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El INEE y los Docentes 2015

Sin títuloJames March y Johan Olsen, en El redescubrimiento de las instituciones: la base organizativa de la política, arguyen que la credibilidad en las instituciones se basa en las percepciones que de ella tengan, no tanto el público en general, sino aquellos a quienes pretende servir o puedan ser afectados por sus decisiones. Además de las bases legales que le otorgan legitimidad de origen —autonomía—, el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación se ocupa en la construcción de su legitimidad cotidiana.

En Los docentes en México: informe 2015 (haga click aquí), el INEE ofrece un producto de calidad académica y valor estratégico para su misión.

Atención, no voy a argüir que el Informe… sea un texto perfecto. Mas voy a resaltar sus aportaciones; vivimos en un contexto urgido de buenas noticias. En primer lugar, el Informe… ofrece argumentos —sustentados en un mar de información— tendentes al equilibrio: no es un elogio desmedido de los maestros ni un juicio sumario sobre sus deficiencias. Su contribución principal —me parece— es que observa a los docentes como personas y sujetos históricos con aspiraciones, atributos y defectos.

En segundo lugar, el libro se enmarca en los deberes del INEE. Éste es un órgano del Estado y, por ello, la difusión de sus productos debe apegarse al mandato legal. No obstante, no lo hace para rescatar logros de la dependencia ni la figura de sus dirigentes —la Junta de Gobierno apenas aparece en el texto—, sino que presenta argumentos complejos y no oculta los desafíos que enfrenta en su misión.

El Informe despliega un argumento coherente, sienta las premisas derivadas de la Constitución y la Ley General del Servicio Profesional Docente: describe la estructura de la planta magisterial, su evolución, la distribución conforme a diferentes criterios, una sección donde sintetiza las características personales de los maestros y luego dos secciones que colegas de la prensa malinterpretaron y hasta lo vieron como algo fatal. El INEE se pregunta si el sistema educativo está formando suficiente profesionales para garantizar la educación obligatoria.

Su respuesta es prístina: las escuelas normales no podrán ofrecer el número de profesionales requeridos. Mas en el párrafo siguiente apunta — aunque sin la fuerza suficiente— que se refiere “únicamente a los egresados normalistas”. Asunto que tal vez sea más grave conforme avancen las jubilaciones y retiros anticipados. Pero habrá egresados de la Universidad Pedagógica Nacional y de otras universidades que concursarán por las plazas. La Ley acabó con el monopolio de las normales para formar maestros de primaria. La alarma que expresaron algunas voces es injustificada; sospecho que siempre habrá más concursantes que plazas disponibles.

El Informe analiza las condiciones laborales y la formación de los maestros mexicanos. En unas cuantas páginas, y con pocos cuadros y gráficas, los autores presentan la complejidad de su estructura contractual; tal vez hasta Kafka se admiraría de lo complicado de ese arreglo en secundaria y bachillerato. Si no reina la anarquía se debe a que el caos encuentra su propio orden. Enredosa, en verdad, esa estructura.

El platillo principal está en el capítulo 4, el Ingreso al Servicio Docente. El texto describe con cierto detalle las causas que impulsaron al gobierno federal —y antes a pocos estatales— a fijar reglas claras para ser maestro y adquirir una plaza. Antes de 2014 era el reino de la arbitrariedad —aunque los autores suavizan el lenguaje y hablan de discrecionalidad— y de prácticas corruptas, entre las que sobresalían la venta y herencia de plazas, tráfico de influencias y, en general, mecanismos opacos de asignación de tareas. Asuntos que todavía no se erradican por completo.

Podría pensarse que el Informe es la voz de la Junta de Gobierno. Ésta pone sus apuestas en los concursos nacionales para mejorar el ingreso, la promoción y el reconocimiento de los maestros de México. Sostiene que son medios legítimos para seleccionar a candidatos que posean conocimientos y capacidades suficientes para desempeñarse como buenos docentes.

El INEE puede cosechar frutos de legitimidad con Los docentes en México: informe 2015. Sin embargo, sospecho que la mayoría de los maestros no lo leerán. En consecuencia, su verdadero desafío es organizar concursos y realizar mejores y más transparentes evaluaciones, cuyos resultados sean aceptados por el magisterio como práctica legítima y regular.

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