Educación Futura

Etiqueta: adolescencia

  • Redes sociales y el TDC

    Redes sociales y el TDC

    María Teresa Galicia Cordero
    María Teresa Galicia Cordero*

    ¿Sabías que el modelo de negocio de empresas como Facebook, Twitter, YouTube, TikTok e Instagram, se basa en la búsqueda de la dependencia de las personas? Su propósito principal es que la gente no deje de mirar su pantalla, sus creadores y diseñadores buscan siempre la manera de enganchar a las personas, mientras más tiempo los retengan, es mejor.

    Este modelo de negocios representa un mercado, en los que se comercia a gran escala, negocios que generan billones de dólares que han hecho a las compañías de internet las más ricas de la historia de la humanidad. Todo lo que se hace en internet se observa, se registra y se mide, nuestras acciones son monitoreadas y grabadas. ¿Te has dado cuenta que cuando empiezas a buscar algo, compartes, o das me gusta a alguna publicación te empiezan a salir muchos anuncios, publicaciones o recomendaciones sin pedirlas?

    Esto sucede porque se manejan ciertos algoritmos que van registrando tus preferencias, tus estados de ánimo, la información que buscas, pareciera que saben todo sobre ti, y sí, puede ser.

    Se ha creado una generación global de personas que crece en un contexto de comunicación y un nuevo significado de cultura, donde la manipulación y el engaño se coloca al centro de sus intereses, porque todo se vende y todo se compra, el mercado es lo fundamental. Esta tecnología persuasiva se basa en un diseño aplicado en extremo con la intención de modificar el comportamiento a través de lo que conocemos como reforzamiento positivo intermitente, que, llevado al extremo, tiene consecuencias.

    En las redes sociales, se ven los perfiles de sus usuarios, lo que ha provocado que muchas personas se comparen con lo que ven en internet y alimenten ideas diversas por compararse con otras, especialmente acerca de la percepción de su cuerpo, lo que impacta en su salud mental, principalmente en los adolescentes y los jóvenes que se preocupan excesivamente en lo que ellos consideran defectos de su aspecto físico, que para los demás son poco perceptibles o inexistentes.

    De acuerdo con información de la Clínica Mayo, las personas empiezan a tener comportamientos obsesivos, como mirarse repetidamente en el espejo, asearse en exceso o comparar su aspecto físico con el de otras personas, conductas que se dan como respuesta a la preocupación y a la ansiedad por las que cursa el individuo acerca de su imagen corporal, lo que con el paso del tiempo se convierte en un trastorno dismórfico corporal TDC que se incluye en el espectro de los trastornos obsesivos compulsivos por su similitud con ellos (Sadock et al, 2015).

    Por el uso de las redes sociales, las personas prestan más atención a la belleza y a la apariencia física y la imagen corporal se ha convertido en un producto intensificado, ya que es un medio por el cual la gente se puede comunicar mediante fotografías, videos y publicaciones de distintos tipos. Un buen porcentaje de 1.75 millones de personas que hacen uso de las redes sociales (Washington Post, 2021), pasan demasiado tiempo observándose frente a la pantalla de sus dispositivos, comparándose con las demás personas, lo que los expone a ser víctimas de ciberacoso y de estándares de belleza que no son realistas.

    Además de lo anterior, las redes sociales causan adicción. Los estudios indican que el uso adictivo de las redes sociales puede ser consecuencia de una baja autoestima y que las personas recurren a ellas para elevarla (Andreassen et al, 2017). Se ha observado, además, que los pacientes que usan más aplicaciones de redes sociales tienen mayor tendencia a considerar someterse a procedimientos de cirugía plástica, por lo que por el uso indiscriminado de las redes sociales y de la cirugía plástica, el TDC se ha vuelto cada vez más frecuente.

    Para prevenirlo y que su tratamiento sea efectivo, se recomienda que las personas afectadas limiten su exposición a las redes sociales, lo cual se antoja sumamente difícil dado que actualmente el uso de las redes sociales es ya parte de la vida cotidiana y esto constituye una barrera seria para el tratamiento (Garza, 2024). Tal vez sea momento de que en las escuelas y hasta en las familias, se restrinja el uso del celular, estamos observando cómo las redes sociales y el internet en general no solo promueven imaginarios sociales, pueden promover violencia, la manipulación de la opinión pública través de bots, infodemia hasta adicciones y ahora también, trastornos mentales como el TDC, que causa un sufrimiento emocional significativo y repercute en la capacidad para desenvolverse en la vida diaria.

