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¿Un Diez para la educación superior y la investigación en México?

Arturo Jimenez*

El 26 de mayo de 2021 se reportó el prestigiado rango académico de universidades del mundo, conocido popularmente como Clasificación de Shanghái. Este rango está basado en diferentes indicadores, donde tiene un peso importante las publicaciones en revistas con factor de impacto, las citas, los profesores más citados, profesores y egresados con premio Nobel. 

Algunos críticos del ranking señalan que el ranking le otorga ventaja a los países anglosajones, que se le da preferencia al inglés, que las áreas de ciencias sociales y humanidades no tienen mucho peso. Sin embargo, es un ranking seguido por gobernantes, empresarios, rectores, académicos de todo el mundo, por supuesto incluyendo países cuya lengua materna no es el inglés y en el que se evalúan más de 20 disciplinas y sub-disciplinas que oscilan desde la medicina clínica hasta las ciencias sociales y las humanidades.  

Entre las 10 primeras universidades se encuentran ocho universidades de los Estados Unidos y dos del Reino Unido; entre las cincuenta primeras, son 28 de Estados Unidos, seis del Reino Unido, cuatro de Francia, dos de China, una de Canadá, Suiza, Japón, Dinamarca, Australia, Suecia, Alemania, y Holanda. Es decir, 36 de países cuya primera lengua es el inglés y 14 cuya primera lengua no lo es. Entre las 100 primeras universidades, 40 son de los EEUU, 7 de China, 6 del Reino Unido, 5 de Francia, 5 de Suiza, 4 de Australia, 4 de Alemania, 3 de Canadá, 3 de Japón, 3 de Suecia, 3 de Holanda, 3 de Israel, 2 de Dinamarca, 2 de Bélgica, 1 de Finlandia y 1 de Rusia. Es decir, 53 de países angloparlantes y 47 de países cuya primera lengua no es el inglés. De las 40 universidades de los EEUU, ubicadas entre las primeras 100, tienen su principal sede en 35 ciudades diferentes.

Entre los países hispanoparlantes que cuentan con universidades entre las primeras 1000, se incluyen 39 universidades de España (una universidad privada), distribuidas en 31 ciudades, más 18 universidades que decidieron evaluar un número limitado de disciplinas, para un total de 57 universidades con alguna disciplina entre las primeras 500. De las 39 universidades evaluadas integralmente, siete son de Cataluña, cinco de Madrid, cuatro de Barcelona; España cuenta 12 universidades entre las primeras 500. Entre las primeras 1000 universidades, cuatro universidades son de Chile; Argentina, con tres universidades, de dos ciudades; Colombia con dos universidades ubicadas en Bogotá, México con 2 universidades, la UNAM, entre la 201 y la 300 y el IPN, entre la 501 y la 600; una universidad es  de Uruguay y una de Perú.   

La primera Universidad de un país hispano-parlante es la Universidad de Barcelona que, con un presupuesto anual equivalente a 11 mil millones de pesos mexicanos, se encuentra ubicada entre la 151 y la 200, destaca su ubicación en Medicina Clínica, en el lugar 45 del mundo; Agricultura entre 51 y 75; Salud Pública entre 51 y 75; Psicología, 101-150; Ciencias Políticas, 151-200; Economía 151-200; Derecho 201 a 300, y otras; la Universidad Autónoma de Barcelona (201-300), destaca en Ciencias Veterinarias en el lugar 7 del mundo, Geografía, 36, Agricultura, 51-75;  Ecología, 76-100; Economía, 76-100; Ciencias Políticas, 101-150;  Salud Pública, 151-200; medicina clínica, educación, psicología, etc.; la Universidad Pompeu y Fabra fundada en 1990, ubicada entre la 301 y la 400, destaca salud pública, en el lugar 22, economía en el 40, estadística entre 51-75; ciencias políticas, 76-100, psicología, 101-150, medicina clínica, etc.; tres universidades públicas ubicadas en Barcelona con cinco disciplinas entre las 50 mejores del mundo y  12 disciplinas entre las mejores 100.   

De las latinoamericanas, la Universidad de la República de Uruguay, incluye Ciencias de los alimentos y tecnología entre el 51 y 75; la Universidad de Chile, incluye ingeniería mineral en el 49; tecnología médica entre 76 y 100; educación, economía, ciencias políticas; la Universidad Nacional de Colombia, medicina clínica, salud pública; la Universidad de los Andes, economía, ciencias políticas; la Universidad Peruana Cayetano Heredia, medicina clínica y salud pública. 

De México, la UNAM destaca ecología, agricultura, veterinaria, farmacia, entre la 101 y 150; ciencias políticas entre el 301 y 400; en el IPN, instrumentos, ciencia y tecnología se encuentra ubicada entre el 101 y 150. Es decir, no hay disciplinas competitivas entre las primeras cien. 

