Falta lo que falta

Dra. Gloria Esther Trigos Reynoso

Recientemente me di la oportunidad de ver la película titulada La Vocera, recomendada por un buen amigo quien conoce mi interés por atender a la diversidad de grupos estudiantiles universitarios y también que, a través de los resultados obtenidos de algunos análisis, se han realizado propuestas y concretado acciones relevantes, tanto para alumnos indígenas como para alumnos con discapacidad. El discurso de su protagonista inspiró el tema para este escrito, ya que, al hacer un recuento de los logros obtenidos, se hace evidente la necesidad de continuar, vigilar y desarrollar acciones complementarias de manera permanente, hasta consolidar estas iniciativas. Lo logrado, aunque significa un gran avance, no es suficiente, no se deben echar las campanas al vuelo; hay que seguir insistiendo en el tema para perfeccionarlo y, cultivar en los participantes, el sentimiento de lucha, de autocrítica, de mejora permanente, de no conformismo.

Ciertamente, en el ámbito educativo faltan muchas cosas por hacer, pero acaso una de ellas es partir, siempre, de datos reales para emprender acciones de mejora de mayor impacto. En este sentido, haciendo referencia al grupo estudiantil que procede de una comunidad indígena y que domina una lengua nativa, en la Universidad Autónoma de Tamaulipas, se realiza un monitoreo para saber cuántos alumnos de nuevo ingreso, llegan a la universidad cada semestre; asimismo, para identificar su lengua materna a efectos de incorporarlos a un proceso de acreditación y, de esta forma, facilitar su egreso y titulación cuando llegue ese momento.

El análisis de la información del semestre en curso, agosto – diciembre 2021, nos lleva a insistir en la necesidad de mejorar el sistema de información académica y administrativa que se ha mantenido con pocas modificaciones desde hace buen tiempo. La más reciente, por cierto, data del semestre actual en que ha sido considerada nuestra propuesta de agregar la relación de 68 lenguas indígenas que ha identificado el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI). Anhelo que la próxima actualización tenga que ver por lo menos con dos aspectos: señalar, como obligatorio de contestar, el campo relativo al nombre de la lengua materna del alumno para poder avanzar en su registro; y, con la clasificación de discapacidades que asumirá la universidad para estar alineados a la clasificación universal. 

Los datos

Al solicitar la información relativa a alumnos de nuevo ingreso que registraron que hablan alguna lengua indígena, el área administrativa correspondiente nos informó que había 62 alumnos con esa característica. Cuando procedimos a contactarlos por diversos medios, para confirmar ese dato, obtuvimos que el número inicial se redujo a 19 (30.64%) encontrándose, además, una variante lingüística adicional (mazahua) a las doce que ya teníamos registradas. 

Reflexión

Resulta preocupante trabajar sólo con los datos que arroja el sistema sin desarrollar una forma, sistemática y permanente, de validar la información. Tanto la investigación educativa como las iniciativas de desarrollo deben partir de una plataforma sólida de información; pero, aún no se cuenta con ella a ese nivel de detalle. 

Considerando que los datos son un activo estratégico para el desarrollo de toda institución, se tendría que vigilar la formación de recursos humanos con perfiles idóneos para esta tarea además de fomentar el entendimiento y puesta en práctica de conceptos como: inteligencia institucional, analítica académica, minería de datos. Este ejercicio aportaría en gran medida a la transparencia que ahora se demanda y abonaría a la madurez en la gestión de los datos para darles usabilidad y acercar sus resultados a toma de decisiones en provecho de la comunidad universitaria. 

Por lo anterior, es muy importante apuntar que: Falta lo que falta, para avanzar, cada vez más, con pasos firmes en el desarrollo educativo de las instituciones. No se trata sólo de informar los números o indicadores generales de manera fría, distante, sino darles un sentido, al tratar de ver y dignificar al ser humano que están representando. Y, como contraparte de esto, es imprescindible, sumar la colaboración de los alumnos para facilitar que se trabaje en su propio beneficio, lo cual implica que, al momento de su inscripción, previa orientación del área correspondiente, brinden los datos solicitados de forma completa y veraz. Es decir, que el estudiante asuma su propio compromiso y responsabilidad, como parte de la institución de la cual forma parte, dando así, paso a una cultura de reciprocidad solidaria.

¡La vara queda puesta!

 

gtrigos@uat.edu.mx

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