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Analfabetismo y vergüenza a la baja

por Pedro Flores
19 agosto, 2025
en Opinión, Sin categoría
Ilustración de una persona mayor leyendo con dificultad un cartel en español, con luz cálida que ilumina su rostro, representando la lucha contra el analfabetismo en México
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Pedro Flores-Crespo
Pedro Flores-Crespo

A mi abuela, que aprendió a leer sola.

Hace poco, Mario Delgado, secretario de Educación Pública, declaró que en este año, nuestro país podría “levantar la bandera blanca para declarar a México territorio libre de analfabetismo”. Esto significa que registraríamos un índice de analfabetismo por debajo de 4 por ciento (Comunicado SEP 235).

Ser abanderado es un objeto del deseo de cualquier gobierno. En noviembre de 2018, por ejemplo, el entonces director del Instituto Nacional para la Educación de Adultos (INEA) dijo que estábamos a “punto de bajar” a una tasa de cuatro por ciento. Ya rondábamos, según él, 4.07% (La Jornada, 11/11/18 nota de Laura Poy).

A siete años de distancia, el analfabetismo no disminuyó por debajo de ese parámetro ni tampoco llegó la banderita blanca, aunque los políticos la siguen buscando afanosamente.

Un día antes de las declaraciones del titular de la SEP, el diario Crónica publicó una nota donde la UNESCO se “deslindaba” de cualquier reconocimiento a nuestro país en materia de alfabetización. Este periódico realizó, antes del deslinde, un reportaje donde muestra cómo el gobierno actual pudo haber alterado las bases de datos para hacer constar que estaba alfabetizando a personas cuando en realidad éstos no sabían leer ni escribir.

Aparte de ello, el reportaje también “ventiló” el despido de personal del INEA a consecuencia de la restricción de recursos los cuales, dicen, fueron utilizados para cumplir los acuerdos con la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) (24/07/25 nota de Daniel Blancas). Alguien tuvo entonces que pagar para comprar “paz” y estos fueron los más pobres, los analfabetas.

Como sabemos, el analfabetismo es aquella condición donde las personas no pueden leer ni escribir y esta falta de libertad les impide desenvolverse y actuar de distinta manera en el complejo mundo que habitan. Pobreza y analfabetismo están fuertemente relacionados. Chiapas, Guerrero y Oaxaca, los estados más pobres de la República, también registran las tasas más altas de analfabetismo (11.5, 10.6 y 10 por ciento, respectivamente). El indicador a nivel nacional es de 4.1% (INEA).

El analfabetismo, junto con el número de personas que no han terminado su educación obligatoria, constituyen lo que en la jerga educativa se conoce como “rezago”, el cual actualmente es de más de 27 millones. De éstos, cuatro millones de personas son analfabetas, siete no han concluido la primaria y 15,854,155 la secundaria.

Es preocupante que aunque el rezago educativo disminuyó de 2019 a 2024 a nivel nacional, no así el número de jóvenes de 12 a 14 años que no completaron la secundaria. En este rubro, el rezago aumentó. ¿Qué bandera izaría la SEP ante este fracaso? Roja, al menos.

Un gobierno responsable, dejaría de estar pensando en el relumbrón de ser abanderado y en cambio, debía estar enfocado a comprender las causas del rezago educativo para poderlo combatir eficazmente. Diversas investigaciones han mostrado que en ocasiones la reducción del analfabetismo ocurre en mayor grado por causas no atribuibles a la política educativa, sino a factores naturales como la muerte.

Mayor atención ciudadana, programas eficientes y mayor presupuesto son necesarios. En el sexenio pasado, el gasto público en educación de adultos se redujo continuamente sin quejas ni movilizaciones. Sigue habiendo millones de personas que no saben leer ni escribir y que tampoco poseen la libertad de protestar y de luchar por sus derechos. Paulo Freire sigue sin poder ser reinventado en México aunque mucho se hable de él.

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Pedro Flores

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