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Reforma Educativa: el síndrome de Moctezuma

Detrás de este aparente caos, hay un verdadero desmadre. Anónimo

comunicado_sep129Me quedé pasmado. El Comunicado 129 de la Secretaría de Educación Pública, del 29 de mayo, informa que, con motivo de nuevos elementos a considerar, se suspende la realización del proceso de evaluación para el ingreso, promoción y permanencia en educación básica y bachillerato.

El gobierno cedió a la extorsión de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, según Raymundo Riva Palacio. Favores no pedidos a la dirigencia formal del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, dice Ricardo Raphael. Está enterrada y nada más se entierra a los muertos, opina Gerardo Galarza; es muy incongruente con lo que los impulsores de la reforma “más importante” decían sostener, expresa Manuel Gil Antón; el gobierno se suicidó, sentencia Jesús Silva Herzog-Márquez. La responsabilidad de la decisión recae en la Secretaría de Gobernación, coinciden varios. Otros se le van a la yugular a Emilio Chuayffet, él nada más aguanta vara. “Retomar la rectoría de la educación, ¡ah! —dice El Maestro, mi amigo— la famosa reforma ya huele a inmundicia”.

En el otro extremo, los líderes de la CNTE no caben de gusto. Sienten —y en realidad es— como un triunfo de su movimiento que el gobierno haya dado marcha atrás: “Pusimos de rodillas al gobierno”, rezaba una pancarta. Acaso Juan Díaz de la Torre y su grupo se froten las manos pensando que regresan por sus fueros y que, de nuevo, manipularán plazas y ascensos. Maestros sin ética laboral quizá sueñen que regresa la oportunidad de heredar o vender la plaza.

informe_inee2De las reacciones. Me cuadró la respuesta de la Junta de Gobierno del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación. Fue sobria, respetuosa y contundente: suspender la evaluación atenta contra la Constitución y la Ley. No hay nuevos motivos a considerar; el trabajo se hizo y se hizo bien. Además, suspender la evaluación vulnera la legalidad y afecta el funcionamiento normal del sistema educativo.

El desplegado de las organizaciones civiles liderado por Mexicanos Primero, el Instituto Mexicano para la Competitividad y México Evalúa, asienta sin rodeos. “Exigimos al Presidente Enrique Peña Nieto que dé marcha atrás a este anuncio y que no permita que la educación en México se use ante chantajes y amenazas políticas”.

Aquí está la clave. El Presidente es el responsable; ni la SEP ni la Segob son autónomas. Todavía el 15 de mayo el presidente Peña Nieto hablaba de que más de medio millón de inscritos para participar en la evaluación avalaban a la reforma educativa; que hasta Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía, la había elogiado. Hoy, él mismo la condena al fracaso.

El Presidente sufre —me parece— del síndrome de Moctezuma. Éste, se recordará, envió oro y joyas a Hernán Cortés para convencerlo de que abandonara el imperio azteca. Los obsequios, en lugar de convencerlo de irse, aumentaron sus apetitos. Lo mismo le pasa al Presidente con la CNTE: no importa cuántas concesiones le haga, siempre regresa por más.

Si es cierto que el Presidente hizo caso a las sugerencias de suspender la evaluación para garantizar las elecciones en Guerrero, Michoacán y Oaxaca, craso error. Otorgar mercedes no garantiza nada, ni siquiera —como se demostró con la marcha del lunes— una tregua. Hoy, los líderes de la CNTE están más envalentonados. Quieren reventar la reforma completa. “Y al paso que va el gobierno —dice mi amigo, El Maestro— lo van a lograr.

Tampoco importa si fue concesión a Juan Díaz de la Torre y al Panal, al gobierno le salió onerosa la jugada. Ya perdió toda credibilidad. Hasta me da por pensar que el anuncio —discreto, en la página de la SEP— de que pronto el Programa de Promoción en la Función por Incentivos en Educación Básica, que sustituirá a la Carrera Magisterial, será otra moneda de cambio. Un asunto más que los opositores podrán negociar en la Segob.

Desde que se hizo público el asunto de la Casa Blanca, el presidente Peña Nieto dejó el asiento del chofer; escogió hacer caso a los disidentes y desoír a los 400 mil (no medio millón) aspirantes a una plaza que confiaron en el Concurso; le metió una zancadilla al INEE; se apartó de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, que tanto apoyó su reforma; y sembró desconfianza en organizaciones que le ofrecían apoyo crítico; y quizá sólo deje de herencia leyes… que no se ejecutan.

¡Es el síndrome de Moctezuma!

 

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