Ciencia sin fronteras: Los límites de la internacionalización (Parte I)
- Roberto Rodríguez
- 17 marzo, 2016
- Opinión
- Brasil ciencia y tecnología
Durante la presidencia de Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010) se vivió en Brasil un periodo de prosperidad económica. El control de la inflación, la recuperación de los niveles de empleo, una creciente atracción de inversión extranjera y la reactivación del mercado local y regional fueron, entre otros, aspectos que coincidieron en la tendencia de crecimiento ininterrumpido del producto interno bruto observada a lo largo de la primera década del siglo. Se hablaba entonces de un nuevo “milagro brasileño”, y se veía con gran optimismo la capacidad de un gobierno de izquierda para encausar el desarrollo nacional.
Las políticas económicas del gobierno de Lula establecieron líneas de continuidad e hicieron fructificar las principales reformas y estrategias emprendidas por su predecesor, Fernando Henrique Cardoso (1995-2003). No obstante, la presidencia del Partido de los Trabajadores (PT) imprimió un sello particular a la agenda social del régimen. La combinación de políticas económicas de corte liberal y políticas sociales sensibles a la problemática de la población brasileña fue, en los años de Lula, una fórmula exitosa de gobierno. En materia de educación superior, ciencia y tecnología se redobló el esfuerzo financiero para expandir como nunca antes la oferta educativa, los apoyos a los estudiantes, y los recursos invertidos en el sector de ciencia y tecnología. Además se inició la experimentación de programas compensatorios de las desigualdades sociales del sistema brasileño en términos de oportunidades de acceso a las oportunidades del sistema.
Los resultados de la gestión de Lula da Silva abrieron camino para la triunfal aspiración presidencial de la candidata del PT Dilma Vana da Silva Rousseff. Con 46.8 por ciento del sufragio total, Dilma resultó vencedora por mayoría en la primera vuelta electoral. Al cabo, con 56 por ciento de los votos válidos se ratificó su victoria en la segunda ronda de las elecciones generales. Conforme al calendario político brasileño, la presidenta inició gestiones el primer día de 2011. Su plan de gobierno, cuyos trazos generales se habían dado a conocer desde la campaña presidencial en octubre de 2010, incluía varios temas directamente relacionados con el sistema de educación superior ciencia y tecnología. De ellos cabe citar los objetivos estratégicos de garantizar la educación en todos los niveles del sistema, así como “transformar al Brasil en potencia científica y tecnológica”.
Justamente esa fue la orientación que quiso darse a uno de los programas emblemáticos del régimen, “Ciencia sin Fronteras”, consistente en una muy significativa dotación de becas para estudios de posgrado en el extranjero. El programa gubernamental, autorizado en junio de 2011, se planteó el objetivo general de “propiciar la formación y capacitación de personas con elevada capacitación en universidades, instituciones de educación profesional y tecnológica, y centros de investigación extranjeros de excelencia, así como atraer hacia Brasil jóvenes talentos e investigadores extranjeros de elevada calificación, en áreas de investigación definidas como prioritarias.”
Aunque las metas cuantitativas no fueron definidas al momento de creación del programa, en discursos públicos tanto la presidenta Rousseff como el entonces ministro de ciencia y tecnología, el economista Aloizio Mercadante (actual ministro de educación), establecían como horizonte el de lograr más de cien mil becas en el periodo de 2012 a 2015. En 2013 se oficializaron las metas del programa hasta 2015 así como su volumen en las distintas modalidades autorizadas por el programa: un total 101,000 apoyos en el lapso 2012-2015, de los cuales: 64,000 becas de graduado “sándwich”, 15,000 becas de doctorado “sándwich”, 4,500 becas de doctorado pleno, 6,440 becas de postdoctorado, 7,060 apoyos para participar en proyectos de desarrollo tecnológico e innovación en el extranjero, 2,000 apoyos para atracción de jóvenes talentos y 2,000 más para puestos de investigador visitante especial. También se fijó el objetivo cuantitativo según el cual de las 101 mil becas proyectadas, 75 mil se financiarían con recursos del gobierno y 26 mil a través de la iniciativa privada.
En la nomenclatura del programa se entiende como “doctorado sándwich” aquél que se ofrece a través de algún convenio en el que participan entidades brasileñas y extranjeras, y por “graduado sándwich” las becas que se otorgan a estudiantes brasileños de doctorados locales que desean concluir sus estudios en el exterior. Este subprograma, que cuenta con el mayor número de becas, tiene como condición indispensable que los aspirantes hayan cursado en programas brasileños al menos el veinte por ciento de los créditos totales.
Desde su inicio el programa fue exclusivamente enfocado a ciencia y tecnología, es decir con exclusión de las disciplinas de ciencias sociales y humanidades. A principios de 2013 se oficializó el grupo de áreas y temas prioritarios del programa. Según la norma respectiva (Decreto Interministerial no. 1 del 9 de enero de 2013) se considerarían un total de 17 grupos disciplinarios: Ingenierías; ciencias exactas y de la tierra (física, química, biología y geociencias); ciencias biomédicas y de la salud; computación y tecnologías de la información; tecnología aeroespacial, farmacología; producción agrícola sustentable; petróleo, gas y carbón mineral; energías renovables; tecnología mineral; biotecnología; nanotecnología y nuevos materiales; tecnologías de prevención y mitigación de desastres naturales; biodiversidad y bioprospección; ciencias del mar; industria creativa; nuevas tecnología de ingeniería constructiva; formación de tecnólogos.
El alto interés gubernamental en la iniciativa ha sido expresado en múltiples ocasiones, tanto en Brasil como en el exterior. Vale la pena, al respecto, referir la visita de la presidenta Rousseff a la Universidad de Harvard el 10 de abril de 2012. En esa oportunidad la mandataria expresó “Brasil necesita a Harvard tanto como Harvard necesita a Brasil”. Altas expectativas, pero ¿cuáles han sido los resultados del programa y cuáles sus desafíos en el complejo panorama brasileño del presente? A eso, la próxima semana.