    De ahí la importancia de fomentar la promoción del uso adecuado de las redes sociales para crear tendencias que fomenten conductas saludables.

    Referencias

    Andreassen CS, Pallesen S, Griffiths MD (2017) The relationship between addictive use of social media, narcissism, and self-es teem: findings from a large national survey. Addict Behav; 64:287-93.

    Garza, Regina, Cardoso, Viviana, & González, Clara. (2024). El trastorno dismórfico corporal y las redes sociales. Revista mexicana de medicina familiar, 11(1), 33-37. Epub 31 de mayo de 2024

    Sadock V, Kaplan H, Ruiz P. Sinopsis de psiquiatría. 11.ª ed. Barcelona, España: Wolters Kluwer; 2015.

    Washington Post. Opinión (2021) Los efectos de Instagram en las adolescentes muestran un problema mayor. Editorial Board 21 de sep.

  • Repetir grado en secundaria: el preocupante fenómeno que va en aumento y perpetúa la desigualdad educativa

    Repetir grado en secundaria: el preocupante fenómeno que va en aumento y perpetúa la desigualdad educativa

    Erick Juárez Pineda
    Erick Juárez Pineda

    Introducción

    El presente ensayo hace un acercamiento básico a los datos sobre repetición escolar en secundaria de escuelas públicas y privadas en México, su evolución a lo largo de los últimos nueve ciclos escolares, tendencias, número de alumnos y, finalmente, una pequeña revisión de literatura sobre causas y consecuencias de este fenómeno.

    El texto comienza con un panorama basado en los datos publicados por la Dirección General de Planeación, Programación y Estadística Educativa de la Secretaría de Educación Pública (SEP), en el que se presentan los números totales y por grado de alumnas y alumnos que repitieron un ciclo escolar, en contraste con cada ciclo escolar —de 2016 a 2025— y en comparación con la matrícula total de cada nivel.

    También se hace una revisión sobre los Acuerdos publicados en el Diario Oficial de la Federación que establecen los criterios de evaluación, acreditación, promoción, regularización y certificación en la educación básica, así como los posibles efectos que tuvieron en el número de alumnos repetidores.

    Adicionalmente se recopilan hallazgos de una breve revisión de literatura, para dar cuenta sobre las causas, efectos y consecuencias de la repetición escolar en las y los adolescentes.

    Finalmente, se plantea una reflexión que invita a continuar las investigaciones sobre los resultados obtenidos y a fortalecer la vinculación entre la investigación educativa y la toma de decisiones en política.

    Repetición en secundaria: quiénes y cuántos son

    Repetir un grado en educación básica suele ser muy preocupante para las familias y la sociedad, ya puede tener consecuencias en las trayectorias de niños y jóvenes que podrían resultar irreversibles.

    En México, la acreditación de las y los alumnos de educación básica está regulada por lo que marca el Acuerdo 10/09/23 (DOF, 2023), el cual establece los criterios de evaluación, acreditación, promoción, regularización y certificación en la educación básica.

    Dicho documento explica que para educación primaria en los grados de segundo a sexto, la acreditación depende de obtener al menos un promedio de 6.0 en los cuatro campos formativos evaluados: lenguaje, pensamiento matemático, conocimiento del medio y desarrollo personal y social.

    Por el contrario, en primer grado de primaria y en preescolar no existe la posibilidad de reprobar, ya que en esos niveles la evaluación se centra en la asistencia y en el seguimiento del proceso de desarrollo de cada estudiante, más que en asignar una calificación numérica.

    En cambio, para secundaria, la acreditación requiere obtener un promedio mínimo de 6.0 en cada asignatura; y, de no alcanzarlo, el estudiante deberá repetir el ciclo escolar completo en el siguiente periodo, especialmente si acumula cinco o más materias reprobadas. Cuando la situación es de hasta cuatro asignaturas no acreditadas, el alumno tiene la posibilidad de regularizarse conforme a las Normas de Control Escolar mediante exámenes extraordinarios, proyectos u otros mecanismos. Además, se contempla la promoción condicionada, que permite inscribirse al grado inmediato superior siempre que, tras uno o dos periodos de regularización, se mantenga un mínimo de seis asignaturas aprobadas. Finalmente, existe la opción de acreditar un grado a través de una evaluación general de conocimientos, también bajo lo que estipulen dichas normas.

