Educación: las ventanas de la cultura después de la pandemia

Miguel Ángel Pérez Reynoso

Fue un diálogo memorable con el investigador Pedro Hernández de la Universidad de Tenerife, cuando afirmó que para miles de niñas y niños la única ventana que tenían de acceso a la cultura era la docente o el docente que tenían enfrente. Hoy esta frase memorable cobra más vida y más sentido. Si bien niñas y niños tienen acceso por vía de las redes electrónicas o por el internet a infinidad de información, las ventanas de la cultura se acceden por otra vía. Las maestras y los maestros están obligados a cultivarse para favorecer que otras y otros logren tener puntos de contacto con la cultura a través de sus palabras y de sus acciones.

La pandemia ha sido un fenómeno global complejo, que aún no logra cerrarse a plenitud; las preguntas y la agenda de la investigación se ha modificado radicalmente, de un estilo de práctica educativa lineal pasamos a un esquema de práctica educativa diversa y flexible.

Las ventanas de la cultura son aquellas conexiones que se establecen desde los ámbitos y la tarea educativa, la cultura vista desde aquí puede entenderse como la serie de construcciones, artefactos, elaboraciones hechas por el trabajo humano en comunidad. Niñas y niños desde casa están asentados bajo un cobijo cultural, ellas y ellos consumen bienes culturales a los cuales se les puede dar sentido, cuando se les usa o cuando se piensa en ellos.

Para las y los profesionales de la educación, las conexiones significativas de niñas y niños con vinculaciones culturales pasa rigurosamente por un estilo docente de práctica concreta. La cultura no es un componente lejano de los sujetos situados y de su vida cotidiana, el asunto es cómo hablar de ello y como sacar el beneficio formativo en provecho de las personas y las comunidades. 

En educación es importante que estos días de Post–Covid, se revise desde la práctica, las acciones y las intenciones educativas, qué interesa aprender y por qué y cómo es posible garantizar aprendizajes pertinentes y para toda la vida, de qué manera los sujetos escolares se convierten en productores y consumidores culturales.

La pandemia nos ha obligado a tocar fondo y a demostrar de que somos profundamente vulnerables, la educación junto con la salud son dos salidas valiosas a las cuales se debe recurrir.

Tanto las preguntas de niñas y niños, sus intereses, incluso los miedos de todos los días los viejos que se juntan a los nuevos miedos, tienen un sentido y a todo ello se deberá responder desde un andamiaje cargado de cultura. Si queremos acercar a las niñas y a los niños a la cultura que la humanidad ha acumulado necesitamos docentes cultos, que lean, que se hagan preguntas y que investiguen todo lo que hoy en día se mueve en el terreno de las nuevas educaciones y de pensar en actos educantes como actos pensados e intencionados para contribuir en la formación de personas cultas pro-sociales y que se preocupen por el bien propio y el de las y los demás.

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