La memoria colectiva y la recuperación de saberes para la emancipación pedagógica

Hilario Vélez Merino

En el diálogo abierto, sincero y propositivo de la última reunión de la Comunidad el Tequio —que la integramos docentes de diferentes niveles educativos y estados de nuestro país— avanzamos en planteamientos fundamentales que nos permitirán vislumbrar caminos para la búsqueda de un mundo mejor.

  Asumimos nuestra responsabilidad que trae aparejada la construcción de una escuela democrática y liberadora.

Es muy necesario entender la formación y el desempeño que tenemos en una política educativa que no desarrolla la reflexión ni la crítica, sino que se concreta en una reproducción de contenidos alejados de la realidad de los estudiantes, de los docentes, de la escuela y de la comunidad.

Las propuestas se centran en la formación de redes/nodos; esta experiencia de algunos de los que integramos la Comunidad el Tequio ya la habíamos trabajado cuando pertenecíamos a la RED TEBES (Transformación de la Educación Básica desde la Escuela). 

Nos planteamos la siguiente interrogante: ¿cómo construir una pedagogía emergente y una filosofía propia a partir de nuestro contexto, si tenemos como elementos primordiales las experiencias de Paulo Freire, las pedagogías de Sur de Boaventura de Sousa Santos y la pedagogía crítica de McLaren?

El reto central es la formación de redes con el fin de multiplicarlas para todos los educadores; que se convenzan de que vale la pena construir una escuela mejor sustentada en la propuesta de la Cuarta Transformación de la Nueva Escuela Mexicana. 

Será necesariamente construida de abajo hacia arriba, desde el aula y la escuela, con la intervención de los alumnos, los docentes, los padres de familia y las organizaciones sociales comunitarias, y no en un currículo elaborado por los especialistas de escritorio que están muy lejos de la realidad escolar desnudada y corroborada por esta pandemia que estamos sufriendo a nivel global. 

Para construir una escuela democrática, crítica y reflexiva, contraria a la racionalidad dominante, según Françoise Garibay y Michel Séguier habría que promover entre las redes estos ejes de reflexión:

  1. Participar: construimos una vida en común distinta y lejana del status quo.
  2. Emancipar: avanzamos más allá de la autonomía y la igualdad, a fin de concebir un mundo más abierto y justo para todos que se sostenga en relaciones sociales basadas en la solidaridad.
  3. Capacitar: damos coherencia a los proyectos y guiamos la actuación de los sujetos en pos de su libertad.

En consecuencia, en la Comunidad el Tequio debemos abrir espacios de diálogo abierto y constante. Los conceptos de la pedagogía de la liberación y de la emancipación los convertiremos en procesos prácticos: construiremos estrategias de transformación y modos de aprendizaje acordes con los desafíos que nos plantean las comunidades donde se encuentran las escuelas y la propia sociedad de la información con sus redes sociales y nuevas tecnologías.

En las “Pedagogías emancipadoras y de acción cultural”, Iván Illich  nos menciona que la escuela colonizadora y neoliberal ha reducido el conocimiento y la carga cultural a las cuatro paredes del aula en un proceso de despolitización y despedagogización; entonces para emancipar la educación capitalista y neoliberal se hace necesario abrir y potenciar sistemáticamente  un proceso de libre oferta y demanda de saberes que permita la construcción de redes que vinculen los conocimientos y saberes con el contexto social y cultural de las comunidades donde se encuentran las escuelas.

Esta reflexión en redes se debe trabajar desde la escuela como punto de partida donde la construcción curricular transite de abajo hacia arriba. Creemos que es el mejor momento; van dos cursos escolares y no contamos con un programa de estudio en esta Cuarta Transformación. Ahora tenemos en la Secretaría de Educación Pública a la maestra Delfina Gómez Álvarez que tiene experiencia en el trabajo de aula, ha sido directiva escolar y una parte de su formación la realizó en la Universidad Pedagógica Nacional. Son elementos que nos entusiasman ante esta gran oportunidad de darle voz a los docentes, alumnos y padres de familia para construir una escuela mejor.

La propuesta que aquí planteamos se enfila a iniciar la elaboración de narrativas que nos ayuden a reflexionar sobre los aprendizajes que han generado las experiencias para los contextos actuales en los que la globalización y el neoliberalismo exacerban la desigualdad y limitan las condiciones para la transformación social.

Paulo Freire se refiere a la pedagogía emancipadora como la interacción entre querer/saber/poder. Los procesos de empoderamiento reconocen el potencial transformador que poseemos como sujetos; nos permiten reconocer que si queremos algo podemos construirlo con nuestro esfuerzo y colaboración.

Las escuelas y maestros en colectividad requieren establecer una reciprocidad formativa que auspicia la enseñanza y el aprendizaje de educadores y educandos como un mecanismo compartido de comunicación, es decir, el dar y el recibir que argumentó Freire.

La pandemia nos hizo transitar a los docentes por otros caminos diferentes a la TV, a los programas de estudio y a los libros de texto. Hemos encontrado aprendizajes inesperados y emergentes con una diversidad de maneras de aprender y el consecuente descubrimiento. Asimismo la metacognición ha jugado un papel relevante: es un proceso para reconocer los sistemas mediante los cuales se aprende, pero partiendo de las problemáticas que nos plantea el contexto de la contingencia sanitaria.

También se ha descubierto que no se trata sólo de rescatar saberes, sino de establecer una ruptura epistemológica que permita desaprender y liberarse de saberes que nos limitan y nos condicionan; en suma, es fundamental deconstruir visiones binarias del mundo y trabajar las multiplicidades.

Analicemos dos acciones que propone el texto de Pedagogía y prácticas emancipadoras. Actualidades de Paulo Freire:

  1. Las redes: son las que posibilitan el intercambio de saberes y la acción colectiva como punto de llegada de procesos locales y de partida de procesos transformadores más amplios. En estas redes abiertas se diversifica el ámbito de relación, se amplía el espacio de intervención, se abren horizontes, se aprende a construir con otros y a edificar sitios fecundos de saberes. También el trabajo en redes da pábulo a construir sujetos colectivos que toman conciencia y se movilizan. Esta conexión de intenciones —sostenidas por valores que se construyen y descubren comunes— tiene una fuerza de transformación de sí y colectiva porque se desarrolla una inteligencia social. 
  2. La sistematización colectiva de las experiencias:  la hace realidad la escritura que juega un papel fundamental en los procesos de emancipación; esta obra es el mejor ejemplo de ello.

 

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