Educación Futura

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  • Jugar, aprender y trabajar toda la vida

    Jugar, aprender y trabajar toda la vida

    Alina Bassegoda
    Alina Bassegoda

    Integrante de MUxED. Actualmente es profesora en la Universidad Iberoamericana, Ciudad de México y, entre 2000 y 2014, fue profesora del Tecnológico de Monterrey. Es socia fundadora de Mente en Forma SC, una organización sin fines de lucro que tiene como objetivo promover la inclusión social y laboral de los adultos a través del desarrollo de habilidades blandas y duras, especialmente el uso de la tecnología. Alina es, sobre todo, una “aprendedora profesional”.

    Resumen

    El envejecimiento poblacional y la reducción en tasas de natalidad han generado cambios importantes en nuestras sociedades, promoviendo la convivencia de múltiples generaciones en ámbitos familiares y laborales. Este hecho ofrece oportunidades y obliga a desarrollar estrategias para integrar el juego y el aprendizaje a lo largo de la vida fomentando la creatividad, el bienestar y la resiliencia en todas las edades.

    Es completamente falso y arbitrariamente cruel

    poner todo el juego y el aprendizaje en la infancia,

    todo el trabajo en la edad madura

    y todos los arrepentimientos en la vejez

    Margaret Mead

    El aumento en la expectativa de vida y la reducción en tasas de natalidad han generado cambios importantes en nuestra sociedad. A pesar de resistencias sociales y sindicales, la realidad socioeconómica ha obligado a grandes segmentos de la población a prolongar su vida laboral, de modo que en los espacios de trabajo coinciden con creciente frecuencia tres y hasta cuatro generaciones. También en las familias es cada vez más común que las personas convivan durante décadas con sus nietos, nietas y hasta conozcan a bisnietos y bisnietas. Estos fenómenos significan valiosísimas oportunidades para construir sociedades más integradas y diversas, donde las personas podamos envejecer activa y sanamente, disfrutándonos y aprendiendo unas de otras.

    La cita de Margaret Mead en el epígrafe de este artículo advierte que tradicionalmente las sociedades han compartimentalizado el juego, la educación y el trabajo en distintas etapas de la vida, sin dejar nada a qué aspirar en el camino a nuestra vejez. Pero el envejecimiento de nuestras sociedades nos permite y debería obligarnos a repensar estas segmentaciones. Las personas somos lúdicas, curiosas y creativas toda la vida; toda la vida podemos y queremos divertirnos, aprender y aportar cosas a la sociedad.

    Mucho se ha escrito e investigado sobre la importancia del juego para el desarrollo infantil. El juego es esencial para aprender a hablar, escribir, contar, y también para aprender a relacionarnos con las y los otros y para desarrollar nuestras habilidades motrices. El juego no es solo una forma de entretenimiento, sino una herramienta de socialización que ayuda a insertar a los niños y las niñas en la sociedad, a que aprendan sus reglas y naveguen interacciones con las demás personas. Sin embargo, la idea de que el juego debe limitarse a la infancia es artificial.

    El juego también es esencial para las personas adultas. Participar en actividades lúdicas puede fomentar la creatividad, mejorar las habilidades para resolver problemas y potenciar la función ejecutiva. Las personas que incorporan el juego en sus vidas a menudo muestran mejor adaptabilidad y manejo del estrés, lo que conduce a mayor bienestar general.

    Al seguir jugando en la edad adulta, ya sea en pasatiempos, deportes, actividades creativas o incluso aprendizaje basado en el juego, las personas tienden a ser más innovadoras y resilientes ante los desafíos. A sabiendas de ello, empresas como Google y Facebook han incorporado espacios de juego y tiempo creativo en sus entornos laborales para impulsar la creatividad y la productividad de las y los empleados.

    Aún en la tercera edad, el juego puede y debe ser parte central de nuestra vida. Las ancianas y los ancianos que participan en pasatiempos y deportes con otras personas reportan niveles más altos de bienestar. Desde los juegos de mesa hasta el tenis, los juegos en pareja o en grupos más grandes traen beneficios cognitivos, emocionales y físicos a lo largo de toda la vida. Otras actividades creativas, como pintar o escribir a menudo brindan también a las personas mayores un sentido de propósito y alegría.

    Algo semejante pasa con la educación. El aprendizaje no se limita a la escuela formal; es un proceso de por vida que, como sugiere Margaret Mead, no debe terminar con la infancia y juventud. Las personas adultas también necesitan seguir aprendiendo para adaptarse a entornos y tecnologías cambiantes.

