Ecosistemas de Aprendizaje

“La organización escolar bien diseñada es el marco que permite a los docentes enfocarse en lo que realmente importa: el aprendizaje de los estudiantes.”

Linda Darling-Hammond

Manuel Alberto Navarro Weckmann

Si pensamos en una escuela como un simple edificio donde los niños van a aprender español, matemáticas y el resto de las materias, estamos pasando por alto la complejidad inherente a estas instituciones. Las escuelas son más que salones, escritorios, pizarrones y pupitres; son organismos vivos, sistemas dinámicos que requieren una gestión cuidadosa para florecer. Hay una multiplicidad de factores en juego que convierten a las escuelas en entidades complejas que requieren una organización meticulosa.

Las escuelas son organizaciones compuestas por diferentes actores, desde la dirección docentes y personal administrativo y de apoyo, hasta las familias y estudiantes. Cada uno tiene necesidades y expectativas que deben ser sincronizadas para alcanzar el objetivo principal: un aprendizaje significativo de las niñas, niños y adolescentes.

Así, tener una perspectiva clara de la organización por parte de todos los actores educativos es vital para alcanzar el éxito de cualquier escuela. Entender cómo cada una de las partes bajo una clara y definida coordinación de acciones permite alcanzar un ecosistema que realmente apoye y contribuya al aprendizaje.

Por otra parte, la delimitación de funciones es fundamental para evitar la duplicidad de tareas y la falta de responsabilidad. Cada persona en el equipo debe saber qué se espera de él y cómo contribuye al bienestar general de la institución. Las brechas de comunicación pueden ser fatales. No solo se trata de enviar mensajes claros, sino también de abrir espacios para que se puedan expresar preocupaciones e ideas que luego contribuyan a resolver eventuales conflictos o malos entendidos en la comunicación.

De igual manera, las escuelas pueden cultivar un ambiente donde el aprendizaje continuo para docentes sea alentado e incorporado como común denominador de la organización. Todas las voces deben ser escuchadas, las y los estudiantes deben tener las mismas oportunidades de participación y éxito, independientemente de su origen o capacidades. La equidad y la inclusión no son opciones, hoy en día son requisitos.

La era del “director todopoderoso” ha pasado. Las decisiones deben ser compartidas, utilizando un enfoque de liderazgo distribuido que incluya a diversos miembros del equipo escolar en el proceso de toma de decisiones, pero recordando siempre que es la dirección quien preserva la responsabilidad de lo que ahí suceda. Las escuelas necesitan un mecanismo para evaluar sus avances y fallos, lo que significa impulsar una cultura apertura en los resultados, retroalimentación y mejora continua.

Está claro que para que una escuela vaya bien, implica mucho más que cumplir con un plan de estudios. Implica la compleja tarea de coordinar una amplia variedad de factores, tanto humanos como estructurales, en un ecosistema en constante cambio. Al reconocer y abordar estos aspectos multifacéticos, podemos acercarnos a transformar nuestras escuelas en instituciones que realmente sirvan a su propósito central: el aprendizaje de sus estudiantes. Porque la educación, es el camino…

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