pluma-y-tintero

Ser docente en tiempos del COVID-19

Nancy Quintero Palomo*

“La creatividad es más importante que la inteligencia,

el que es creativo nunca se aburre”

Albert Einstein

La pandemia del coronavirus ha venido a evidenciar las fortalezas y deficiencias de nuestro grupo social, destacando que, la realidad no es un dato fijo y por lo tanto los roles tienen que cambiar de acuerdo con las situaciones que se van dando, tal como lo expresó G.H. Mead, los actores sociales vamos modificando nuestro presente.

En este panorama, el sistema educativo ha sido uno de los más evidenciados La mayoría de los países tuvo que acceder a un reajuste de calendario y contenidos con el fin de permitir que los alumnos siguieran con un proceso a distancia regulado por los docentes y acompañado de los padres de familia para lograr su efectividad. No obstante, la situación real es bastante diversa y demuestra que no estamos preparados para colaborar de manera eficiente entre los principales actores de este proceso.

Los docentes, la figura medular del proceso de enseñanza se han situado en el ojo del huracán y se muestran preocupados porque su rol se ha ido desdibujando: los alumnos son autónomos, acceden a los recursos, realizan las actividades, construyen su aprendizaje y logran los objetivos, o al menos eso cree el sistema educativo. Los padres se muestran preocupados y estresados porque no saben cómo comunicar a sus hijos las instrucciones, en ocasiones no distinguen los estilos de aprendizaje que ellos tienen, se rinden y se quejan de su presente.

Lo cierto es que para hacer frente a esta contingencia, desde el 23 de marzo, los profesores tuvimos que hacer uso de diversos instrumentos para seguir promoviendo el aprendizaje de los niños de modo colaborativo con padres de familia. Esto implicó que tuviéramos que cumplir diferentes objetivos: Por una parte, las autoridades inmediatas nos han solicitado que como docentes evolucionemos de un papel tradicional a ser entes mediadores entre el alumno y el desarrollo de su aprendizaje, además de ser reflexivos acerca de nuestra práctica e innovadores con un enfoque en el dominio de las tecnologías de la información.

Lo anterior está relacionado con la exigencia de diseñar procesos de evaluación. Para ello, la carpeta de experiencias es una herramienta que cada maestro deberemos revisar al regreso a clases en el aula. Además, se pretende que los profesores subamos nuestras actividades a la nube y los alumnos sean capaces de comunicarse con nosotros de manera virtual, pero lo cierto es que la gran mayoría de las familias no cuentan con un equipo en casa con conectividad para poder hacer esta tarea. Entonces, ¿qué se espera que los docentes hagamos? La respuesta recae en el paradigma de que el maestro es capaz de resolverlo como parte de los problemas de su contexto pues esto es una característica inherente a su función y es parte de su compromiso como formador educativo. Cumplir a costa de la escasez de recursos materiales y humanos para poder llevar a cabo su labor es una premisa que las autoridades no han sabido superar.

En un ejercicio de sondeo con profesores de algunas regiones del Estado me encontré con diversos casos que ejemplifican lo anterior. Desde maestros que no se encuentran preparados para poder manejar los recursos digitales con naturalidad, hasta aquellos que se sienten agobiados por la sobrecarga de estar evaluando diariamente las evidencias de trabajo de sus alumnos, sin que ellos lleguen a mediar precisamente, entre el contenido y lo que se les presenta en las actividades. Una de las maestras, que trabaja en primer grado, comentó que de manera diaria realiza una ficha de revisión de actividades por materia y alumno, lo cual quiere decir que al finalizar el periodo de seis semanas de contingencia tendría 900 reportes de avance en un grupo de 30 alumnos. Otro caso es el de una maestra de secundaria de la asignatura de inglés que, de un total de 160 alumnos hay por lo menos 15 a 20 que no se están reportando con actividades a pesar de que su dinámica de trabajo ya incluía actividades con recursos en línea.

Como vemos, la pandemia ha venido a cuestionarnos, nuevamente, acerca de cuál es el significado que implica el ser docente para nuestra sociedad. En este sentido, ha venido a trastocar nuestra identidad profesional. En esta consciencia colectiva sabemos de la diversidad de roles dentro del aula, además de ser educadores también hacemos la función de orientadores y motivadores, ahora debemos preguntarnos, ¿qué tanto influimos en el alumno a esta distancia?, hasta dónde podemos llegar con profesionalismo partiendo del compromiso personal e institucional. Es urgente recuperar el liderazgo de nuestra función para poder seguir adelante, dejar de lado la burocracia del sistema para perseguir el verdadero fin de la educación: la mejora de nuestro entorno.

Tenemos un gran reto frente a nosotros,ser capaces de despertar la motivación y el interés en nuestros alumnos, atender cada estilo de aprendizaje, innovar y hacerles sentir parte de un grupo a pesar de la distancia. Favorecer que los deberes les permitan sentirse motivados y renazca en ellos el deseo por aprender, incluso ante una situación compleja. En este nuevo panorama de realidad, la voz docente debe ser el faro de esperanza que tanto anhela la sociedad en un escenario donde la pandemia nos dice: “Quédate en Casa”, pero aprende de ello.

– – – – –

* Docente de nivel primaria frente a grupo desde hace once años. Asesora académica del Instituto de Profesionalización del Magisterio Potosino en el municipio de Cerritos, S.L.P., asesora del Club de Radio Escolar en la escuela primaria Benito Juárez. Egresada de la BECENE en Educación Secundaria con Especialidad en Español (2008), Licenciada en Educación Primaria por la UPN (2014), Maestría en Educación con especialidad en Docencia (2017) y actualmente doctorante en Ciencias de la Educación en el CAEPE de San Luis Potosí.

Facebook Comentarios

Leave A Comment