    Si antiguas generaciones podían resignarse a (o quizás celebrar) la llegada del día en que ya “lo sabían todo” –tal vez en su graduación, o en cualquier otro ritual que marcara el final de su aprendizaje de un oficio– hoy es cada vez más evidente que ese día no llega nunca. La ciencia y la tecnología avanzan a pasos agigantados; el Foro Económico Mundial predijo en 2021 que, este año, 50% de las personas empleadas necesitarían reciclarse debido a ello. Esto subraya la necesidad de adoptar un aprendizaje de por vida, donde la educación no solo se trate de adquirir conocimientos, sino también de desarrollar habilidades como la resiliencia, la tolerancia al estrés y la flexibilidad.

    Crédito: Freepík

    El trabajo es a menudo visto como la característica definitoria de la edad madura, pero también debe evolucionar a lo largo de la vida. A medida que la tecnología avanza y los roles laborales cambian, necesitamos adaptarnos y aprender nuevas habilidades. La necesidad de colaborar con diferentes generaciones, aprender de ellas y enseñarles se vuelve crucial. Aún la infancia tiene aportes importantes que hacer a la vida laboral desde los espacios educativos, con proyectos significativos que atiendan problemas reales en entornos seguros. El trabajo no debe verse como una entidad estática, sino como un proceso dinámico que implica un crecimiento y aprendizaje continuos.

    Juego, aprendizaje y trabajo son diferentes aspectos de la actividad humana, desde la cuna hasta la tumba. Son engranajes de un sistema que necesitamos conjuntar para llevar una vida plena. No hay aprendizaje más significativo que el que se realiza a través de proyectos con un impacto real en las comunidades escolares. Tampoco hay trabajo más satisfactorio que el que nos divierte y nos obliga a ser creativos; ni hay juego más atractivo que el que nos desafía a aprender y a avanzar. Jugar con otras y otros, aprender, enseñar y trabajar en cosas divertidas y llenas de propósito, son aspiraciones de todas las personas, a todas las edades.

    El 11 y 12 de junio próximos se celebran, respectivamente, el día internacional del juego y el día internacional contra el trabajo infantil. Es una buena ocasión para reflexionar sobre la preocupación de Margaret Mead y cómo las escuelas, empresas y espacios recreativos han de evolucionar de modo que las diferencias entre ellos sean cada vez menos definitorias. El camino ha comenzado… Con iniciativas como la llamada “aula invertida” –flipped classroom–, el aprendizaje por proyectos, los espacios lúdicos de simulación de empleos, los espacios de recreación en las empresas, o las universidades para la tercera edad. Hay mucho por andar, pero la travesía se antoja.

    https://www.muxed.mx/blog/jugar-toda-la-vida

    Alina Bassegoda Treviño* Integrante de MUxED. Actualmente es profesora en la Universidad Iberoamericana, Ciudad de México y, entre 2000 y 2014, fue profesora del Tecnológico de Monterrey. Es socia fundadora de Mente en Forma SC, una organización sin fines de lucro que tiene como objetivo promover la inclusión social y laboral de los adultos a través del desarrollo de habilidades blandas y duras, especialmente el uso de la tecnología. Alina es, sobre todo, una “aprendedora profesional”. Correo: alina.bassegoda@gmail.com

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    Referencias

    Foro Económico Mundial (2021). Cómo el juego puede ayudarte a tener éxito en el trabajo. https://www.weforum.org/stories/2021/04/how-playing-can-help-you-succeed-at-work/

  • ¿Qué puede hacer la educación por la vejez?

    ¿Qué puede hacer la educación por la vejez?

     

    victorina-jaimeHace unos pocos días, MILENIO publicó una nota de David Monroy que hablaba del logro no menor de Victorina Jaime Nieto. Victorina, de origen morelense, se convirtió en la “mujer más longeva en la historia de la entidad en culminar su educación secundaria a la edad de 93 años”. La señora Jaime Nieto vive en una casa-hogar de Cuernavaca y gracias al sistema semi abierto del Instituto Estatal para la Educación de los Adultos pudo concluir sus estudios a nivel básico (INEEA). ¿Qué motiva a una mujer de edad avanzada a seguirse preparando académicamente cuando sabemos que por el otro lado y por desgracia, hay jóvenes que por diferentes razones abandonan sus estudios? ¿Le ayudarán a Victorina los conocimientos recibidos por el INEEA para enfrentar los problemas de la vejez? ¿Está el Sistema Educativo preparado para responder a las necesidades particulares de los adultos mayores, las cuales cada vez serán más?

    De acuerdo con el Programa Nacional de Población 2014-2018, “el envejecimiento es uno de los rasgos más prominentes del cambio demográfico actual”. En 2013 la población de adultos de 60 años o más fue de 11.3 millones de personas “y se estima que aumentará a 32.4 millones en 2050”, lo que representará una quinta parte de la población de nuestro país (21 por ciento).