Algunas universidades solicitaron evaluarse solamente en las disciplinas que se consideraban más fuertes, de esta manera, el ITAM, en economía, pero hasta el lugar 301 a 400; el ITESM, en ingeniería mecánica entre 201 y 300, administración de empresas entre 201 y 300; ingeniería química y biotecnología entre 401 y 500; la Universidad Autónoma de Querétaro, en Ciencia y Tecnología entre 201 y 300, la Universidad Autónoma de Yucatán, entre 201 y 300 en Ciencias Veterinarias, la Benemérita de Puebla en Física entre 301 y 400; la Universidad de Guanajuato entre 401 y 500 en ingeniería química, la UASLP, en Física entre 401 y 500; la Universidad Autónoma de Michoacán, en ingeniería química entre 401 y 500. 

Entre las dos universidades que evaluaron todas las disciplinas en México y las siete que lo hicieron en disciplinas seleccionadas, se llega a nueve evaluadas, lo que contrasta con las 57 evaluadas en España. Es de notar que universidades privadas de prestigio y con un alto costo de la colegiatura, como la Universidad Panamericana, La Salle, la Iberoamericana, la Universidad de Monterrey, la Universidad Autónoma de Guadalajara, la Universidad de las Américas ni siquiera solicitan la evaluación de un tema o disciplina. 

México, es uno de los más importantes países de Latinoamérica, con gran prestigio durante muchos años en medicina clínica, en educación, y en psicología, por eso extraña que desde hace algunos sexenios, ninguna universidad mexicana se ubique entre las primeras 500 en esas disciplinas. Los datos son lamentables para los que nos dedicamos a la academia en México, y más para los que hemos tomado decisiones en diferentes niveles y en las comisiones evaluadoras institucionales o nacionales. Lejos de un diez para la educación superior y la ciencia en México, la dejo en un suficiente. 

De acuerdo a un editorial del periódico el País, del 17 de agosto, que se denomina: Reforma a fondo en la universidad. Dice ¨La mala posición de España en el prestigioso índice de Shanghái reclama cambios en el sistema. El nuevo pinchazo de España, …vuelve a llamar la atención sobre la necesidad urgente de actualizar y modernizar los sistemas de gestión y financiación de los campus¨. 

Mientras tanto en México, sin una universidad entre las primeras 200 universidades, con solamente una universidad entre las primeras 900, sin una disciplina entre las primeras 100 del mundo, algunos académicos defienden la política de ciencia de las anteriores administraciones.

Los resultados, con todas las debilidades que tiene el ranking de Shangai, indican que la política de científica en las universidades ha sido ineficaz e ineficiente, donde todos los niveles tenemos responsabilidades en diferentes grados: los gobiernos federal y estatales, los responsables de la educación superior y la investigación, los rectores y los directores; los miembros de las comisiones de evaluación de posgrado, de los procesos en diferentes ámbitos de los programas federales institucionales, los responsables de las políticas de contratación y permanencia, las comisiones dictaminadoras o evaluadoras, etc. 

Creo que no se puede presumir de un pasado reciente glamoroso por las políticas hacía la ciencia ni por los resultados.  Se requiere autocrítica sobre la forma de promover el pensamiento crítico, la formación de posgrado, la investigación y la innovación, los procesos de acreditación de licenciatura y de evaluación del PNP.

Estos resultados requieren de una reingeniería del sistema de financiamiento de la investigación en las universidades mexicanas y en los institutos de investigación; de una regulación profunda de las universidades privadas para que cumplan con el compromiso de la investigación y la promoción del pensamiento crítico. 

Es evidente que en las universidades de los estados existe un sub-financiamiento, pero también es necesaria una revisión de los procesos, existen demasiados procesos burocráticos para la obtención de recursos, malos procesos de contratación de profesores/investigadores y de la evaluación para su permanencia y estrategias que benefician los institutos de investigación y las universidades nacionales.

Se deben revisar y evaluar la eficacia de los programas del apoyo federal en todas sus vertientes, los incentivos económicos a los docentes y a los investigadores; las políticas y la inversión para infraestructura y los proyectos de investigación,  tanto del gobierno federal y de los gobiernos de los estados, de las universidades y de los institutos de investigación, de las políticas y procesos de evaluación de los consejos de acreditación de las carreras de licenciatura y de los programas de posgrado en el ámbito institucional y nacional. Un apartado aparte es la política de regulación para la apertura y mantenimiento de las universidades privadas.

Es por lo menos s sorprendente, la defensa que algunos compañeros académicos están haciendo sobre las políticas hacía la ciencia de los gobiernos anteriores.

Como en la mayoría de las áreas del sector público, la educación superior y la investigación fueron entregadas a la 4T en condiciones precarias. 

 

*Dr. Arturo Jiménez Cruz

Miembro del Sistema Nacional de Investigadores en el área de Medicina y CS: nivel III (jubilado) 

El autor de este trabajo fue director de dos unidades académicas en dos universidades públicas y fue evaluador del PNP y de proyectos de investigación de CONACYT en múltiples ocasiones.

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