Prepararse para el peor escenario

Fidel Ibarra López

Las escuelas particulares deben prepararse para el peor escenario. Y la clave para ello está en la planeación estratégica. El “trabajo por urgencias” no es una opción en la situación que estamos viviendo.

Desde la década de los 70’s del siglo XX, Edgar Morin viene trabajando con el paradigma de la Complejidad. Y desde ese tiempo a la fecha, ha venido señalando la pérdida de la impredecibilidad. O dicho, en otros términos, la pérdida de futuro. En ese sentido, el autor francés llegó a afirmar que: “Una gran conquista de la inteligencia sería poder (…) deshacerse de la ilusión de predecir el destino humano” (Morin, 1999). ¿Por qué? En palabras prácticas, porque “lo único seguro es que nada está seguro”. Y, en ese marco, sería ocioso intentar predecir lo que va a ocurrir a futuro. En todo caso, si el signo de los tiempos es la “impredecibilidad”, lo pertinente sería “aprender a vivir en la incertidumbre” para enfrentar de una forma más adecuada “la relación antagónica, competente y complementaria entre el orden, el desorden y la organización”. (Ibid., p. 38). 

No obstante, desde la perspectiva del filósofo –que en estos días acaba de cumplir 100 años y ha sido objeto de homenaje en su país natal y en otros espacios académicos internacionales-, el fenómeno de la complejidad no era del todo comprendido por los individuos, debido a que no formaba parte de su cotidianidad. Eso ha cambiado con la contingencia sanitaria que estamos viviendo. La pandemia de la Covid-19 ha instalado en la mesa de cada familia el concepto de la complejidad, porque la pandemia ha trastocado el estilo de vida de las personas. Nada es sólido –para citar a Bauman-, todo cae en el marco de la incertidumbre. Y como señala Morin, tenemos que aprender a vivir con ello. 

Ahora bien, ¿cómo hacerle frente a la incertidumbre? A decir de Morin, con un análisis a conciencia sobre el escenario que se tiene enfrente, junto con una toma de decisión adecuada y una estrategia para examinar las certezas, las incertidumbres, las probabilidades y las improbabilidades. Utilicemos este método propuesto por Morin, para analizar el caso de la complejidad de nuestro objeto de estudio; esto es, el escenario de las escuelas particulares. 

Para tal efecto, parto de lo siguiente: el escenario que enfrentan las escuelas particulares es de suma complejo. Al ser instituciones privadas, dependen de las condiciones de la economía nacional para mantenerse en el mercado. Y en ese plano, el escenario es del todo adverso: del 2019 a la fecha, el PIB de la economía mexicana ha manifestado una tendencia a la baja. Y eso no beneficia a ninguna empresa en lo particular, porque impacta directamente en sus proyecciones a futuro dado que se mina la confianza de los consumidores. La economía es percepción, si los individuos perciben que las condiciones son desfavorables, se abstienen de consumir o de invertir. Y ello le pega de forma directa a las empresas. 

Lo anterior se ha complejizado todavía más con la irrupción de la pandemia. De acuerdo con un estudio del INEGI, el impacto de la pandemia se ha traducido de formas diversas: en el cierre de empresas; en la reducción de ingresos –hasta en un 33% en abril del 2020 y febrero del 2021-; en la baja demanda; y escasez de insumos y productos; así como el cierre temporal de las actividades –entre 18 y 15 días-. Además, las expectativas de las empresas –para los próximos meses- no son del todo favorables, dado que, en el escenario más optimista, solamente el 57.8% de las empresas –de un total de 5,969 empresas encuestadas- consideran que los ingresos van a aumentar. (INEGI, 2021). Por tal motivo, las empresas se han visto en la necesidad de despedir personal; o reducir las remuneraciones y/o prestaciones a los empleados. 

Bajo este marco, ¿qué han solicitado las empresas al gobierno federal en todo este proceso pandémico? Para contestar, recurro nuevamente a INEGI: a) Apoyos fiscales; b) Aplazamientos de pagos a créditos o servicios; b) Transferencias de efectivo; y d) Acceso a créditos nuevos. Ahora bien, ¿han tenido acceso a esos requerimientos las empresas? No. A lo sumo, las microempresas han tenido acceso a un crédito de 25 mil pesos, pagadero a 3 años con un impuesto del 1 por ciento mensual. Es todo. Todo lo demás ha transcurrido como si no hubiese un escenario adverso para las empresas. No se ha detenido el pago de los impuestos, ni tampoco el pago de los servicios. En ese sentido, bien se puede afirmar que las empresas están solas ante esta gravísima situación económica. Y en esa condición, tendrán que usar recursos propios para enfrentar el escenario. 

