Uno de los grandes temas que fueron abordados en la X Conferencia de CLACSO (Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales), celebrada en Bogotá, Colombia, en junio pasado, fue el asunto de los desplazamientos epistémicos para estudiar la realidad social y educativa.
Un desplazamiento epistémico puede definirse como la posibilidad de buscar una mejor perspectiva teórica y metodológica para estudiar la realidad en la que nos desenvolvemos. Las ciencias sociales y, en general, toda la producción científica, incluyendo la práctica de las y los docentes como parte de su desenvolvimiento profesional, tienden a colocarse en el mismo lugar que lo han venido haciendo, para estudiar los objetos de su interés. El desplazamiento epistémico invita a encontrar nuevas posiciones para estudiar la realidad que es otra.
Bajo este compromiso de indagación existen tres principios, que es importante considerar con la finalidad de aportar mejores conocimientos, bajo una perspectiva de mejorar la calidad y la calidez en el estudio de los mismos. Dichos principios son los siguientes:
a) Incursionar en nuevas metodologías.
Las metodologías y su uso son el recurso mediacional que permite estudiar la realidad, interactuar con ella, establecer modelos y estrategias de acercamiento a la misma, con la finalidad de conocer mejor lo que pasa, las regularidades de los fenómenos estudiados y la relación causa-efecto de los mismos y la forma de aventurar afirmaciones y generar hallazgos. De ahí que el giro o el desplazamiento epistémico invite a buscar nuevos lugares y nuevas formas de producir conocimientos.
b) Construir marcos teóricos más potentes.
Los marcos teóricos de referencia se refieren a la parte conceptual, a las palabras y el uso de categorías para nombrar y catalogar los fenómenos estudiados. Se sugiere construir marcos de referencia multidisciplinarios y superar el abuso de las viejas disciplinas científicas o las disciplinas tradicionales. Ya no más psicología, sociología o antropología por separado, sino un cruce interdisciplinar entre todas ellas. Construir una especie de psicosocioantropedagogía que sirva para estudiar los fenómenos educativos.
c) Modificar las finalidades al estudiar la realidad.
Aquí se presenta una bifurcación importante, a partir de reconocer el compromiso en el uso social de la construcción de conocimientos científicos. No se trata de producir conocimientos solo por el hecho de saber más o aportar a la ciencia; se trata de hacer uso de dichos conocimientos para vincularlos con el compromiso del cambio social y la transformación. Es decir, los conocimientos, ponerlos al servicio de los pueblos y las comunidades, y en donde el científico social tiene y tendrá un compromiso por intervenir, por tomar partido y por comprometerse al hacer uso crítico de lo que sabe, al servicio de los más necesitados.
El debate, como todo debate que se presenta en el terreno de la teoría y las ciencias sociales, está abierto; la invitación es aportar y construir nuevas posibilidades de producción científica y hacer uso de los conocimientos acumulados. Yo agradezco al iniciador de esta iniciativa por invitarnos a pensar en torno a nuestro trabajo académico.
¿Qué utilidad puede tener todo esto para el trabajo de las maestras y los maestros de educación básica, media superior y superior? Cuando menos, comenzar a problematizar y a hacerse preguntas acerca del papel que ocupan en la tarea educativa: ¿cómo restarle protagonismo a la figura del docente y dárselo a los estudiantes, alumnos o dicentes?, ¿cómo buscar una nueva posición pedagógica en el conjunto de la tarea de enseñar, que no sea la de transmitir o repetir saberes o conocimientos que han sido generados en otro lugar, sino la de acompañar y facilitar procesos, para que alumnas y alumnos acompañados por su profesor faciliten en el aula los nuevos saberes en este mundo complejo, caótico y profundamente demandante?
