Jóvenes politécnicos: Entre la oportunidad de ganar o perder

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And you assume you got something to offer

Secrets shiny and new

But how much of you is repetition…

—Sixto Rodríguez, Crucify your mind

Un conflicto estudiantil que aparentemente inició por dos razones principales (la renovación del plan de estudios en la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura del Instituto Politécnico Nacional y la aprobación de su Reglamento Interno), se convirtió en un pliego petitorio de diez puntos, a saber: (1) cancelar el reglamento, (2) cancelar el plan de estudios, (3) destituir a la Directora General, (4) salida de la Policía Bancaria de las instalaciones del IPN, (5) cese de pensiones vitalicias de los directores generales, (6) democratizar la toma de decisiones, (7) evitar represalias contra los activistas, (8) aumentar el presupuesto para el IPN, (9) revelar “todas las formas de injerencia del sector privado en el IPN”, (10) expulsar a grupos porriles

¿Por qué los dos motivos principales de la protesta estudiantil no pudieron resolverse rápida y eficazmente dentro de la institución y tuvo que intervenir el gobierno federal? Creo que es preocupante para los politécnicos y universitarios el hecho de no poder ponernos de acuerdo en asuntos internos de nuestras instituciones y esperar a que llegue la solución de afuera, “la mano salvadora”. Sobre esto tendrán que reflexionar aquellos que asumen que con la autonomía del IPN se mejorará su vida institucional.

La autonomía no es solo una celebrada atribución legal, sino una competencia construida desde el interior, la cual implica libertad, independencia y responsabilidades. Hay académicos que por un lado dicen defender la autonomía universitaria pero por otro evitan la autocrítica y alaban invariablemente al “señor rector”.

Pero volviendo al tema. Sigo pensando que el conflicto del Politécnico se originó, entre otras cosas, por no haber procesado bien los cambios, inquietudes y diferendos. Por esta razón, quizá el punto más importante del pliego petitorio es cómo “democratizar al IPN para la toma de decisiones de manera equitativa”. El gobierno federal, en voz del secretario de gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, respondió a esta petición proponiendo que la Secretaría de Educación Pública (SEP) “convoque al “Consejo General consultivo y a los Consejos Técnicos para determinar el procedimiento para nombrar a sus representantes”.

Aunque sea valiosa y positiva la disposición del gobierno federal para contribuir a la resolución del conflicto, pienso que no basta con tener un buen procedimiento para “nombrar a los representantes”. Los politécnicos tendrán que discutir cómo se pueden procesar las decisiones académicas que los involucran y sobre todo, cómo podrán colaborar y avanzar a pesar del natural disenso de todas las partes involucradas. ¡Vaya reto!

Pero aparte de este desafío, los jóvenes politécnicos tienen enfrente varios más. Primero, convencer con argumentos a las más de 40 asambleas de que ya ganaron y por lo tanto, habrá que levantar inmediatamente el paro de labores. Si no son capaces de asumir la victoria, como escribió Joel Ortega, se convertirán en un grupo radical marginado, van a ser un “factor de desprestigio” y además, favorecerán el conservadurisimo (MILENIO, 04/10/14). En este caso, los “ganadores” ya no serán los estudiantes, sino la “dictadura de los comportamientos fijos” (Monsiváis).

Otro reto de los jóvenes estudiantes es cómo van a incorporar la voz de los profesores a su movimiento. Con menos frescura, algunos maestros quieren empezar a tomar parte en la protesta. Quieren, por ejemplo, que se les otorgue la basificación. “A todos los profesores que actualmente estamos en el Politécnico” se les deben ofrecer plazas de tiempo completo, según dijo Víctor Moreno, profesor de la Escuela Superior de Cómputo (Escom) (Reforma, 05/10/14). ¿Y el mérito para obtener una plaza docente?

Asimismo, es importante tener en cuenta que al revisar un plan de estudios, seguramente habrá reducción de cursos y asignaturas y con ello, algunas unidades académicas quizás tendrán que prescindir de los servicios de algunos profesores y esto a nadie le gusta. Este ajuste es la base para construir una confusa y alarmista narrativa: “Para los grandes proyectos de infraestructura del sexenio no habrán especialistas nacionales […] Se tendrá que traer gentes de otros lados”, dijo el maestro Rogelio Uriza de la ESIA (MILENIO, 02/10/14 nota de Israel Navarro).

La confusión entonces puede florecer en el terreno docente y sindical. De hecho, el discurso de querer “tecnificar” la educación superior es vago y quizás hasta infundado. El IPN ha sido, en los últimos años, ejemplo de avance y consolidación académica e institucional. ¿O es que los jóvenes podrán mostrar evidencias de que no ha sido así y que se arriesga su futuro con los cambios a los nuevos planes de estudio? Dar argumentos, más que rezar mantras, es un desafío para los jóvenes politécnicos.

Saber discutir cómo construir un esquema institucional que procese decisiones colegiadas y las dote de legitimidad, abatir la desconfianza, ser conscientes de las potencialidades y límites como estudiante, saber ganar y mirar hacia delante, así como resistir las tentaciones autoritarias y viscerales son lecciones que los jóvenes politécnicos nos podrán dar en los próximos días.

Postcríptum: Escribo estas líneas el domingo 5 de octubre y aún no se sabe nada de los 43 estudiantes de la escuela normal de Ayotzinapa que fueron “levantados” el pasado 27 de septiembre. Deseo expresar mi solidaridad e indignación con sus familias. Los queremos vivos.

Publicado en Campus milenio

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