En el caso de las escuelas privadas, de acuerdo con la Asociación Nacional para el Fomento Educativo y la Asociación Nacional de Escuelas Particulares en la República Mexicana, al final del ciclo escolar 2019-2020 operaban 49 mil 642 escuelas particulares, pero debido a la baja inscripción, así como a la deserción de los alumnos, se estima que sigan operando 27 mil 985 unidades para el ciclo escolar 2020-2021, lo cual representaría el cierre del 43.6% de las escuelas. (El Financiero, 10 de agosto del 2020). 

Ahora la atención se orienta hacia las escuelas que se mantienen en pie. Y la pregunta obligada es, ¿qué van a hacer? El escenario económico es adverso. Y a eso se suma lo siguiente: no hay certeza respecto a cuándo podría terminar la pandemia. Y no se tiene certeza por tres motivos: 1) No se tiene control de la movilización social de las personas; 2) El sistema de vacunación contra la enfermedad, no ha sido tan rápido como se esperaba; y 3) El virus está mutando de forma acelerada y se desconoce la eficacia de las vacunas que ya se han aplicado contra las nuevas cepas del SARS-Cov-2 que están surgiendo –como el caso de la variante Delta-. En conclusión, el escenario es de incertidumbre. Y no hay ni siquiera un archipiélago de certezas –para citar a Morin-. 

No obstante, ante este marco de incertidumbre, lo que se observa es una presión social por parte de los directivos de las escuelas particulares, para retornar al modelo presencial a partir de agosto. ¿La razón? La situación económica. Muchas de las escuelas particulares que todavía se mantienen en pie, le apuestan a retornar a la escuela para poder solventar su situación económica. Empero, bajo estas condiciones, hay una brecha muy amplia entre lo que uno desea y lo que realmente se puede hacer. Y el regreso al modelo presencial tal como lo conocimos hasta marzo del 2020 va a ser imposible que lo volvamos a ver. ¿Por qué? Porque un salón de clase con 30 o 40 alumnos va a ser imposible que se vuelva a presentar. 

Lo he dicho en varias conferencias y en varios espacios donde uno tiene la posibilidad de publicar: la única vía para poder mantener el modelo presencial en pie, es a través de un modelo mixto; es decir, con una parte de los alumnos tomando clases de forma presencial, mientras que otros la toman de forma virtual. Y para ello, debe haber un proceso de preparación, tanto en lo pedagógico-didáctico; así como en lo tecnológico. 

Lo digo, en otros términos: la vía para que las escuelas particulares se mantengan en pie, pasa por la planeación estratégica. Y esa planeación debe estar orientada hacia el peor escenario; es decir, para un escenario donde la pandemia se constituya en una enfermedad endémica –como el VIH-, donde no se tiene ningún tipo de apoyo por parte de las autoridades de gobierno –de ningún tipo- y, además, donde se tenga la necesidad de implementar un modelo mixto –si las condiciones de la pandemia lo permiten-; o, en su defecto, un modelo de educación a distancia (virtual), si hay necesidad de cerrar la escuela por motivos de contagios. 

Aquel directivo de escuela privada que esté pensando en el retorno del modelo presencial como única vía para solventar su situación económica y no se prepare para el peor escenario, estará dando un paso en falso. 

Las claves en esta coyuntura que está viviendo la educación privada, desde nuestra perspectiva (lo repito), pasa por la planeación estratégica. Y, además, pasa también por la supervisión y ajuste de los procesos que se están desarrollando –como resultado de la planeación estratégica-. ¿Por qué? Porque la ejecución de un proceso genera per se, un conjunto de contradicciones internas. Y si no se ajustan, se convierten en una “bola de nieve” que impacta en el funcionamiento interno de la escuela. 

En suma, las escuelas particulares deben prepararse para el peor escenario. Y lo anterior no es asunto opcional, a menos que se quieran pagar los costos de “no prepararse”. 

El “trabajo por urgencias” no es una opción en la situación que estamos viviendo. 

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