    Sin embargo, reprobar y repetir un ciclo escolar va más allá de no obtener una buena nota o bajo aprovechamiento escolar; es también un signo claro de desigualdades en el aprendizaje (Barajas & Olvera, 2018). Y en secundaria, donde las y los alumnos se encuentran en el periodo de adolescencia (entre 12 y 15 años), esto representa un impacto significativo en su desarrollo, pues es en esta edad donde existen momentos de cambios y crisis que “promueven la consolidación de una identidad y comprende elementos de carácter psicológico multidimensional que se desarrollan de manera específica en cada individuo” (Barajas & Olvera, 2018b)

    En México, la repetición en este nivel ha tenido un repunte los últimos cinco años. Según datos de la Dirección General de Planeación, Programación y Estadística Educativa de la Secretaría de Educación Pública (2025), el número total de alumnos de escuelas públicas y privadas que son repetidores, pasó de 34,076 en el ciclo escolar 2021-2021 a 44,052 en el ciclo 2024-2025, de un total de 6,394,720 y 6,293,530 estudiantes inscritos respectivamente (Ver Gráfico 1).  Es decir, durante este periodo se observó que, aunque hay menos estudiantes en total, la cantidad de repetidores ha crecido.

    Si bien, esto representa bajas tasas porcentuales que van del 0.53 a 0.7 por ciento de la población total de este nivel, no es algo que se debe minimizar.

    Durante la pandemia, hubo cambios importantes, pues dadas las condiciones extraordinarias de confinamiento y emergencia sanitaria, la SEP mandató en el Acuerdo 16/06/21 (DOF, 2021) que en ningún caso se retendría a los educandos en el grado escolar en el que estaban inscritos, ya que todos los alumnos fueron sujetos a un proceso de valoración extraordinaria, priorizándose así su tránsito al siguiente nivel educativo sin importar el nivel de participación que hubieran tenido durante el periodo a distancia.En situaciones donde no se contaba con información suficiente para evaluar al estudiante, se registraron las leyendas “Información insuficiente” o “Sin información”, en lugar de una calificación numérica. En estos casos, se activó un periodo extraordinario de recuperación al inicio del ciclo escolar siguiente.

    Esta medida tuvo como objetivo garantizar el derecho a la educación, impedir que el alumnado fuera penalizado por las condiciones adversas provocadas por la pandemia y asegurar su permanencia en el sistema.

    Durante este periodo de emergencia sanitaria, y antes de la publicación del Acuerdo 16/06/21 sobre la no reprobación, el número de alumnos que repitió el ciclo escolar aumentó considerablemente. En el ciclo escolar 2019-2020, se registraron 64,231 repetidores; sin embargo, para el siguiente ciclo escolar, ya con las medidas previamente expuestas para atender los retos surgidos por la pandemia, disminuyó a 34,076 (Ver Gráfico 2)

    Sin embargo, los datos demuestran que antes de la pandemia las tasas de repetición aumentaban de forma sostenida y alcanzaron su punto más alto en el ciclo escolar 2019-2020. Posteriormente, tras la crisis sanitaria, los números de repetición escolar empezaron a incrementarse nuevamente, lo que podría indicar un retorno gradual a las condiciones educativas previas a la emergencia sanitaria.

    De estos datos, también llama la atención que 2º grado de secundaria es consistentemente el que presenta más casos de repetición, seguido de 1º y 3º, lo que sugiere que podría tratarse del tramo educativo más desafiante para el alumnado y donde pueden intervenir muchos factores y elementos. Esta peculiaridad puede dar pie a una investigación más profunda (Ver Tabla 1).

    Más allá de los datos, los factores asociados al fenómeno de la repetición y sus consecuencias requieren un análisis más profundo incluso con lo que ya se ha investigado.

