No es un secreto que guardo distancia con la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y sus facciones. Con frecuencia critico sus acciones y su estrategia, de vez en cuando también a sus dirigentes con nombre y apellido. No obstante, también tiene proyectos de educación, aunque pasan desapercibidos en la plaza pública, quizá por su afán pleitista.
Unos son de aspecto amplio que incluye una legislación laboral y modelos de desarrollo educativo locales. El Plan para la Transformación de la Educación de Oaxaca (PTEO), que enarbola la sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, tal vez sea el más conocido, ya que ambiciona a convertirlo en ley estatal. Antes en contraposición a la Reforma Educativa del gobierno de Enrique Peña Nieto; hoy como alternativa a la iniciativa del presidente López Obrador.
Un designio local, del cual apenas acabo de tener noticia, es el Proyecto Alternativo de Educación (Escuela Altamiranista) de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación en Guerrero. Es un plan donde maestros afiliados a la CETEG, una facción de la CNTE, trabajan los fines de semana y a contraturno en comunidades pequeñas con proyectos de educación, capacitación para el trabajo, actividades artísticas y organización comunitaria. Sus promotores no han producido literatura todavía. Por ello, pido licencia para narrar cómo me enteré de ello y, de paso, apuntar lo de una convivencia civilizada con dirigentes de la CETEG: Arcángel Ramírez Perulero, secretario general de la sección XIV, y Jonathan Márquez Aguilar, secretario general de la zona 48; duros entre los duros.
El viernes 1º y sábado 2 de este mes, estuve en territorio CETEG. Mi amigo, el profesor Humberto Santos Bautista organizó presentaciones de mi libro reciente, La contienda por la educación, en Chilpancingo (en la Universidad de Estudios Internacionales del Pacífico, con Jaime Correa Rivera como anfitrión, y la Universidad Pedagógica Nacional) y Acapulco, en el Centro de Actualización del Magisterio. Ambas acompañadas de charlas acerca de las iniciativas de mudanzas en el artículo 3º, en debate en el Congreso en estos días.
El viernes 1º, en un desayuno apresurado, el maestro jubilado Félix Moreno Peralta, comisionado para elaborar el proyecto alternativo, en especial en Tierra Caliente (donde la violencia anida), me ofreció el primer esbozo del plan. “Rescatar lo nuestro, a Ignacio Manuel Altamirano, el educador mexicano por excelencia, pensador profundo y creador de instituciones formadoras de maestros”. Se trata de actualizar y aplicar sus enseñanzas para educar al pueblo.
El sábado 2, en otro desayuno, este con más calma, los líderes mencionados arriba y otros maestros que no militan el CETEG charlamos de la política actual y de la historia de la CNTE. A pesar de los desacuerdos no hubo reclamos, hasta pudiera decirse que hubo cordialidad. Unas bromas y el relato breve de uno de los maestros que había leído unos de mis libros aligeraron el ambiente.
Luego fuimos a la conferencia y presentación del libro en el CAM. Arcángel Ramírez se sentó en primera fila. Unas butacas a la izquierda las autoridades del CAM y Edwin Noel Morales Leguizamo, alto funcionario de la Secretaría de Educación local. Justo detrás de ellos, otro dirigente: Robespierre Moreno Benicio, secretario general de la Sección XIV del Sindicato Único de Servidores Públicos del Estado de Guerrero. Recibí e hice críticas. Hubo debate, mas no diatriba.
No se trataba de convencer unos a otros. Sin embargo, estuvieron de acuerdo en que las cosas importantes que hacen a favor de la educación de los guerrerenses se oscurecen ante el fulgor de la lucha reivindicativa.
Un dilema de difícil solución. ¡El ADN político pesa mucho!