No lo dudes: regala libros. Niños que leen, serán adultos que leen

En el 2002 conocí a mi esposa, Ulla, una austriaca muy especial con un corazón que no cabe en este planeta. Una de las primeras cualidades que me enamoró de Ulla, es que parecía una biblioteca dentro de una “chaparrita cuerpo de uva”. Ulla tenía 19 años cuando la conocí y nunca había visitado México; cuando supo que yo era mexicano me preguntó por Cuauhtémoc Cárdenas, Fox y Colosio, y por algunos sitios arqueológicos sobre los que yo no había escuchado nada y que a ella le interesaba conocer. Yo sabía cero de política o geografía austriaca. ¿La diferencia entre lo que ella sabía de mi país y lo que yo sabía del suyo? La lectura.

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