    La complejidad de esta problemática radica en que se trata de fenómenos psicosociales multifactoriales, donde confluyen elementos estructurales, sociales, familiares e individuales (Corzo y Reyes, 2017 en Barajas & Olvera, 2018). Sus efectos también se manifiestan en distintos niveles: desde el funcionamiento del sistema educativo hasta el bienestar emocional de cada estudiante. Por esta razón, resulta equivocado reducir sus causas a cuestiones personales como la falta de esfuerzo o atención, o señalar únicamente la responsabilidad de la escuela o del alumnado. Abordarlo desde una sola dimensión, especialmente la individual, limita cualquier posibilidad de solución efectiva (Corzo y Reyes, 2017 en Barajas & Olvera, 2018b).

    Al respecto, Torres y Acevedo (2015) señalan que las causas son muchas y variadas: dificultades de aprendizaje, el contexto socioeconómico familiar desfavorable, el escaso acompañamiento en el hogar, el desinterés estudiantil y los problemas de conducta. Asimismo, se señala la influencia de variables institucionales como la poca atención al ausentismo, la falta de apoyo pedagógico y las prácticas escolares poco inclusivas.

    Al mismo tiempo, autores como Rodríguez y Batista (2022) explican que entre los factores personales que contribuyen a la repetición de curso, destaca principalmente un bajo autoconcepto académico, es decir, la percepción negativa que el propio estudiante tiene sobre sus capacidades para aprender y rendir en el ámbito escolar. Este factor, observan, se ve reforzado por experiencias previas de fracaso, que afectan su confianza y disminuyen su implicación con el aprendizaje. Asimismo,concluyen que las bajas orientaciones a metas, especialmente en cuanto a la motivación por aprender o superar retos académicos, limitan el esfuerzo y la persistencia necesarios para progresar.

    Repetir año: lejos de ayudar, perjudica en lo académico y lo personal

    A pesar de que el acto de repetir un ciclo escolar sigue siendo una práctica recurrente en nuestro sistema educativo, las investigaciones advierten que esto no mejora el rendimiento académico ni la motivación, sino todo lo contrario (Rodríguez Rodríguez y Batista Espinosa, 2022b). El estudio de Rodríguez y Batista (2022) señala que los estudiantes repetidores obtienen calificaciones notablemente inferiores a las de sus compañeros que no repiten, lo que sugiere que repetir no contribuye a recuperar los aprendizajes perdidos. Además, explica que esta medida perjudica el autoconcepto académico del alumnado, refuerza sentimientos de incapacidad, fracaso y desconexión con el entorno escolar y puede dificultar aún más su progreso educativo.

    En el plano motivacional, los autores puntualizan que los estudiantes que repiten curso presentan menores niveles de motivación hacia el aprendizaje y el rendimiento, aspectos clave para sostener el esfuerzo y la persistencia académica, lo que prolonga su impacto durante años.

    El alumnado repetidor de educación secundaria tiene un autoconcepto académico significativamente inferior al del alumnado no repetidor, viéndose incluso que a más cantidad de cursos repetidos, mayor era dicha disminución. Se comprobó que la aproximación al aprendizaje y al rendimiento de los estudiantes repetidores eran significativamente inferiores. (Rodríguez Rodríguez y Batista Espinosa, 2022, p. 77-81)

    Al mismo tiempo, González y Correa (2015) señalan que la repitencia escolar no solo tiene un impacto académico limitado, sino que afecta directamente la autoestima, la integración social y la permanencia escolar del estudiante. Lejos de representar una solución efectiva, repetir un curso suele reforzar la exclusión y aumentar el riesgo de abandono, especialmente cuando no se acompaña de medidas de apoyo individualizado.

    Además, investigaciones como las de Blanco-Varela & Amoedo (2025), puntualizan que los alumnos de contextos socioeconómicos y culturales desfavorecidos enfrentan mayores dificultades académicas debido a la carencia de recursos materiales y a un entorno poco propicio para el aprendizaje. Conviven con niveles educativos familiares bajos, acceso limitado a libros, tecnología o apoyo escolar, y suelen asistir a centros educativos con infraestructuras y apoyos limitados. En este contexto, repetir curso deja de ser una oportunidad de mejora académica y se convierte en una carga adicional que incrementa la desmotivación, refuerza el estigma social y amplía la desigualdad, lo que genera un efecto acumulativo que puede derivar en el abandono escolar.

