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Laureate Education en la era Trump: ¿Nubes en el horizonte? (Segunda parte)

por Roberto Rodríguez
1 diciembre, 2016
en Opinión
Roberto-Rodriguez
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Universidades de Estados Unidos 1

El inicio de la campaña presidencial de Hillary Clinton fue anunciado, a través de un video en YouTube, el 12 de abril de 2015. Menos de un mes más tarde, el 5 de mayo, se dio a conocer la publicación del libro de Peter Schweizer, analista y consultor político profesional, titulado Clinton Cash: The Untold Story of How and Why Foreign Governments and Businesses Helped Make Bill and Hillary Rich.

El libro fue editado por HarperCollins y muy pronto se convertiría en un auténtico best-seller, con más de 200 mil copias vendidas en un año. El impacto de la publicación fue tal que dio lugar a la producción de un documental, de más de una hora de duración, cuya difusión en YouTube ha superado la cifra de 3 millones de visitantes sin contar las versiones subtituladas en múltiples idiomas, español incluido.

Entre otras cuestiones, el libro de Scheizer documenta, con respaldo en datos de acceso público, la transferencia de fondos federales, por intermedio de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) o directamente a través del Departamento de Estado —que la candidata Clinton comandó de 2009 a 2013—, al organismo International Youth Foundation (IYF), presidido por Douglas L. Becker, director general y socio principal de Laureate Education Inc. Durante el periodo en que Hillary despachó como secretaria de Estado, se indica, fueron transferidos 72.6 millones de dólares destinados a las becas que distribuye dicha organización. Se sugiere en la publicación que el respaldo gubernamental al IYF está vinculado a la designación y al sueldo asignado a Bill Clinton como consultor y “canciller honorífico” de Laureate en el periodo 2010-2015.

Se menciona, además, que en dicho periodo el ex presidente estadunidense habría recibido más de 17 millones de dólares por sus servicios como promotor del grupo de universidades Laureate, y sobre todo por los contactos de alto nivel político que la personalidad de Bill Clinton aseguraba. De este modo se conecta la participación del canciller honorífico con sus actividades de promoción de la agenda de la Fundación Clinton. También se han documentado otras instancias de la asociación entre Laureate y los Clinton, por ejemplo, donaciones millonarias del corporativo a la Fundación Clinton, así como apoyos económicos a las campañas de Hillary al senado y a la presidencia estadunidense.

En 2015, apenas despuntando la campaña de Hillary, Bill tomó la decisión de dar por terminada su relación contractual con Laureate. Por una sencilla razón: uno de los primeros temas de su campaña cuestionaba, en forma aguda y directa, la operación de las universidades con fines lucrativos. Por ejemplo, en agosto de 2015, en un acto promocional en Dubuque, Iowa, la futura candidata demócrata afirmó que “fortalecería y defendería” las regulaciones instituidas bajo la presidencia de Obama que requieren que las universidades demuestren que sus graduados están ganando dinero suficiente después de la graduación para pagar sus préstamos. Agregó que también buscaría una supervisión y regulación mucho más estricta sobre las ganancias que obtienen las universidades orientadas al lucro. Por cierto, la posición de Bill Clinton en Laureate fue reemplazada con el ex presidente de México, Ernesto Zedillo Ponce de León.

En 2016 el tema de los vínculos de Laureate con los Clinton se avivó en el momento en que, en respuesta a las críticas de la campaña demócrata contra la Universidad Trump, el candidato republicano replicó la falta de autoridad moral de Hillary, por sus vínculos con el corporativo transnacional, para cuestionar los negocios que llevan a cabo las universidades privadas. En un email filtrado a la prensa Donald Trump señalaba: “Como secretaria de Estado, Hillary Clinton lavó dinero a Bill Clinton a través de Laureate Education” la comunicación agregaba: “El Departamento de Estado de Clinton proporcionó  55.2 millones  de dólares en subsidios a Laureate Education de 2010-2012. Laureate agradeció a Bill por proporcionar un acceso increíble a la Secretaría de Estado pagándole 16.5 millones de dólares. Este es otro ejemplo más de cómo Clinton trató al Departamento de Estado como su propio fondo de cobertura personal y uso dinero del público estadunidense para financiar su lujoso estilo de vida “ (citado por Joseph Cariz y Lauren Carroll, “Did Hillary Clinton launder millions of dollars while she was secretary of state?”, Polifact, 1ro. De julio 2016).

Ante tal afirmación, la campaña de Hillary pasó a la defensiva. A través del portal The Briefing, creado luego de la publicación de Clinton Cash para responder a las acusaciones vertidas en el libro (puede consultarse en www.hillaryclinton.com/briefing/), se establecieron datos y argumentos de justificación sobre la alianza con Laureate. Uno de los argumentos centrales era que los fondos proporcionados a la fundación IYF tomaba en cuenta su carácter altruista, y que dicha organización había recibido recursos federales con anterioridad al ejercicio de Hillary como secretaria de Estado.

Además, la campaña demócrata acudió a diversos medios de comunicación (New York Times, Bloomberg, Washington Post) con la solicitud de transparentar y validar la información que circulaba. Desde luego la prensa favorable a la opción presidencial de Hillary la “absolvió” de las insinuaciones de uso indebido de recursos públicos y de las afirmaciones de hipocresía y doble discurso sobre el tema del lucro universitario. ¿La opinión pública? Al parecer dividida, como era de esperarse. El caso es que después del inicial intercambio de acusaciones, el tema pasó a un segundo o tercer plano y quedó al margen de los debates Clinton-Trump.

A todo esto ¿cuál fue la reacción de Becker en la coyuntura? En realidad, ninguna. El ejecutivo de Laureate adujo ante los medios que estaba inhabilitado para dar declaraciones o proporcionar datos sobre la compañía en tanto no quedara resuelta la solicitud de Laureate de reingresar a la Bolsa de Valores, lo que, dicho sea de paso, es cierto.

¿Y las repercusiones del affaire en el tablero de negocios educativos del grupo? La semana que viene las comentaremos.

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Roberto Rodríguez

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