Escuelas sin reglamento, tragedia segura

Miguel Gallegos

Aunque Jaime Castrejón Diez, describe a la universidad como una Institución, Organización y Comunidad, la escuela contemporánea, esa la que todos conocen, también se puede estudiar o analizar desde estas dimensiones.

En términos institucionales, comúnmente se conoce a la escuela como el establecimiento e infraestructura física, pública o privada –de algún nivel escolar­– en que se congrega una comunidad integrada por estudiantes, profesores, madres y padres de familia, directivos, figuras educativas y personal de apoyo a la educación. Ellos son los actores que dan vida a la institución.

Otra parte importante de este sistema, es la infraestructura física educativa y los muebles e inmuebles, es decir, lo que le hace ser el punto de encuentro que permite la vida escolar, de convivencia e interacción entre los actores educativos. Cada una de estas instalaciones, tiene su propia esencia y particularidad en cada una de las 261,101 escuelas que a la fecha registra la estadística oficial de la SEP. En ellas convergen 2,062,543 docentes y 35,588,589 alumnos, lo que hace una enorme matrícula nacional, sin contar a los demás actores del sistema.

A decir del Programa Sectorial de Educación (PSE) 2020-2024, los muebles e inmuebles escolares, deben cumplir con ciertas características, como son “calidad, seguridad, funcionalidad, oportunidad, equidad, sustentabilidad, resiliencia, pertinencia, integralidad, accesibilidad, inclusividad e higiene…”, a este respecto cada lector identificará, si estos espacios cumplen o no con dichos requerimientos, y si estos abonan al orden y organización de la comunidad escolar.

Asimismo, el PSE define como Escuela al “Centro de aprendizaje comunitario en el que se construyen y convergen saberes, se intercambian valores, normas, culturas y formas de convivencia en la comunidad y en la Nación”. Es decir, la comunidad escolar es un ente que está en permanente movimiento e interacción y, por tanto, se deben generar mecanismos que permitan mantener orden y dirección, lo que solo se logra diseñando e implementando reglas o reglamentos a seguir.

Los reglamentos escolares tienen la intención de dar sentido y coadyuvar a lo que quiere lograr una institución educativa, por ello, son imprescindibles para fomentar ambientes propicios al interior y exterior de los recintos. Cuando no hay reglas, hay caos, cada quien hace lo que quiere y ello implica que se genere desorden. Donde no hay reglas, hay descomposición, no hay respeto, no se logran los objetivos –si es que se tienen– prevalece la ley del más fuerte, y ocasionalmente hay desgracias o tragedias. Ejemplo de ello, son la serie de hechos que se llegan a presentar en instituciones de educación básica en lo que he denominado “escuelas sin rumbo”:

-Los alumnos de la escuela no portan el uniforme escolar, cada quien hace lo que quiere.

-Hay poco compromiso del personal y autoridades para poner orden en este punto, pero si esto no se logra, difícilmente se podrá pensar y aspirar a mejorar los procesos cognitivos, de enseñanza-aprendizaje y mucho menos de orientación escolar.

-Contrario a lo anterior, los alumnos llevan accesorios no permitidos y con ello, se generan diversas acciones como son: distraer, agredir, lastimar y dañar. Antes esto, los alumnos no se apropian de lo que se supone, acuden a adquirir a la escuela, dado que como cada quien hace lo que quiere, se presentan una gran cantidad de distractores.

-De vez en vez se cometen actos que entorpecen y dañan la vida escolar, sea dentro o en la periferia de la escuela: desmanes, insultos, atentados, robos, peleas y agresiones verbales o físicas.

Estos son solo algunos ejemplos de lo que sucede en las escuelas donde no hay compromiso, ni orden institucional, organizacional, ni comunitario. Todos hacen que hacen, pero si dirección, ni objetivo alguno. La simulación prevalece en las escuelas sin rumbo.

El lector recordará que recientemente en diversos medios de comunicación, se han dado a conocer diversas agresiones y violencia entre alumno(s), docente(s) y agentes externos, dentro o fuera de las escuelas, al grado de muchas veces volverse tragedias que dañan o arrebatan vidas.

¿Por qué se descompone la vida en las escuelas? A mi parecer, sucede porque no hay reglas, ni dirección. La escuela de hoy, la que tenemos a partir del regreso a la presencialidad, no es la misma que atendía a los alumnos prepandemia, ahora es una escuela con comunidades y necesidades diferentes. Los integrantes de la comunidad escolar han cambiado, vienen de una situación de encierro, de consumos alimenticios y digitales que en su mayoría son lamentables, que dejan mucho que desear. Además de ello, cargan problemas familiares, emocionales, sentimentales, de incomprensión, de agresión, de depresión y de desintegración familiar.

¿Qué requieren las escuelas para que en ellas no sucedan tragedias? Se necesitan de reglas y reglamentos, de orden, de compromiso con la institución, la organización y la comunidad. Para evitar incidentes o tragedias en donde convergen grandes grupos de personas como son las escuelas, debe haber reglas. Estas han sido y serán el eje rector para direccionar cualquier institución educativa.

Las escuelas son ambientes formadores de personas, ciudadanos y profesionistas, por ello requieren de orden. No hacerlo, implica poner en riesgo el artículo tercero de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Poner reglas en las escuelas no es malo, no se atenta o se viola derecho alguno. Al contrario, no tener reglas escolares si es un atentado al orden universal. Las reglas son la guía para tener orden, disciplina, lograr objetivos, fomentar principios, valores, compromiso y responsabilidad en la intención de formar y direccionar a los alumnos.

Las reglas son la esencia de la escuela, es lo que le hace institución, organización y comunidad.

Desde estas líneas hacemos un respetuoso llamado a las autoridades educativas en México, para que se diseñen e implementen reglamentos escolares que coadyuven a mejorar el hecho educativo al interior de cada escuela y sobre todo para evitar tragedias.

¡Reglamentos escolares si, tragedias en las escuelas de México no!

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