    Reflexiones finales

    A pesar de que se tiene el conocimiento sobre las causas y consecuencias de la repetición escolar, los datos indican que esta va en aumento en nivel secundaria y aun persiste como una práctica habitual en el sistema educativo. Esta continuidad refleja una resistencia al cambio y una tendencia a mantener medidas tradicionales que, lejos de resolver los problemas de aprendizaje, tienden a profundizarlos. La repetición de curso, señalan las investigaciones, más que una solución, se convierte en un factor que incrementa la desigualdad educativa, especialmente entre los estudiantes más vulnerables.

    Además, aún es evidente la poca vinculación entre la investigación científica y la toma de decisiones políticas. Las investigaciones nacionales e internacionales han documentado con claridad los efectos negativos, tanto académicos como emocionales; sin embargo, estas evidencias rara vez se traducen en políticas públicas concretas o en cambios estructurales dentro de las escuelas. Se requiere con urgencia una mayor articulación entre la producción de conocimiento y el diseño de estrategias educativas, de modo que las decisiones se basen en datos sólidos y respondan a las necesidades reales del alumnado. Incluso, resulta necesaria una mayor profundización en el fenómeno; por ejemplo, comprender las causas que explican por qué el segundo grado de secundaria concentra el mayor número de repeticiones.

    Cerrar esta brecha entre la evidencia y la acción implica repensar el enfoque punitivo de la evaluación y avanzar hacia una cultura educativa centrada en la prevención, el acompañamiento personalizado y la equidad. Solo así será posible garantizar que todos los estudiantes, sin importar su origen o contexto, tengan oportunidades reales de aprender, progresar y permanecer en el sistema educativo.

    Bibliografía

    ACUERDO 10/09/23 por el que se establecen las normas generales para la evaluación del aprendizaje, acreditación, promoción, regularización y certificación de las alumnas y los alumnos de educación preescolar, primaria y secundaria. (2023, septiembre 27). https://www.dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5703099&fecha=27/09/2023#gsc.tab=0

    ACUERDO 16/06/21 por el que se regulan las acciones específicas y extraordinarias relativas a la conclusión del ciclo escolar 2020-2021, en beneficio de los educandos de preescolar, primaria y secundaria ante el periodo de contingencia sanitaria generada por el virus SARS-CoV2 (COVID-19). (2021, junio 22). https://www.dof.gob.mx/nota_detalle_popup.php?codigo=5621985

    Barajas, D. D., & Olvera, A. R. (2018). Reprobación escolar en el nivel medio superior y su relación con el autoconcepto en la adolescencia. Revista Latinoamericana de Estudios Educativos (México), XLVIII(2), 125-142.

    Blanco-Varela, B., & Amoedo, J. M. (2025). Efectos de la repetición escolar según el perfil socioeconómico del estudiante. Revista de Educación, 1(407). https://doi.org/10.4438/1988-592X-RE-2025-407-658

    Rodríguez Rodríguez, D., & Batista Espinosa, F. J. (2022). La repetición de curso en educación secundaria y su relación con variables motivacionales. Bordón: Revista de pedagogía, 74(2), 77-91.

    Secretaría de Educación Pública. (s. f.). Principales Cifras [Sistema Interactivo de Consulta]. SEP, principales cifras. Recuperado 28 de abril de 2025, de https://www.planeacion.sep.gob.mx/principalescifras/

    Torres González, J. A., Acevedo Correa, D., & Gallo García, L. A. (2015). Causas y consecuencias de la deserción y repitencia escolar: Una visión general en el contexto latinoamericano. Cultura, Educación y Sociedad, 6(2), 175-205.

  • La adolescencia se acompaña veinte años antes: el imperativo de una adultez presente para una juventud sana

    La adolescencia se acompaña veinte años antes: el imperativo de una adultez presente para una juventud sana

    Herzel Nashiely García Márquez
    Herzel Nashiely García Márquez*

    “La educación de un niño comienza veinte años antes de su nacimiento.”

