La contienda por la educación sexual
- Carlos Ornelas
- 27 junio, 2018
- Opinión
- Carlos Ornelas
La presentación de los nuevos libros de texto, acordes al Modelo Educativo para la Educación Obligatoria, despertó a un altercado que tiene décadas de manifestarse en la educación mexicana, pero que dormitaba con cierta apacibilidad. Atención, siempre critico a quienes atacan algún proyecto o documento sin conocerlo. También es reprobable defender un escrito sin antes revisar su contenido. No conozco los nuevos libros de texto, mi pieza de hoy se refiere al debate que provoca la educación sexual. Es parte de la contienda por la educación, pero aquí no es entre los defensores del corporativismo y abogados de tendencias neoliberales, es entre conservadores —que perciben sus valores como derechos— y una pluralidad de periodistas, científicos y educadores que se sitúan en el campo de la “educación integral” (no encontré un adjetivo que incluya estas posturas, así que acepto la noción que define el Modelo).
Un amplio reportaje de Astrid Rivera, Perla Miranda y Teresa Moreno (El Universal, 22/07/2018) da cuenta de esas posturas. Por el flanco conservador, asociaciones que tienen a la familia como el centro de sus posturas morales reprochan que la Secretaría de Educación Pública no haya consultado con sus redes, piensan que vulnera el derecho de los padres a decidir sobre la educación de sus hijos. Argumentan que los nuevos libros promueven la promiscuidad. Afirman que los temas de diversidad sexual deben abordarse con un enfoque de tolerancia y respeto, como no juzgar, no agredir, ni perseguir a homosexuales.
Para la Unión Nacional de Padres de Familia (que agrupa a papás de infantes que estudian en escuelas confesionales), los libros de texto pueden confundir a los niños al incluir contenidos de educación sexual que, considera, promueven el sexo y la masturbación entre adolescentes. Fue dura en su censura: “Se habla con pura información genital, con una visión animalista del sexo. Es algo mucho más asombroso que sólo y juntarse… ¿Una autoestimulación? ¡Por favor! Eso no va acorde a nuestros valores”.
La SEP defendió su postura en una carta. Replicó que los contenidos de educación sexual se exponen desde una perspectiva formativa, “en el marco de la salud sexual y reproductiva y los derechos humanos, evitando los miedos, culpas, falsas creencias, coerción, discriminación y violencia”.
Manuel Gil Antón, un crítico implacable de la Reforma Educativa, defendió la postura de la SEP, al mismo tiempo que reconoció el derecho de los opositores a mostrar su desacuerdo. Pero afirmó que la educación no se sujeta a consensos. “La protesta de ciertos grupos, tienen derecho a ella, pero la autoridad educativa no está sujeta a cuestiones de consenso… tampoco se puede poner a discusión estos temas porque están en el marco del artículo 3o. de la Constitución”.
Las voces de científicos, educadores y representantes de organizaciones de la sociedad civil defienden los nuevos libros de texto desde sus visiones, fundadas unas en evidencia empírica, otras en experiencias internacionales y otras más por sus ventajas en la vida práctica, ya que pueden contribuir a evitar la violencia machista, precaver embarazos no deseados en las adolescentes y aminorar prejuicios sobre la identidad sexual.
¡Qué bueno que despertó este debate! Revela la diversidad de puntos de vista sobre un asunto que debiera —pienso— interesar a más gente. Esta vez las posturas morales se entrecruzan con asuntos políticos. Tal vez, si hubiese leído los libros, pudiera comentar acerca de sus contenidos, pertinencia, calidad didáctica y enfoque pedagógico. Lo que sé es que los maestros requieren de cursos o talleres para que los conozcan y les den el mejor uso posible. Es el paso inmediato que la SEP debe emprender, pienso.