L´affaire Lazcano y el Sistema Nacional de Investigadores

Sylvie Didou Aupetit[1]

En los últimos meses, el Dr. Antonio Lazcano, un investigador emérito de renombrado prestigio, miembro de El Colegio Nacional, formuló críticas sobre la política científica del gobierno del presidente López Obrador, a cargo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT). Igualmente, defendió con constancia los embates que sufrían los Centros Públicos de Investigación y del Centro de investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav), asimilados a la burocracia pública, por su estatuto legal.

La prensa nacional ha difundido ampliamente las declaraciones del Dr. Lazcano. A escala internacional, el 26 de Junio de 2019, la revista Science publicó una opinión suya sobre los recortes presupuestarios titulada “Quo Vadis, Mexican Science”[2]. El 20 de septiembre, la Dra. María Elena Álvarez-Buylla, Directora General del CONACYT, ejerció su derecho de respuesta en ese mismo medio. Introdujo su artículo denominado “A new scientific agenda for Mexico”, anunciando su intención de corregir imprecisiones y responder los cuestionamientos a su liderazgo, contenidos en el artículo del Dr. Lazcano[3]. Las cosas hubieran podido (debido) quedarse así, haciendo gala los involucrados en la polémica (así como los colegas y funcionarios que respaldan a unos o a otros) de su libertad para expresar sus convicciones, sus argumentos e incluso sus diferencias, por irreconciliables que parezcan.

Desafortunadamente, no ocurrió tal cosa. El mismo 20 de septiembre 2019, periódicos y sitios de información (El Universal o Animal Político, entre otros) informaron que el Dr. Lazcano, cuya candidatura había sido apoyada por el Foro Consultivo de Ciencia y Tecnología y que había granjeado votos de sus pares del área II (biología y química) para representarlos en la respectiva comisión del S.N.I, había sido separado de las responsabilidades que se le había asignado. Eso en apego a un artículo de los Lineamientos sobre el funcionamiento de las comisiones dictaminadoras que aplica tal sanción a quienes no justifican cierto número de ausencias a las reuniones plenarias. La Dirección General del CONACYT, en el comunicado 77/19 del 22 de septiembre, señaló que  “el Dr. Antonio Lazcano faltó a ocho de 12 reuniones plenarias; sólo cuatro de sus faltas fueron justificadas. La documentación que sirve de sustento y corrobora lo dicho puede consultarse en las oficinas del Conacyt o bien puede ser solicitada a través del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI)”.[4] Al siguiente día, el Dr. Lazcano puntualizó que había justificado sus inasistencias ante el Dr. De Leo Winckler, Secretario del SNI (con quien había tenido desacuerdos en semanas pasadas, difundidos mediante varios medios de comunicación), que el e-mail informándole de la suspensión de su nombramiento no estaba firmado y que apelaría la decisión y el procedimiento, presentando los documentos comprobatorios requeridos[5].

¿Qué tan grave es esa “affaire”? La decisión no afecta ni la credibilidad científica e intelectual del Dr. Lazcano, ni la distinción que le dio el propio S.N.I al otorgarle la máxima categoría como miembro de dicho organismo, ni su situación profesional en la UNAM. No implica rescisión de contrato laboral o jubilación obligada. Pero los rumores y las suspicacias siempre causan estragos en las reputaciones de quiénes son víctimas de ellos.

Por ello, sin conocer a los protagonistas de ese asunto, ni los entretelones de sus discrepancias, me parece desafortunado el cauce que ha tomado su conflicto. Independientemente de quién demuestre finalmente quien lleva la razón, el costo de las ganancias que obtenga será menor que el desgaste producido por la dinámica de ganar. En política y en otros ámbitos, las victorias pírricas son iguales o peores que las derrotas.

En sí misma, la zozobra producida por ese enredo indica que, desgraciadamente, la mata sigue dando… No se atisba que concluirá pronto la ya demasiada larga cadena de encontronazos entre las autoridades del CONACYT, los académicos e incluso las autoridades de varias instituciones de educación superior y ciencia. Alimentan esas tensiones recurrentes una animosidad creciente entre los antagonistas y sus seguidores, nefasta para el cumplimiento de las obligaciones de unos y otros en la conducción de una dependencia de la administración pública y en la lenta y paciente tarea de producción de conocimientos. Reaviva la sospecha de que no hemos dejado atrás los vicios y las costumbres de un pasado no tan lejano. Desmienta las aspiraciones de los innumerables ciudadanos que, con ahínco y a veces tropiezos, se afanan en construir una sociedad respetuosa de los derechos cívicos, incluyendo el de disentir.

Cual Rica, el persa de Montesquieu que descubre París y sus extrañas costumbres, cuando llegue a México, hace cuatro décadas, oía frases cuyo enunciado literal entendía pero cuyo significado, culturalmente construido, se me dificultaba captar. Una de ellas era: “El que se mueve no sale en la foto”. La otra, la máxima atribuida, alternativamente, a distintos próceres de la vida nacional: “Para mis amigos, todo; para mis enemigos, todo el peso de la Ley”. Ojalá y ambas se queden como ilustraciones de una época pasada.

[1] Investigadora del Cinvestav

[2] https://www.conacyt.gob.mx/images/pdfs_conacyt/EAB-1_2019.pdf

[3] “In his Editorial “Quo vadis, Mexican science?” (26 July, p. 301), A. Lazcano expressed concern about cuts to the budget of the Mexican National Council of Science and Technology (CONACYT) and questioned my leadership of the organization. The data summarized here should allay Lazcano’s concerns” p.1257, .https://science.sciencemag.org/content/365/6451/301

[4] https://www.conacyt.gob.mx/index.php/comunicados/1144-com-77-2209

[5] https://www.eluniversal.com.mx/ciencia-y-salud/un-aparato-cientifico-requiere-critica-abierta-lazcano

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