Ante una ciudad desolada una educación que sirva para acompañar

Hace unos días tuve que salir por motivos personales al centro de la ciudad, había permanecido en casa según las recomendaciones sanitarias y por exigencias laborales. Recorrí las calles del centro de la ciudad, calles desoladas que semejan a un pueblo fantasma, negocios cerrados, algunas personas que iban o venían con su respectivo cubrebocas. 

El centro de la ciudad de Guadalajara es un lugar emblemático, es un punto de referencia en historia y en cultura, esta ciudad en otro tiempo fue una ciudad muy centralista, todo pasaba por el centro de la ciudad desde los productos comestibles, los comercios, hasta los encuentros sociales y el cierre de negocios: bancos, tiendas comerciales, librerías, boticas y farmacias, papelerías, zapaterías, etc., pero con la llegada de los centros o plazas comerciales, vidrieras, escaparates o malls como se les conoce en otro lugares a las plazas comerciales, sirvieron para descentralizar el comercio y para darle un nuevo sesgo cultural a los consumidores. En paralelo las plazas comerciales comenzaron a competir con los tianguis en la distribución de productos. Ante todo, ello hoy debido a la pandemia el centro de Guadalajara es un lugar desolado, triste ausente del bullicio humano.

Me parecen exageradas las medidas de control que se han impuesto, muchos lugares cerrados pudieran abrir con la intención de no asfixiar la economía, total se trata de hacer responsables a los ciudadanos por la circulación y las relaciones que establecen socialmente. Considero que en el fondo sigue siendo el manejo político de la situación lo que está en el trasfondo de estas medidas supuestamente preventivas.

Es lamentable que el centro histórico, político y cultural de la segunda ciudad más importante del país se vea desolado, repito a modo de un pueblo fantasma sin personas, con las cortinas de los establecimientos cerradas hasta nuevo aviso. Si bien la contingencia nos ha exigido tomar medidas de sana distancia, también es cierto que del otro lado los ciudadanos hombres y mujeres estanos exigidos de demostrar el nivel de civilidad que hemos alcanzado a estas alturas del partido.

Las escuelas son otro de los espacios sociales emblemáticos, el bullicio de niños y niñas, el acceso de padres de familia, el personal que labora en cada centro educativo; ahí se justifica un poco más la medida preventiva. Pero también para ello hay estrategias y alternativas que al colocar como prioridad número uno la seguridad y la salud de alumnos, alumnas y docentes, podría pensarse en acercamientos paulatinos a cada centro escolar. Por ejemplo, tener una estrategia de asistencia de una tercera parte de alumnos y de personal cada día, evitar los tumultos y las aglomeraciones y abordar colectivamente el tema. Crear una cima de discusión, de debate y de análisis que coloque en el centro de las intervenciones el trasfondo del coronavirus y las distintas alternativas para abordarlo.

Es importante que los y las educadores piensen en colectivo de qué manera utilizar el dispositivo pedagógico ante momentos de crisis o de emergencia como el que estamos viviendo; hemos optado por la comodidad ante el uso de los entornos virtuales y con ello hemos descartado otras alternativas, como la de encuentros de diálogo con pocos asistentes con sana distancia, que permita vernos cara a cara y platicar acerca de cómo nos ha ido en estos días de aislamiento. Muy pronto tendremos un banco de narrativas en torno a cómo le hemos hechos para salir adelante en este tiempo atípico y cuál ha sido a alternativa pedagógica que hemos utilizado. 

El acompañamiento es una de los ejes centrales de la tarea de educar. Educar y acompañar puede decirse que son sinónimos de una tarea, que implica que educar tiene que ver con estar al lado de los otros, de los demás, es por ello que es bueno que ante lugares o entornos desolados le demos oportunidad de vivir y experimentar al vínculo humano.

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