“La principal arma de los mediocres es la corrupción, la simulación y el engaño”
Papá Goriot de Honoré de Balzac
Silvia Ruiz Maruri
El Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación es considerado el más grande de América Latina con aproximadamente 1,673,623 integrantes. Tiene el objetivo hipotético, representar, defender y reivindicar los derechos, así como las conquistas de las y los trabajadores de la educación.
Sin embargo el SNTE nació torcido como un sindicato corporativista, clientelar, monopólico y servil del Estado, cuyas intenciones ocultas es el dominio y control de las y los trabajadores de la educación, además de la contención del activismo sindical revolucionario y democrático, debido a la necesidad que tenía de manipulación y contención el partido de Estado o del poder en ese momento de la historia, es decir, la necesidad de cooptar a las organizaciones de lucha genuinas que se estaban conformando con mucha fuerza.
En ese contexto el SNTE se fundó el 30 de diciembre de 1943 con la intención de unificar a las diversas organizaciones sindicales y de agremiados activistas, así como revolucionarios que pugnaban por mejores condiciones laborales.
No obstante llegar a ese objetivo no fue inmediato, porque las luchas intergremiales quedaron entretejidas entre los avatares propios de la ruta hacia la consolidación del sindicato, lamentablemente con un tinte rojo del sacrificio de maestros y maestras que de forma injusta dejaron su vida en la lucha, porque las tensiones propiciadas por el charrismo sindical, provocaron divisionismo, conflictos y largos enfrentamientos entre la clase trabajadora que se sintió transgredida ante la inminente ignominia de un sindicato estructurado desde el sistema de poder para despolitizar al gremio.
“[…] la creación del SNTE […] originó la muerte del sindicalismo revolucionario”( Torres, 2016). E impulsó el charrismo que pervive hasta nuestros días plagado de corrupción, componendas, alianzas, nepotismo, traición y mecanismos de control para las bases de trabajadores de la educación, y que se sirven de un catálogo de artimañas y malas artes para mantener el control, estafa y explotación de las bases.
De cada trabajador o trabajadora afiliada al SNTE se obtiene el 1% de su salario que multiplicado por sus agremiados obtenemos sumas millonarias de las que nunca dan cuentas, y de las que se han enriquecido a costa de la base trabajadora personajes repudiables, que como buenos caciques y granujas se han enriquecido de manera impune e ilícita, y que no nombraré por respeto a la dignidad del magisterio.
Existe un común denominador en los personajes que encarnan el sistema estructural del snte que va desde las escuelas de educación básica hasta la sección nacional y que es la falta de escrúpulos para ejercer la manipulación, el engaño, la simulación, el hurto, la tranza, intereses individuales, las falsas apariencias, incluso los rumores y el chismorreo, entre otros, en una palabra: corrupción, que lamentablemente trastoca a la educación de todo un país, porque se oprime tanto a la base magisterial, que no se le permite ejercer como auténticos expertos y profesionales de la educación, sino que se le trata como técnicos operativos burocratizados que sólo se deben limitar a obedecer lo que determinan las autoridades, las cuales, no están en esos puestos porque sean las mentes más brillantes, capaces o los mejores profesionales, sino los que escalaron por medio del nepotismo, clientelismo, amiguismo, etc, etc.
Resultado: un sistema educativo cuya característica primordial es la mediocridad, por las malas copias de otros sistemas que no están al nivel de las necesidades de la multiculturalidad propia de nuestro país, así como la desigualdad socioeconómica que se ha aumentado considerablemente a partir de que se estableció el neoliberalismo en México y que abismó las problemáticas sociales, económicas, culturales y educativas.
Con el neoliberalismo, (aún vigente y rapante, porque va viento en popa a toda vela) el snte se cuadró, porque la secretaría de educación pública (SEP) tenía que obedecer de manera sumisa a la OCDE (Organización para la cooperación y desarrollo económicos) que se convirtió en “el rector de la educación en el mundo” (Torres, 2012) y con ello la afrenta más grande que históricamente tuvo que enfrentar el magisterio: la reforma educativa impulsada por el pacto por México (PRI, PAN, PRD) y el expresidente Peña Nieto.
Ante el atropello y violación de los derechos laborales y humanos que derivaron de la citada reforma, El SNTE hizo mutis y se agachó ante la abominable política educativa cuya pretensión de reforma estructural neoliberal, era la continuación del desmantelamiento del sistema educativo nacional, porque no se pronunció ante la ignominia sino que en muchos de los casos siguió actuando como una pandilla de porros que llevaban a las bases al matadero, ya que el examen para la permanencia implicaba la pérdida de los derechos laborales.
Así, con amenazas y la denostación mediática, el magisterio vivió la más cruel humillación de toda su historia. Sin embargo, la resistencia se hizo presente en las calles, la dignidad y la desobediencia por parte del magisterio disidente de la CNTE (Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la educación) que ha mantenido una lucha permanente desde su fundación en 1979 y que propició que el gobierno del presente sexenio le devolviera los derechos y basificación a la base magisterial que estuvo obligada a realizar el examen para la permanencia, la cual sería temporal, según la mala reforma “educativa”.
Las mesas de diálogo con el presidente Andrés Manuel López Obrador, se llevaron a cabo con la CNTE, pero cuando le comenzó a parecer incómoda, se “le robó a la CNTE la bandera de lucha y conquista, que logró la devolución de los derechos laborales perdidos para dársela al SNTE” (Rangel, 2020).
Un hurto a todas luces y que les ha sentado muy bien a los charros para su proselitismo rastrero y cínico durante este periodo de cambios de comités delegacionales, que con su dotación de cubrebocas chinos y caretas de ínfima calidad, para las y los trabajadores de las escuelas, se hace el desentendido de aquella amarga traición que le asestó a la base de sus agremiados.
No se debe olvidar que por cerca de ocho décadas, el snte ha logrado cumplir su encomienda de apoyar incondicionalmente al partido en el poder y ejercer mecanismos de control sobre sus agremiados, con el fin de mantener una “estabilidad” política y una educación a modo del interés del sistema de poder, que le ha costado mucho al pueblo de México, porque de fondo es un sistema permeado por la pedagogía de la impunidad, la desigualdad y la corrupción.
Aquí cabe la pregunta para el magisterio de base (Conformado en un 70% por mujeres): ¿Lucharán por la democratización sindical o continuarán con la perpetuación de la impunidad del SNTE en detrimento de la educación de todo un país?
Fuentes.
Aguirre, Alberto y Arturo Cano, Doña Perpetua: El poder y opulencia de Elba Esther Gordillo, Grijalbo, México D.F., 2008.
Cook, Maria Lorena. Organizing dissent: Unions, the state, and the democratic teachers ́ movement in Mexico, Pennsylvania State University Press, 1996.
Foweraker, Joe. Popular mobilization in Mexico. The teacher movement 1977-1987, Cambridge University Press, 1993.
Gil Olmos, José, “Alianza por la simulación”, Proceso, 1668, 19 de octubre, 2008.
Muñoz Armenta, Aldo, “Escenarios e Identidades del SNTE: Entre el sistema educativo y el sistema político”, Revista Mexicana de Investigación Educativa, abril-junio 2008, vol. 13, núm. 37, pp. 377-417.