“Ahí se lo encargo, profe…”

Como muchos maestros, cada vez que una madre o padre de familia hablaba conmigo sobre el desempeño de su hijo y se despedía con la frase “ahí se lo encargo, profe”, me invadía la sensación de haber desperdiciado mi tiempo y la férrea convicción de que, en la mayoría de los casos, los padres verdaderamente esperaban que me hiciera cargo no solo del desempeño escolar, sino también de la educación, formación y desarrollo de su hijo, cuya responsabilidad me transfería con chabacana frescura.