias

Bauman, Zigmunt (2003). Modernidad Líquida. Buenos Aires: FCE.

Bourdieu, Pierre (1998). Acts of resistance: Against the tyranny of the market. Cambridge: Polity Press.

Butler, Judith (2015). Foreward. In Lorey I. (Ed.), State of insecurity: Government of the precarious. London: Verso.

Freire, Paulo (1970). Pedagogía del oprimido. México: Siglo XXI.

Giddens, Anthony (1990). The Consequences of Modernity. Cambridge: Polity Press.

Real Academia Española. (2022). Precario. En Diccionario de la lengua española (23.a ed.). Recuperado de https://dle.rae.es/precario?m=form

 

Profesor-investigador UAM-Xochimilco

* Ponencia elaborada por invitación para los Foros por el futuro de Oaxaca. Mayo, 2022.

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