Rogelio Javier Alonso Ruiz*
En el listado nacional de personajes educativos ilustres destacan figuras cuya obra, desde el ámbito pedagógico, político o social, han contribuido al progreso de la población a través de las letras. La lista de nombres es extensa, sobresaliendo algunos como Fray Pedro de Gante o Vasco de Quiroga, en la época colonial, pasando por Ignacio Ramírez “El Nigromante” en el siglo XIX, hasta llegar al siglo XX, donde surgen distinguidos personajes como Justo Sierra, José Vasconcelos, Rafael Ramírez o Jaime Torres Bodet, entre varios más. En el catálogo de estas notables personalidades destacan profesores, políticos y religiosos. Sus obras van desde la creación de principios, leyes e instituciones, hasta el trabajo pedagógico directo con los niños y jóvenes. De manera injusta, existe un personaje que se ve eclipsado por figuras como las mencionadas, pese a su notable legado en el ámbito educativo: el general Francisco J. Múgica.
La participación de Múgica en la configuración de la Constitución que actualmente nos rige fue brillantísima, ejerciendo un fuerte liderazgo en el ala constituyente opuesta al oficialismo. En materia educativa, ayudó a concretar los ideales de la enseñanza libre y laica, con lo que “los radicales asestaban un duro golpe al clero católico por su larga y permanente injerencia en la educación de los niños mexicanos” (Paz, 2006, p. 195). Al hacer uso de la tribuna, su discurso fue potente y radical: “si dejamos la libertad de enseñanza absoluta para que tome participación en ella el clero con sus ideas rancias y retrospectivas, no formaremos generaciones nuevas de hombres intelectuales y sensatos, sino que nuestros pósteros recibirán de nosotros la herencia del fanatismo, de principios insanos” (Castañón y Morales, 2014, p.63).
Las apasionadas intervenciones del general michoacano representan uno de los momentos clave en la configuración del Artículo Tercero constitucional, aunado a múltiples aportaciones que lo hicieron convertirse, para muchos, en el gran líder parlamentario de aquel momento histórico tan trascendental: viva imagen de lo anterior es el hecho de que, tras la cena en la que los legisladores festejaron la conclusión de los trabajos del Congreso Constituyente de 1916-1917, y por propuesta de sus compañeros, fue llevado en hombros hasta su domicilio (Ribera, 2019, p. 76). No es exagerado entonces que algunos lo consideren el padre del Artículo Tercero, sin afán de minimizar las construcciones que antecedieron, desde otras épocas, a este importante apartado constitucional.
El general Francisco J. Múgica se desempeñó como gobernador en diferentes entidades: Tabasco, Michoacán y Baja California Sur. Desde ese puesto, no desaprovechó la oportunidad para abonar a la causa educativa. Basta revisar lo realizado en Tabasco: prohibió la educación religiosa, aumentó el presupuesto educativo y creó 10 becas para estudiar en la Escuela Normal de Profesores y Agricultura de Yucatán (Ribera, 2019, p. 42); además, convencido de la necesidad de llevar la educación a las masas, incluidas las mujeres, bajo su gobierno se creó la Escuela Vocacional para señoritas, cuyo fundamento se encontraba en la promoción de la liberación femenina, concibiendo a la educación como una medida para desarrollar en la mujer “el espíritu de independencia que debe manumitirla de la vida vegetativa que ha llevado, dar a la mujer el puesto que está llamada a desempeñar al lado del hombre, en pleno, con igualdad y libertad” (Torres, 2001, p.90).
Los ideales educativos de Múgica no fueron “de dientes para afuera”. Entre las múltiples funciones que el michoacano desempeñó en el servicio público, de 1928 a 1933 fungió como director de la colonia penal de Islas Marías, Nayarit. Ese lapso le sirvió para acreditar la congruencia entre sus discursos y sus acciones, en el ámbito educativo. Convencido de que la raíz de la regeneración de los presos estaba en la educación, bajo su dirección “se creó la escuela de colonos, una escuela mixta para niños, de socialización obrera; se organizaron conferencias culturales, se fomentó la educación física y los deportes, se construyeron una biblioteca y un teatro, se publicó el Boletín de la Colonia y se acabó con el analfabetismo” (Ribera, 2019, p. 120). Además, conformó una sociedad de maestros, integró una banda musical y un coro infantil, fomentó el dibujo y organizó varios ciclos de conferencias.
Múgica demostró con hechos su confianza en la educación para promover cambios sociales que pudieran, como en el caso de Islas Marías, corregir el rumbo de los presos o, como en Tabasco, generar condiciones de equidad para la mujer. Así, la vida del general Múgica es un testimonio de los ideales del Artículo Tercero constitucional. Quizá los méritos educativos de este brillante personaje se vean opacados por otros grandes actos encabezados por él mismo: pocos hechos tan representativos en materia agraria como el reparto de la hacienda de Félix Díaz, sobrino del mismísimo dictador; en cuanto a su valor, no es casualidad que se le haya encomendado la misión de comunicar personalmente al General Calles su expulsión del país; prueba de su brillante ideología, no resulta extraño tampoco que con su pluma haya sido escrito el discurso que Cárdenas dirigió a la nación tras la expropiación petrolera de 1938.
No queda duda del genuino convencimiento del general Francisco J. Múgica en relación a la relevancia de la educación como un medio para la transformación del país. Su figura merece un lugar destacado entre los ilustres artífices de la educación mexicana. Queda retratada su inclinación hacia la labor educativa cuando ya pasados sus años más notables en la vida política, mientras paseaba con su entrañable amigo el general Lázaro Cárdenas, imaginaba a qué hubieran dedicado sus vidas de no haber participado en la Revolución: “usted, tejedor de rebozos y yo, profesor de escuela rural” (Camacho, 1993, p. 175, citado en Ribera 2019, p. 13).
*Rogelio Javier Alonso Ruiz. Profesor colimense. Director de educación primaria (Esc. Prim. Adolfo López Mateos T.M.) y docente de educación superior (Instituto Superior de Educación Normal del Estado de Colima). Licenciado en Educación Primaria y Maestro en Pedagogía.
Twitter: @proferoger85
Facebook: El Profe Rogelio
REFERENCIAS
CASTAÑÓN, JESÚS y MORALES, ALBERTO (2014). 50 discursos doctrinales en el Congreso Constituyente de la Revolución Mexicana, 1916-1917. Notas biográficas y efemérides. México: INEHRM.
PAZ, FERNANDO (2006). La política educativa de la Revolución Mexicana, 1911-1924. México: UNAM.
RIBERA CARBÓ, ANNA (2019). Francisco J. Múgica. El presidente que no tuvimos. México: FCE.
TORRES, TRINIDAD (2001). Mujeres y Utopía. Tabasco garridista. Villahermosa: Universidad Juárez Autónoma de Tabasco.
INEHRM (2017). Secretaría de la Defensa Nacional. Centenario de la Constitución Política de 1917: la participación militar en la consolidación institucional. México: Autor.