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Acuerdo o plan: el magisterio de nuevo

Sólo algún error catastrófico, dicen quienes comentan las encuestas, puede impedir que Andrés Manuel López Obrador pierda las elecciones del 1 de julio. Ése tendría que ser de él, sus contrincantes no le encuentran el flanco débil. Las coaliciones adversarias apuestan a que el gran porcentaje de voto indeciso sea antiAMLO y voten por su candidato. Wishful thinking, apuntan los que saben inglés.

Los vaticinios, pienso, son correctos, aunque tal vez la ventaja de AMLO no sea tan amplia. Hoy, es casi seguro que él será el próximo presidente de México. Por lo tanto, hay que tomarse en serio sus declaraciones, así como las de las personas que designó para ejercer en su gabinete. Aunque, supongo, los planteamientos más serenos —los que no buscan el voto— vendrán después de las elecciones. Por lo pronto, tanto AMLO como Esteban Moctezuma Barragán —futuro secretario de Educación Pública, si se cumplen los pronósticos— persiguen el sufragio de los maestros. AMLO, con una defensa cerrada de la CNTE y del magisterio en general con un grito de guerra; EMB, con mensajes edificantes, pero sin obviar la crítica a la Reforma Educativa.

En su cierre de campaña en Oaxaca, territorio de la CNTE, en su discurso, AMLO reiteró que cancelará la “mal llamada Reforma Educativa”. También, como en sus tres decálogos sobre educación, se comprometió a poner en marcha un verdadero plan —ya no una auténtica reforma— para mejorar la calidad de la enseñanza sin afectar los derechos de los trabajadores de la educación. Pero ya abajo del templete, según el reportaje de Ernesto Núñez, el candidato de Morena señaló: “Lo voy a decir, con todo respeto, con toda mi buena fe, y sin ofenderlos, pero el periódico Reforma, desde que empezó la imposición de la llamada Reforma Educativa, se convirtió en un medio hostil a los maestros y, en más de una ocasión, han calumniado a los maestros” (17/05/2018).

Cierto, algunos encabezados de Reforma pintan mal a los maestros que hacen paros, toman carreteras y casetas de peaje, incendian edificios públicos, bloquean y saquean comercios y camiones de carga, pero en sus reportajes los deslindan del resto del magisterio. Aunque AMLO lo haya dicho con todo respeto, el tono levanta temores entre editores, reporteros y articulistas. Espero —y de veras hago votos por ello— que sean palabras de campaña y no presagio de una línea de censura a la libertad de expresión.

En su artículo del 15 de junio en El Universal, EMB usó una inflexión distinta, una epístola de aliento a los maestros, aunque pone a todos en el mismo saco, no hace diferencias entre los maestros cumplidos y los que escogen la violencia para expresar sus demandas. La oferta que hace Esteban Moctezuma es pareja.

En su parte medular, EMB asienta: […] lo primero que se tiene que hacer en el próximo gobierno es revalorar a las maestras y a los maestros de México… Empoderarlos como lo que son: la columna vertebral del sistema educativo”. Luego lamenta la caída en la matrícula de las escuelas normales y que se haya acelerado la jubilación. Al final, reitera, “la primera tarea del próximo gobierno en materia educativa es entusiasmar al magisterio, es empoderarlo como una profesión respetable y respetada”.

La tesis de EMB es que el nuevo plan educativo debe hacerse en consulta y con un “acuerdo” entre gobierno y maestros. EMB era subsecretario de Planeación y Coordinación de la SEP en 1992, fue el encargado de las negociaciones con la dirigencia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación para llegar al Acuerdo para la Modernización de la Educación Básica. Tiene experiencia y sabe que el SNTE —cualquiera de sus facciones— no cede en nada sin obtener ganancias concretas, legítimas o no.

Sospecho —aunque de corazón espero equivocarme— que cuando AMLO y EMB hablan de acuerdo, pactos o consultas con los maestros, piensan en los jefes de las facciones de un sindicato corporativo; incluso, AMLO habla de unificación de los liderazgos y se comprometió con el grupo de la señora Gordillo a restablecer la carrera sindical. En otras palabras, regresarles privilegios que este gobierno clausuró.

No sé cuál vaya a ser al final la política educativa del eventual gobierno de AMLO. Muchas de sus propuestas programáticas son ambiguas —hasta habla de voucherso bonos educativos—, pero estoy convencido de que, si regresa prerrogativas a las camarillas que controlan la vida del sindicato, él no gobernará en la educación.

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