    ¿Cómo nos habremos formado esos millones de viejitos? ¿Podremos, con la educación, saber afrontar mejor la enfermedad, soledad y melanconía que nuestra generación previa? El Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (Inapam) señala que, en 2012, del total de adultos mayores de nuestro país, 60 por ciento tenía educación básica, cinco por ciento poseía estudios a nivel bachillerato y solo ocho de cada cien personas de este segmento de la población contaba con un nivel superior de estudios. En contraste, según el Inapam, 27 por ciento de los adultos mayores no tenía escolaridad. ¿Hubieran sido estos adultos más felices si hubieran ido a la escuela o a la universidad?  O es que ante la vejez, la educación no es capaz de ofrecer una esperanza clara ni un sentido de un mejor futuro.

    tamaroRecuerdo el terrible pesimismo con que una abuela con baja escolaridad le escribe a su nieta lo siguiente en la novela Donde el corazón te lleve de la triestina Susanna Tamaro: “Los pensamientos de un viejo no tienen futuro, por lo general son tristes y si no tristes, melancólicos”. En este mismo tenor, la abuela asienta: “[l]a idea del destino es un pensamiento que llega con la edad”. En la juventud, prosigue, se piensa que todo lo que sucede es “fruto de la propia voluntad”. Pese a esta visión, la sabiduría que dan los años y la experiencia le permite ofrecerle una lección a su nieta: “Y cuando frente a ti se abran muchos caminos y no sepas cuál tomar, no elijas al azar, siéntate y espera. Respira con la profundidad confiada con que respiraste el día en que viniste al mundo sin dejarte distraer por nada, espera y vuelve a esperar. Quédate quieta, en silencio, y escucha a tu corazón. Cuando te hable, levántate y marcha hacia donde él te lleve”.

    Pero volvamos al tema de la política pública sobre la vejez. En México, tenemos la fortuna de tener al Inapam, el cual es un organismo público cuya misión es desarrollar la “política nacional a favor de las personas adultas mayores”. Esto quiere decir trabajar por tratar de brindarle a este importante segmento de la población, mayores posibilidades de “empleo u ocupación, retribuciones justas, asistencia y las oportunidades necesarias para alcanzar niveles de bienestar y alta calidad de vida”. La oferta académica del Inapam va desde cursos de “adiestramiento” —éste es el desafortunado término que utiliza— hasta acciones enmarcadas en el Programa de Educación para la Salud, las cuales están orientadas a la prevención, cuidado de la salud y mejoramiento de las condiciones de vida a través de cursos, talleres y pláticas.

    Los cursos que se ofrecen el Inapam incluyen temáticas como: plan de vida futura, autocuidado, nutrición y sexualidad del adulto mayor. Sobre el tema de la salud y la sexualidad durante la vejez, recuerdo con gran simpatía el poema, Pensándolo Bien, de Jaime Sabines que vale la pena citarlo en extenso.

    Me dicen que debo hacer ejercicio para adelgazar,

    que alrededor de los cincuenta son muy peligrosos la grasa y el cigarro,

    que hay que conservar la figura

    y dar la batalla al tiempo, a la vejez.

    Expertos bien intencionados y médicos amigos

    me recomiendan dietas y sistemas

    para prolongar la vida unos años más.

    Lo agradezco de todo corazón, pero me río

    de tan vanas recetas y tan escaso afán.

    (La muerte también ríe de todas esas cosas)

    La única recomendación que considero seriamente

    es la de buscar mujer joven para la cama;

    porque a estas alturas, la juventud,

    solo puede llegarnos por contagio.

     

    Éste es el genio de Sabines que va en contra de cualquier noción del “adiestramiento” de la persona adulta. Pero el Inapam también hace muchas cosas buenas y una de ellas es ofrecer información sobre las entidades federativas con la mayor proporción de adultos mayores. En primer lugar está el Distrito Federal con 11.3 por ciento de la población y le siguen Oaxaca y Veracruz con 10 por ciento cada una. En el DF también se ubica la Universidad de la Tercera Edad, de la cual poco nos hemos ocupado los investigadores y analistas educativos.

    La vejez es una etapa difícil de la vida que demanda una idea educativa mucho más profunda y compleja que “adiestrar” o el mero hecho de saber leer o escribir. Aún estamos a tiempo de ampliar la mirada y cultivar en las personas que pronto seremos viejas las habilidades y el conocimiento para enfrentar la problemática de la existencia humana.

     

    Postcríptum: Agradezco a Juan Carlos Corral, estudiante de la UAQ, su ayuda para escribir este texto.