Escuela en casa y los retos de su certificación: una experiencia

Rosa Guadalupe Mendoza Zuany

En la localidad donde vivimos, existen múltiples alternativas independientes educativas para educación básica que no están registradas ante la SEP. Mi hijo estudió la secundaria en un proyecto educativo inspirado en la pedagogía Waldorf y en la alternativa de escuelas en casa (homeschooling) con un grupo de chicos y cuatro maestros (ver https://www.elproyectonomada.org/). Durante tres años, abordaron los temas del plan de estudios de la educación secundaria a través de un currículum que ponía en el centro a las artes visuales, la música (cello), la agroecología, así como el movimiento y cuidado de sus cuerpos. Se convirtieron en un grupo itinerante por las casas de sus integrantes, “nómadas”, por lo que cada uno de los estudiantes era el anfitrión de sus compañeros y maestros por dos meses cada año escolar. Ser anfitrión se convirtió en una fuente importante de aprendizajes sociales y emocionales, otros relacionados con la responsabilidad, así como una oportunidad para conocer el medio físico en el que viven a través de caminatas con interés agroecológico y para sus clases de educación física. Constituyó un proyecto en el que los padres y las madres de familia depositamos nuestra confianza en la capacidad de nuestros hijos y maestros en innovar a nivel curricular y en la flexibilización y adaptación de lo abordado tomando como referencia los intereses y las capacidades ilimitadas de los estudiantes. Nuestro balance ha sido que aprendieron mucho más de lo que el plan de estudios de secundaria supone, y mucho más de lo que el currículum de secundaria de la pedagogía Waldorf propone. Además, aprendieron a auto-aprender.

Como esta experiencia alternativa, existen muchas en todo el país; y esta es una realidad que no ha tenido cabida ni reconocimiento en el sistema educativo nacional. El carácter alternativo de estos proyectos no significa que los aprendizajes esperados en el modelo educativo vigente no sean alcanzados; más bien implica la adopción de modelos pedagógicos diferentes para el logro de los aprendizajes esperados por el currículum oficial y más, es decir, se desarrollan muchos otros aprendizajes generalmente ignorados o minimizados en opciones educativas más convencionales. Pondré dos ejemplos. En la educación de mi hijo, el arte no constituyó una asignatura complementaria (como ocurre en muchas escuelas), sino un aspecto central en todas y cada una de sus asignaturas en las que la creación artística era cotidiana y parte de su proceso de aprendizaje. Además, la organización tradicional de asignaturas fue sustituida por dos grandes espacios curriculares: humanidades y ciencias, agrupando saberes, haceres y sentires de forma integral y en coherencia con sus complejas relaciones.

Y, ¿qué pasó cuando estos estudiantes completaron sus tres años de escuela en casa? El proyecto terminó y se enfrentaron al reto de la certificación de sus estudios de secundaria por parte de un sistema educativo que no considera este tipo de oferta educativa en su política. La alternativa a la que este grupo de estudiantes recurrió fue la que ofrece el INEA para población mayor de 15 años. El INEA no considera como su población meta a estudiantes de proyectos educativos alternativos no registrados ante la SEP; sin embargo, estos estudiantes deben recurrir a los institutos locales de educación para adultos para obtener su certificado y así poder continuar sus estudios.

Mediante la presentación de exámenes, ya sea de diagnóstico, o de cada uno de los doce módulos de la educación secundaria, los estudiantes de este proyecto acreditaron su secundaria mostrando que sus conocimientos fueron más que suficientes. Y aunque este tipo de estudiantes sean atendidos por los institutos estatales de educación para adultos, sigue siendo población considerada atípica y no considera en las políticas educativas como sujetos de atención para la certificación de sus estudios. Existe un estigma de estas opciones educativas que apelan a formas diferentes de aprender y que colocan saberes distintos en el centro de su currículum. Por ello, creemos que vale la pena compartir y sistematizar esta experiencia educativa, y así dar a conocer sus ventajas, logros y buenas prácticas. Quisiéramos poner sobre la mesa este tema tan marginal, pero cada vez más vigente, en la agenda educativa.

Ahora, en su mayoría integrados al sistema educativo nacional en el nivel medio superior de forma exitosa, los estudiantes de este proyecto demuestran que su formación en espacios alternativos ha sido relevante, pertinente, más allá de lo que se consideraría suficiente, y orientada a la formación de personas, y no de mano de obra. Como madre de uno de los estudiantes de este proyecto e investigadora educativa podría calificarla de una formación de calidad.

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