Intermitencia escolar: ¿qué hacer?

No pasó ni una semana de haber regresado a clases, cuando en la Ciudad de México se tuvo que dar marcha atrás a la modalidad presencial. Ante la confirmación de casos positivos de Covid en un estudiante de secundaria, se tuvo que volver a la modalidad a distancia. Esto en la alcaldía Gustavo A. Madero. En Iztacalco, otra secundaria que inició clases bajo la modalidad híbrida con el propósito de atender a los jóvenes con “mayor necesidad de apoyo”, tuvo que cerrar nuevamente como “medida preventiva” (Boletín SEP 119). ¿Cuánto tiempo estaremos así interrumpiendo clases ante los contagios de nuestros estudiantes? ¿Cómo vamos a actuar ante este nuevo escenario de intermitencia escolar e interrupción del aprendizaje?

Una guía que nos ayuda a responder a esta interrogante aparece en el libro intitulado Modelo de Continuidad de Servicios Educativos ante un Contexto de Emergencia y sus Etapas de Crisis, que fue coordinado por Claudia Vicario-Solórzano, profesora del Instituto Politécnico Nacional. El trabajo de Vicario-Solórzano y seis especialistas más en tecnología educativa, enseñanza y cultura digital llega en un momento oportuno.

Atrae particularmente que el modelo propuesto en este libro se asienta en el concepto de “intermodalidad educativa”, el cual, según Alexandro Escudero postula que las “estrategias de aprendizaje de todas las modalidades educativas” y “otras aplicaciones digitales que no son estrictamente educativas” podrían estar disponibles en los [diversos] “ambientes personales de aprendizaje”. De acuerdo con el investigador de la UAQ, si los planes de continuidad escolar adoptan este concepto, “deja de ser relevante la clasificación de los modelos educativos” (a distancia, presencial, en línea, virtual, mixto) para mejor centrarse en la relación que existe entre éstos. Se apuesta, bajo la idea de la intermodalidad, que “los usuarios hagan uso de los servicios educativos cuando quieran, como quieran y donde quieran, pero, además, para que puedan usar con igual importancia la información digital y la análoga” (Escudero-Nahón, 2019).

Habrá que investigar más para conocer las ventajas de este concepto en la realidad, pero es promisorio por su carácter global y continuo. Es decir, lo que la intermodalidad sugiere es pensar en el proceso de enseñanza-aprendizaje como algo que no cesa ni se segmenta, pese a que estemos transitando por distintas modalidades. Cuánto aprenderemos realmente con ello es materia de evaluaciones a futuro, pero al menos ahora podemos pensar “fuera de la caja”, o mas bien, más allá de la pantalla y del aula.

Fue, además, un acierto que se haya presentado el libro en el Sindicato Único del Personal Académico de la Universidad Autónoma de Querétaro dadas las implicaciones laborales del regreso a clase. Es urgente que discutamos, entre todas y todos, nuestro plan para la continuidad de los aprendizajes bajo condiciones de incertidumbre.

Un plan de este tipo es quizás también un camino para impulsar el pensamiento. Diseñarlo e implantarlo, implica aprender bajo riesgo, reflexionar sobre las causas y consecuencias de una emergencia, y sobre todo, pensar bien en lo que es valioso ante lo imponderable. El libro de Vicario-Solórzano y colaboradores puede descargarse de manera gratuita en: https://redlate.net/publicaciones/
Investigador de la Universidad Autónoma de Querétaro (FCPyS)

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