La Inteligencia Artificial (IA) continúa la transformación de la sociedad y de los sectores productivos a nivel global. De acuerdo con el investigador de la UAM Gibrán Bárcenas Pérez, los agentes de IA se perfilan como herramientas clave en la optimización de procesos, la automatización de tareas y la reconfiguración de interacciones entre humanos y máquinas. Estos sistemas han evolucionado significativamente en los últimos años, pasando de ser simples asistentes a herramientas capaces de aprender, razonar y operar de manera autónoma.
La clave de este avance ha sido la mejora en la memoria y el razonamiento de estos agentes, permitiéndoles recordar información y tomar decisiones informadas. Además, su capacidad para interactuar de manera autónoma con otros sistemas impulsará su uso en sectores como la logística y la atención médica. Por otro lado, agregó, la automatización de procesos permitirá a las empresas reducir tareas repetitivas, lo que se traducirá en un aumento de la productividad y una reorganización del mercado laboral.
Bárcenas Pérez señaló lo anterior en el artículo Agentes de Inteligencia Artificial: El Factor Clave del 2025, publicado en la Revista IA UAM-A, y recordó que el cofundador de OpenAI, Ilya Sutskever, destacó en la conferencia NeurIPS 2024 que la nueva ola de IA no dependerá del crecimiento masivo de modelos, sino de la optimización de las herramientas existentes para hacerlas más útiles y autónomas.
Este cambio de paradigma agregó, se asemeja a la transición del hardware al software en la era de los teléfonos inteligentes. En este contexto, el desarrollo de agentes capaces de comprender el entorno, planificar y adaptarse en tiempo real sin intervención humana está transformando el concepto de inteligencia artificial. La integración de estos agentes en el ámbito laboral traerá consigo cambios profundos.
Los Agentes Jefe
Dijo que se prevé un aumento en la productividad de hasta un 40% en sectores clave, ya que los trabajadores podrán enfocarse en actividades estratégicas mientras los agentes se encargan de las tareas rutinarias. Al mismo tiempo, surgirá un nuevo rol dentro de las organizaciones, el Agente Jefe, cuya función será supervisar y coordinar el desempeño de estos sistemas dentro de las empresas. Estos cambios modificarán la cultura organizacional y la manera en que las empresas se relacionan con la tecnología.
Uno de los desarrollos más innovadores en este campo es la simulación del comportamiento humano a través de agentes generativos. Bárcenas explicó que investigadores de Stanford, en colaboración con Google DeepMind y la Universidad de Washington, han desarrollado un sistema de 1,000 agentes generativos capaces de replicar el comportamiento humano con una precisión del 85%.
Este avance, añadió, tiene el potencial de revolucionar diversas áreas, como la sociología y la economía, al permitir la simulación de dinámicas sociales sin necesidad de participantes humanos. También se está explorando su uso en redes sociales para analizar estrategias de combate contra la desinformación, así como en la evaluación de políticas públicas para predecir el impacto de nuevas regulaciones antes de su implementación. En sectores como la salud y la educación, estos agentes podrán personalizar la atención y ofrecer experiencias adaptadas a las necesidades individuales.
El impacto de los agentes de IA presenta tanto beneficios como desafíos. Entre sus ventajas destaca la optimización de procesos mediante el análisis de grandes volúmenes de datos en tiempo récord, mejorando la toma de decisiones en sectores estratégicos. Asimismo, dijo el académico, se prevé que estos sistemas mejoren la experiencia del cliente en áreas como el comercio minorista y la atención médica, al personalizar la interacción y aumentar la eficiencia del servicio.
En el ámbito de la investigación científica, continuó, los agentes de IA han demostrado ser herramientas clave para acelerar descubrimientos en biomedicina, climatología y otros campos. Sin embargo, también existen preocupaciones importantes. La automatización masiva de tareas podría derivar en el desplazamiento de empleos en sectores altamente dependientes de trabajos repetitivos, lo que exige un replanteamiento de la estructura laboral y la capacitación de los trabajadores. También se ha señalado el riesgo de una excesiva dependencia tecnológica, lo que podría afectar habilidades humanas como el pensamiento crítico y la creatividad. A esto se suman problemas de seguridad y privacidad derivados del manejo de grandes volúmenes de datos, así como cuestionamientos éticos sobre el uso de algoritmos que pueden reproducir sesgos discriminatorios si no se regulan adecuadamente.
Ante estos desafíos, apuntó, es fundamental una implementación responsable de los agentes de IA. Para ello, se requieren regulaciones éticas que garanticen un uso transparente y equitativo de estas tecnologías. La educación y la capacitación deben ser prioritarias para dotar a los trabajadores de las habilidades necesarias para adaptarse a este nuevo entorno laboral. Además, la colaboración entre gobiernos, empresas y el sector académico será clave para abordar los desafíos emergentes y aprovechar al máximo el potencial de la inteligencia artificial. También será necesario un monitoreo constante del desempeño de estos sistemas para identificar áreas de mejora y minimizar riesgos. Finalmente, es crucial fomentar la diversidad en los equipos de desarrollo de IA, para garantizar que los sistemas sean inclusivos y representativos de la sociedad en su conjunto.
El futuro de los agentes de IA no solo se perfila como un avance tecnológico, sino como una transformación profunda en la manera en que las personas trabajan e interactúan con la tecnología. Como afirmó Ilya Sutskever, “los agentes inteligentes no solo te asisten; hacen el trabajo”. En este escenario, las empresas, los gobiernos y la sociedad en general deberán encontrar el equilibrio entre la innovación tecnológica y la preservación del valor humano en el trabajo, asegurando que la automatización se traduzca en oportunidades y no en desigualdades.