    Esta frase, cuya autoría ha sido atribuida a distintas voces a lo largo del tiempo, encierra una verdad profunda: el acompañamiento de un adolescente comienza mucho antes de que ese adolescente exista. Empieza en la calidad humana, ética y emocional de los adultos que muchas veces, sin saberlo, con su ejemplo, están forjando los cimientos de la vida de alguien más.

    En un contexto social que duele —como el reciente y trágico suceso ocurrido en el CCH Sur—, urge detenernos a mirar con honestidad cómo estamos educando, acompañando y, sobre todo, si estamos presentes de verdad en la vida de nuestras juventudes. Lo ocurrido no es sólo una cuestión de seguridad o de protocolos, es una llamada a mirar más hondo: a la salud mental colectiva, a las relaciones significativas que sostenemos (o descuidamos), a la manera en que los adultos —como madres, padres, docentes, líderes comunitarios— estamos construyendo o fracturando los vínculos de contención y entendiendo la etapa adolescente.

    La salud mental adolescente es reflejo de la salud emocional adulta; esto no se dice  sólo desde la intuición: la evidencia científica es contundente. Organismos como la OMS y UNICEF han reiterado que los entornos familiares y escolares emocionalmente saludables son el principal factor protector frente a la ansiedad, la depresión, la ideación suicida y las conductas de riesgo en adolescentes. Y estos entornos no se crean de forma espontánea: requieren adultos conscientes, disponibles, y en proceso constante de crecimiento.

    Los adolescentes no sólo escuchan nuestras palabras. Observan cómo gestionamos el estrés, cómo resolvemos desacuerdos, cómo amamos o nos desvinculamos, cómo trabajamos, descansamos o huimos. Observan, y con ello, modelan su noción de adultez. No basta decirles “aquí estoy para ti” si no nos hemos hecho presentes para nosotros mismos. Debemos recordar que educar no es controlar, es conectar y acompañar la adolescencia requiere una mirada distinta, más allá del control o la obediencia; implica un gesto de ternura hacia nuestra propia adolescencia. Recordar cómo nos sentíamos, qué nos motivaba o nos alejaba, qué actos adultos nos brindaban un mensaje certero de cercanía y confianza, es un primer ejercicio de comprensión. Como bien plantea la pedagogía de la ternura, es necesario pasar de imponer límites desde el miedo a construir relaciones de confianza desde el respeto y el vínculo. Esto implica:

    • Escuchar con los oídos, sí, pero también con los ojos, la mente y el corazón. Estar disponibles no solo físicamente, sino emocional y afectivamente.
    • Validar antes que corregir. Un adolescente que se siente visto y comprendido, aún en su confusión o enojo, será más receptivo a la guía que uno que solo recibe juicios.
    • Sostener sin invadir. Necesitan autonomía, pero también certeza. Libertad con presencia.

    La adolescencia, lejos de ser un problema a resolver, es una etapa de búsqueda y transformación que necesita ser acompañada por adultos con fortaleza emocional y ternura estructurada.

    El aula no es ajena al hogar: todos formamos parte de una misma red

    No podemos cargar esta tarea únicamente en los hombros de las familias. Los formadores también son madres, padres, hijas, hijos. También enfrentan crisis, pérdidas, frustraciones, agotamiento. El bienestar de los docentes, su salud emocional y su percepción de apoyo institucional impactan directamente en su capacidad de generar aulas emocionalmente seguras.

    Necesitamos comunidades educativas vivas y colaborativas, donde los adultos también sean escuchados, acompañados y contenidos. Donde el cuidado emocional no sea una “agenda adicional”, sino el corazón de toda práctica formativa.

    No se busca culpabilizar a nadie, sino convocar a todos. Ser adulto —hoy— no se trata de tener todas las respuestas, sino de atreverse a vivir con conciencia, sabiendo que los adolescentes no necesitan adultos perfectos, sino presentes, coherentes y disponibles.

    Es tiempo de preguntarnos cuestiones elementales de salud mental: ¿qué tal duermo? ¿qué sentido tienen mis vínculos? ¿me doy tiempo para encuentros significativos, aunque no tengan “utilidad”? ¿qué modelo emocional estoy ofreciendo, incluso en lo pequeño? ¿cómo me cuido?

