Jerónimo Hernández es un lector agudo, seguidor de mis artículos y comentarista inclemente. Además, tiene una prosa ágil y construye sus argumentos con rigor lógico. Índica que tiene 12 años de experiencia docente. Él es un conocedor desde la práctica y también —se nota en sus escritos— se nutre de literatura académica y documentos oficiales.
El señor Hernández se encarga de mostrar —y exponer a otros leyentes— mi ineptitud sobre los asuntos de los que escribo. Acepto que es más lo que ignoro del sistema educativo que lo que conozco de él. Es más, estoy inseguro de lo que informo. La duda es mi divisa, no la certeza. Quizá por ello otros corresponsales me reprenden porque utilizo con frecuencia ese “quizá” (o “quizás” si la palabra de adelante comienza con una vocal) o: “tal vez”, “es probable”, “a lo mejor”, “quién sabe” y “acaso”.
Claro, hay hechos y datos qua afirmo. Por ejemplo, “el 2 de diciembre de 2012 el Presidente y los tres grandes partidos políticos del país firmaron el Pacto por México”. En esos asuntos no hay gresca, aunque registro que puedo cometer deslices. Una de las ventajas es que siempre alguien se da cuenta de esas equivocaciones y lo avisa. Un dicho en la profesión señala que los periodistas publicamos nuestros errores.
En mi columna del domingo 4, “La rutina burocrática”, narré la tribulación que sufren las egresadas de la carrera de técnico profesional en enfermería gineco obstetra del Hospital de Jesús. El señor Hernández apunta que tal carrera está incorporada a la UNAM y no a la SEP, como escribí en mi denuncia de las trabas que pone esta dependencia para la titulación de las egresadas. Ofrece la liga a la página de internet. Allí, en efecto, se apunta que la licenciatura en enfermería —no la de técnico profesional— está asociada a la UNAM. Luego me recrimina: “O hay un error en su fuente y no se preocupa usted por verificarlas, ¿o de qué se trata?”.
Regreso a mi informante, profesor de ese hospital: la SEP otorgó el Rvoe hace más de 30 años a la carrera de técnico en enfermería, luego de técnico profesional, incorporada a la DGETI. Cuando la SEP implantó el bachillerato tecnológico, la escuela defendió la opción inicial, pero debido a esa modificación, a partir de 2015 no ha recibido nuevas alumnas hasta que se complete la transición, para lo cual modificó planes de estudio y adecuación de sus instalaciones. El acuerdo entre la SEP y el Hospital de Jesús fue que las estudiantes que estuvieran inscritas y registradas en la DGETI, con anterioridad al nuevo programa de bachillerato tecnológico, continuaran con el plan previo y se titularan en esta modalidad. No retroactividad de derechos.
Es allí donde está la querella para las últimas siete egresadas y en particular para las dos que ya completaron su nivelación a licenciatura. Es a ellas a quienes la rutina burocrática perjudica y por quienes abogué en mi escrito anterior.
El señor Hernández asegura que la “DGETI de la SEP desde hace como año y medio que está en una crisis profunda […] es uno de los organismos más ineficientes y porosos de la SEP y que ahí se puede encontrar de todo”.
Mantengo mis dudas: ¡Espero que también puedan encontrarse soluciones!
La rutina burocrática corroe a las instituciones; además, sostengo, atenta contra la legitimidad de la Reforma Educativa.