    Porque cada gesto adulto —un grito, una evasión, un abrazo, una conversación casual, un silencio— tiene peso simbólico. Y los adolescentes, desde su aguda sensibilidad, están atentos a ese paisaje emocional. Observan y, con el tiempo, decidirán: ¿con qué me quedo?, ¿qué resignifico?, ¿qué reinvento?

    Nuestro deber es asegurar que entre los materiales que les ofrecemos, los pilares del respeto, el cuidado, la dignidad y el diálogo estén presentes, sean sólidos y visibles.

    Acompañar la adolescencia es un acto de corresponsabilidad generacional. No es un favor ni un sacrificio. Es una tarea ética que nace del compromiso de ofrecer a las nuevas generaciones un mundo habitable, una vida adulta que tenga sentido ser vivida.

    Por eso, cuidarnos como adultos no es egoísmo, es un ejemplo de responsabilidad y libertad personal para ir al encuentro con los otros. Es política pública, es educación emocional aplicada, es salud mental preventiva. Cuando un adulto trabaja por su bienestar integral, cultiva relaciones humanas sanas, se permite ser vulnerable y pedir ayuda, está construyendo —aunque no lo sepa— el futuro emocional de quienes lo observan.

    La adolescencia se acompaña desde mucho antes. En cada gesto, cada vínculo, cada decisión de quiénes elegimos ser como adultos.

    *Académica de la Facultad de Educación y Humanidades, Universidad Anáhuac México.

  • Adolescentes migrantes en su paso por México

    Adolescentes migrantes en su paso por México

    Aimée Freyre y Catalina Moreno

    Migrar es un fenómeno natural y mundial, sin embargo, las experiencias y situaciones que viven día con día las personas en movilidad, de ninguna manera pueden y/o deben catalogarse como naturales o normales. De acuerdo a la Unidad de Política Migratoria (2023), de enero a noviembre de 2023, el Instituto Nacional de Migración ha identificado 107,452 niñas, niños y adolescentes extranjeros en México y de ellos el 97.8% provenían de Centroamérica.
    A este respecto, México ha sido un país de origen, tránsito, retorno y en los últimos años también destino de personas migrantes que salen de su lugar de origen en busca de mejorar su calidad de vida. De enero a noviembre de 2023, se registró un total de 23,022 de niñas y niños menores de 18 años que fueron repatriados de Estados Unidos a México (REDIM, 2023).
    En nuestra labor como interventoras educativas con infancias migrantes, sabemos y reconocemos lo importante de escuchar sus voces e historias, por lo que conversamos con adolescentes, que se encuentran sin acompañante, en algunos albergues de Tapachula, Chiapas, para conocer su experiencia como adolescentes que migran de países de Latinoamérica como: Venezuela, Honduras, Guatemala, Ecuador y El Salvador.
    ¿Por qué las personas menores de edad, deciden salir de sus hogares en busca de mejores oportunidades? Dejan atrás a su familia, amistades, lugares conocidos, sus comidas y tradiciones. Deciden dejar atrás la vida que conocen. Dejan la aparente seguridad y estabilidad de su hogar, porque en muchas ocasiones su entorno amenaza esta seguridad. Lo dejan todo en la búsqueda de un sueño.
    Han recorrido la selva caminando, ¡países caminando!, y están cansadas, están cansados. Salieron de sus países porque aún el sueño americano les sigue pareciendo tentador. ¿Y por qué no habría de serlo? Ellos escaparon de la muerte, de las pandillas. Ellas no pudieron seguir viendo a su mamá llorar, desesperada por no tener trabajo. En sus países la situación es desgarradora.
    En el caso de Honduras, acorde al informe de PNUD (2022), ha habido un aumento en cuanto a casos de homicidio, accidentes de tránsito, suicidios y delitos sexuales. Estos escenarios de pobreza, delincuencia y corrupción son algunos motivos por los que se encuentran en estos albergues las y los adolescentes. Aún no cumplen ni 18 años y eligieron reiniciar su vida porque la vida en su país es insostenible, como ellos mismos mencionan: “Toca empezar de cero. Acostumbrarse”.
    Han visto a personas morir en la selva, se han enfrentado al peligro, violencia, robos y secuestros de los que son víctimas las personas migrantes; y a pesar de eso las y los adolescentes con los que trabajamos gustan de conocer ciudades, países y nuevas personas. “Cuando estás encerrado en tu país te asusta la diferencia”, menciona con orgullo un adolescente, que considera que migrando ha aprendido a vivir en igualdad con personas diferentes a él, pues en el albergue que se encuentra convive con adolescentes que vienen de países de Centro, Sudamérica, y hasta de África y Asia. Los chicos hacen el intento de comunicarse entre ellos a pesar de sus diferentes idiomas y se enseñan regionalismos propios de sus países. Aunque siguen sufriendo la segregación que les da su condición de migrante, poco a poco aprenden a reconocer y validar la riqueza que hay en sus diferencias.
    Por otra parte, al visitar los albergues, donde se encuentran niñas, niños y adolescentes mujeres, se evidencia cómo ellas adoptan las tareas de cuidados históricamente subestimadas y atribuidas al género femenino. Se puede ser testigo de chicas consolándose entre ellas al no tener respuestas favorables de su proceso migratorio, ver cómo las más grandes apoyan a las más pequeñas en las actividades comunales o cómo se dan consejos entre ellas para cuidar su salud física y emocional, sobre todo si alguna está lastimada o embarazada.
    Las chicas y los chicos han pasado por todo esto y ahora que se encuentran en albergues, no saben qué pasará en el futuro; procuran enfocarse en el hoy, su mundo ha girado tanto y tan rápido que prefieren pensar en el presente.
    Alguna de ellas se imaginaba superándose, estudiando y sacando adelante a su familia. Menciona que iba acompañada de su primo mayor de edad cuando la agarraron y la metieron al albergue, pues él no contaba con ningún documento que le cediera su tutela. Actualmente se encuentra en proceso de repatriación y nos menciona: “ahora que he tomado la decisión de no volver a intentarlo, no imagino mi futuro”. Así se diluye poco a poco el gran sueño americano de ella y muchas jóvenes adolescentes.

    Tal parece que, para algunas personas, el esfuerzo que han hecho hasta ahora, los retos que han enfrentado, la vulneración a sus derechos humanos y a su persona, no serán recompensados; pues regresarán a sus países con miedo, con inseguridad, y con la tristeza de saber que seguirán viviendo las situaciones de las que pensaron que escaparían cuando decidieron migrar.
    Para algunos otros el sueño continúa, esperando cumplir la mayoría de edad para salir de los albergues y seguir su camino hacia Estados Unidos, el país que a sus ojos, les ofrece las mejores oportunidades para conseguir educación, un empleo y mejorar no solo su calidad de vida, sino también la de sus familias.

    Referencias
    III Personas en situación migratoria irregular (antes extranjeros presentados y devueltos), 2023. Cuadro 3.1.4. Unidad de Política Migratoria. Recuperado de: http://www.politicamigratoria.gob.mx/es/PoliticaMigratoria/CuadrosBOLETIN?Anual=2023&Secc=3
    Niñas, niños y adolescentes migrantes en México (a noviembre 2023). (enero 25, 2024). Blog de datos e incidencia política de REDIM. Recuperado de: https://blog.derechosinfancia.org.mx/2024/01/19/ninas-ninos-y-adolescentes-migrantes-en-mexico-a-noviembre-de-2023/
    Análisis multidimensional seguridad ciudadana Honduras 2021 y preliminares primer trimestre 2022. (17 de junio 2022). Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Recuperado de: https://www.undp.org/es/honduras/noticias/analisis-multidimensional-seguridad-ciudadana-honduras-2021-y-preliminares-primer-trimestre-2022#:~:text=En%20Honduras%2C%20durante%20el%20a%C3%B1o,a%C3%B1os%20anteriores%20(excepto%202018)

    Acerca de las autoras

    Aimée Freyre
    Trabajadora social por vocación. Cree en la transformación de la realidad a través de la educación y la organización comunitaria. Actualmente trabaja como interventora educativa en Radix Education, con niñas, niños y adolescentes en albergues de Tapachula, Chiapas.

    Catalina Moreno
    Docente y profesional del Desarrollo Infantil Temprano. Busca que todos los niños, niñas y adolescentes tengan la oportunidad de crecer en un ambiente óptimo que les permita desarrollar su potencial. Se desempeña como Coordinadora Senior en Radix Education, con niñas, niños y adolescentes en situación de movilidad.